(Todo el postureo de Albert Rivera suena ya a cáscara vacía. A darse importancia.
Lo normal, democráticamente hablando, es que hablase con Rajoy y le planteara lo que considera reformas fundamentales o innegociables para la regeneración democrática de España.
Muy probablemente, Rajoy las aceptaría. En caso contario, Rivera habría cumplido y saldría victorioso. El derrotado sería Rajoy. Después debería dirigirse a los medios y contar lo sucedido. Que Rajoy no aceptó una serie de medidas de regeneración. Sinceramente, no creo que Rajoy se negara. O por convicción, o por conveniencia. Rajoy no podría negarse.
En resumen, Rivera- si sigue por este camino- podría conducir a su partido a la irrelevancia. Pensemos que no es forzar las cosas suponer que la mitad- por poner un ejemplo- de sus votantes se repartieran entre PP y PSOE. O sea, no es descabellado que Ciudadanos se quedara con quince diputados.
Espero, por el bien de Ciudadanos y por el bien de España y los españoles, que Rivera haga lo posible para alcanzar acuerdos con el vencedor de las elecciones. Por ejemplo, mejorar la coordinación del mercado nacional, reformar la ley electoral en el sentido de acercarla al principio democrático de 'un hombre un voto', frenar los avances ilegales de los separatistas, garantizar que los españoles puedan aprender en español en España, impedir que haya 17 sistemas educativos, sanitarios, etcétera.
Hay mucho por hacer, Rivera. Si Rajoy no quiere, quedarías como el vencedor. Aunque no tenga importancia, te volvería a votar. Como hice el 20-D y no hice el 26-J.)
RIVERA SE EQUIVOCA.
29/06/2016@12:02:47 GMT+1
Se adhieren Albert Boadella, Félix de Azúa, Arcadi Espada, Teresa Giménez Barbat...
Los intelectuales que firmaron
el manifiesto que dio origen al partido Ciudadanos se han manifestado
en contra del veto que Albert Rivera mantiene a Mariano Rajoy para
pactar con el Partido Popular.
Así lo asegura una información de El
País, tras un artículo de Francesc de Carreras en este diario, al que se
han adherido Albert Boadella, Félix de Azúa, Arcadi Espada, Teresa
Giménez Barbat y Félix Ovejero.
¿POR QUÉ FRACASÓ C'S?
Digámoslo de entrada: C's no fracasó, fracasaron las expectativas. Sí, esas ficciones levantadas por encuestas adobadas para crear tales expectativas.
El error no estuvo en la campaña, como han apuntado muchos, sino en los vicios ocultos de C's.
Los que no ve la gente, pero minan su credibilidad y transmiten los
militantes descontentos. Como pasó en UPyD y nadie reparó hasta que era
demasiado tarde. Es cosa de partidos atractivos en expansión.
Confundir la realidad publicada con la realidad, a menudo desatiende
esas pulsiones internas de los partidos. La ficción comenzó cuando El País y algunos poderes fácticos se empeñaron en crear un Podemos de derechas
a mediados de 2015 a través de encuestas a medida. Mal está crear
ficciones para forzar realidades, pero es de adolescentes creérselas. Y
ese fue el primer gran error de C´s en las elecciones generales del
20-D. De ahí la decepción inesperada de su dirección y analistas de la
cosa. El de estas últimas dependió por completo de los vicios ocultos
imposibles ya de ocultar. El antecedente de UPyD entraba en escena y
nadie lo quiso ver.
La primera evidencia de tales vicios ocultos fue la manera de
expandirse a España como partido en medio de las elecciones municipales.
Cualquier pelanas sabe que no filtrar la militancia en esas
circunstancias provoca una colonización de indeseables, buscavidas,
arribistas y rebotados con ganas de medrar en la
política. ¿Les importó a los responsables? Estaban demasiados
entusiasmados en aprovechar la ola provocada por las encuestas amigas.
Resultado: un partido nuevo lleno de militantes rebotados de partidos
viejos. Con sus daños colaterales. Líos, mondongo ideológico y
expulsiones exprés. Las quejas de la militancia decente no tuvieron
interlocutor en el partido.
La segunda evidencia fue el abandono de la beligerancia contra el nacionalismo lingüístico
en aras de ensanchar el espacio electoral al catalanismo moderado. Una
traición en toda regla que le ha costado en Cataluña el mayor bajón de
toda España (114.820 votos, con una disminución de 2,12 puntos respecto
al 20-D: del 13,05 al 10,93%). Es decir, han dejado de votarle 16
ciudadanos de cada 100 que lo habían hecho en las anteriores. En
municipios con mayoría hispanohablante como Castelldefels descendió 3
puntos (23 votantes de cada 100). Por comparativa, en el conjunto de
España la pérdida fue menor: 0,9 puntos, 6 votantes de cada 100 (390.759
votos menos).
La tercera evidencia es la incoherencia creciente en los mensajes.
Un partido como C´s, que nació para eliminarla y vivir de su frescura,
no puede asegurar categóricamente que votará a la lista ganadora y a
continuación apoyar la candidatura del PSOE; no puede afirmar que no
vetará a nadie y se desdiga con Mariano Rajoy; no puede dar lecciones
cívicas afeando a los demás la tendencia a caer en el "y tú más" y
emularlos cuando le conviene; no puede defender la limitación de
mandatos y no aplicársela; no puede pretender imponer al resto de
partidos las listas abiertas y aplicarlas según convenga en su casa; no
puede crecer a costa de haber vendido que tendrá un mismo discurso en
toda España y después hacer una campaña para Cataluña y otra para el
resto de España: "Un president catalá per a canviar Espanya".
Un partido que nació para borrar hechos diferenciales supremacistas,
cae de bruces en la superstición de la singularidad catalana, como si
ésta tuviera un valor añadido. Nadie utiliza el lugar de nacimiento en
España para validar su candidatura a la presidencia. Menos los
nacionalistas. Aún así, hubiera sido una buena campaña de haber sido
única para toda España. Pero no fue así.
Y cuarta evidencia, C´s ya no es C´s, al menos el
C´s que surgió de largos años de resistencia al nacionalismo impulsado
por cientos de personas anónimas que ya lo han abandonado. Y eso
comienza a pasarle factura. Aquel sueño desapareció bajo la personalidad
caudillista de Albert Rivera y un espacio ideológico liberal de
centroderecha, que sin embargo se empeña en no definir para pescar en un
centro de perímetro indefinido.
Para muchos es una traición, pero es el
espacio gaseoso que le sirvió en el 20-D para convencer al electorado
popular de que era uno de los suyos. La identificación tuvo tanto éxito
que hasta sus adversarios le acusaron de ser la marca blanca del PP. Un
detalle que trató de equilibrar abrazándose en un pacto de intereses con
el PSOE y vendido como la voluntad de un hombre generoso sin más
interés que el bien del Estado. Fracasada la ficción, demasiada gente
vio en su gestualidad al político viejo con trucos nuevos. La coherencia
cuesta ganarla, pero facilísimo perderla.
Si el convertir a C's en un partido de centroderecha fue una traición
a sus orígenes, ahora no ejercer de ello con personalidad y limpieza en
una situación muy polarizada le llevaba a no ser partido fiable para el
votante del PP. C's ha cometido esos errores, pero se ha implantado en
toda España con 32 diