CAMINO HACIA LA NADA.
‘Los jóvenes agresores de un
vagabundo indio, al que este pasado fin de semana rociaron con gasolina y
prendieron fuego, han confesado que el ‘aburrimiento’ fue la causa de un acto
violento que ha conmocionado a Italia’.
Según Kant, la búsqueda de la felicidad
es un imperativo de prudencia, un imperativo asertórico. Esto sería así porque
resulta absurdo decir ‘no quiero ser feliz’, a diferencia de decir, ‘no quiero
ser violinista’. Con otras palabras, damos por sentado que todos los seres humanos
deseamos ser felices. Otra cosa es qué entendemos por felicidad y los medios
que consideramos adecuados para conseguirla.
El sentido de la
vida, según Ortega y Gasset, consiste en ‘hacerse’, orientándose hacia la
propia autenticidad, en ser fiel al propio proyecto vital. Por contra, ser
‘inauténtico’ supondría caer en el ‘naufragio’, en adulterar o falsificar el
propio destino, el proyecto vital. En todo caso, el hombre está condenado a
elegir entre alternativas, y nuestra identidad está vinculada al proyecto vital
que elijamos. Sin embargo, es cierto que muchas personas no eligen,
conscientemente, un proyecto vital. Más bien se dejan arrastrar por la vida.
Como esas piedras que arrastra la corriente del río.
La felicidad, que
todos deseamos, consistiría en llevar una vida conforme a la virtud. Y esto
¿qué quiere decir? Que aceptamos gobernarnos a nosotros mismos, en vez de ser
juguetes de la fortuna, o de los demás. De ahí que la felicidad no sea
resultado ni del azar, ni de las circunstancias (aunque ambas juegan un papel,
mayor o menor, en nuestras vidas) sino resultado del esfuerzo, del trabajo, de
la disciplina, de la constancia. En fin, de una vida auténtica.
Y ahora volvamos
al principio. Estos dos jóvenes que quemaron a un pobre mendigo ¿qué proyecto
vital podían tener? En épocas de crisis, como la que estamos viviendo, ya no
hay confianza en los valores, ni en las normas tradicionales que nos podrían
aportar seguridad y bienestar. En las épocas de crisis, la creencia es que ya
no podemos creer en nada, salvo pasarlo bien. ¿Es así? En parte. Un aspecto
central de esta preocupante situación es la influencia, entre otras, de dos
ideas destructivas: el relativismo y el multiculturalismo.
Según el
relativismo normativo, que es el que más nos interesa ahora, los diferentes
principios morales existentes tienen igual valor moral. De ahí que podamos
escuchar a mucha gente que despacha cualquier conflicto moral con un ignorante:
‘Que cada uno haga lo que quiera’. Entonces estaría bien sajar el clítoris a
las niñas, o cortar la mano a los ladrones, o ahorcar a los homosexuales. O
poner bombas. Por ejemplo.
¿Qué les pasa a
estas personas? Que creen que, en cada momento, pueden hacer lo que el cuerpo
les pide. Que no tienen argumentos para defender nada, y se pliegan a la
mayoritaria corriente de lo ‘políticamente correcto’. Que hoy es blanco y
mañana será negro. ‘¿Adónde va Vicente? Donde va la gente.’ Se amparan en el paraguas de una tribu urbana,
difuminando su individualidad. Son consecuencias del éxito educativo. La LOGSE y
demás. O sea, papás mimosines y botellón.
Según el multiculturalismo, las diferentes
culturas serían como un todo homogéneo que debe respetarse. Es decir, las
culturas coexistirían pero sin superposiciones. La consecuencia ha sido, en la
práctica, la creación de guetos culturales. Surgiría así un tipo de convivencia
política en el que las culturas serían aceptadas como un todo, sin que pudieran
cuestionarse, ya que las diferencias (sean las que sean) serían un valor a
proteger y respetar.
De ahí los graves problemas creados, no
sólo en España, especialmente en las grandes ciudades. Barrios enteros en manos
de una tradición cultural que impone sus reglas, al margen, o casi al margen,
de la legalidad vigente. En general, la policía no suele meter las narices
porque sabe lo que pasa y los políticos procuran no meterse en líos. Aclaro lo
de la policía. Una detención, en estos barrios, con fuerte resistencia, puede
terminar con heridos y la televisión mostrando la brutalidad policial, sea
cierto o sea mentira. Es noticia. De este modo va creciendo el gueto, al margen
de las leyes democráticas supuestamente vigentes.
En este contexto, ya
no hay ‘bueno y malo’. Solamente hay ‘bueno y malo’ en una determinada
tradición cultural. ¿Por qué? Porque todo es relativo, excepto el propio
relativismo. Además, si en mi cultura se castiga, por ejemplo, a los creyentes,
(o los ateos) nadie tiene derecho a criticarme porque, como dije, todo es
relativo. Además, al criticarme a mí, se está criticando a mi cultura, que es
sagrada e intocable. Especialmente si no es blanca, ni occidental.
Vivimos, desde hace tiempo, en una situación política en la que los poderes públicos anunciaron el bienestar y la felicidad perpetua de los ciudadanos. O sea, papá-Estado (el llamado ‘Estado del Bienestar’) nos iba a proteger como un laico ángel de la guarda. Nos han enseñado que este mundo terrenal ya no es ‘un valle de lágrimas’. Eso era antes. Entonces ¿Por qué no soy feliz? ¿Por qué me aburro? ¿Por qué sufro?
Además, ya no hay
‘agarraderos’ religiosos o metafísicos.
¡Para qué los necesito! Lo quiero todo,
aquí y ahora. ¡Y gratis! ¡Que son dos días! Pero el resultado suele ser la
frustración. Han acostumbrado a generaciones de jóvenes al ‘todos somos
iguales’ en la escuela, porque se desprecia el mérito y el esfuerzo, con la
excusa de que crean desigualdad y elitismo. Les han enseñado a exigir derechos
sin asumir obligaciones, a quejarse por cualquier cosa y a la promoción del
lloriqueo, y un largo etcétera de idioteces de progreso sin regreso. Están
creando niños perpetuos.
Pero el que no
tiene proyectos, el que no tiene sueños (con un pie en el suelo), no tiene una
vida plenamente humana. Y el que los tiene, y no puede alcanzarlos, ha de saber
que en la vida nada está garantizado, ni nada es gratis. De ahí que sea
importante saber sobreponerse a la adversidad. Sin drogas.
Hay que saber
sufrir, en un mundo de hedonismo a raudales, de falsas promesas de felicidad
sin límites y de derechos sin obligaciones. Pues sí, la vida es dura. Pero
también maravillosa. Sin embargo, hay imbéciles- gobernantes y gobernados- que
creen poder eliminar de nuestras vidas todos los inconvenientes. ¿Ilusos o
sinvergüenzas?
En la búsqueda de la felicidad sucede,
con frecuencia, que queremos demasiado, dadas nuestras posibilidades y
capacidades. Otras veces queremos menos de lo que podríamos alcanzar, si
pusiéramos esfuerzo y sacrificio de nuestra parte. Pero estos caminos no
conducen a la felicidad, aunque sea felicidad relativa que es la que, con
suerte, podemos alcanzar. En el primer caso, nuestros deseos y expectativas producen
frustración, porque el listón está demasiado alto y no podemos alcanzar el
objetivo propuesto.
En el segundo caso, producen aburrimiento porque el listón
está demasiado bajo. Y no representa ningún esfuerzo saltarlo.
Si es cierto que no estamos ‘hechos’
(como lo están los animales no humanos) según decía Ortega, sino que
somos un proyecto en constante quehacer ¿Qué querían estos jóvenes que rociaron
de gasolina, y quemaron, a un pobre mendigo? ¿Cuál era su proyecto vital?
Tal
vez el aburrimiento aparezca más fácilmente en aquellas personas que han
renunciado al esfuerzo y al sacrificio para alcanzar una meta valiosa Y con el
aburrimiento, viene el deseo de eliminarlo, acudiendo a sorpresas, a novedades,
y a estímulos artificiales, que tienen que ser cada vez más fuertes y
excitantes para surtir el efecto deseado.
O sea, un camino hacia la nada.
Sebastián Urbina.
(Publicado en El Mundo/Baleares/13/Septbre/2014.)
3 comentarios:
Buena recopilación de reflexiones sobre la fidelidad. Personalmente creo que la felicidad es un estado momentáneo. No creo que alguien sea feliz constantemente.
En cuanto al papel de la crisis y el comportamiento de gente creo que tiene que ver con la ausencia de la proyección de un futuro próspero, la carencia de posibilidades...
En cuanto a lo de los jóvenes y el indio...."no hay bestia sin crueldad"...que diría Nietze..injustificable.
Mi enhorabuena al pueblo escoces que ha votado y ha decidido su futuro en unión con Inglaterra.
Un acto de profunda democracia.
Escocia siempre dentro de la legalidad vigente, y donde se pueden expresar posturas contrapuestas desde cualquier ámbito de la vida.... nadie es más escoces por defender la unión o la independencia.... Cuanto hemos de aprender.
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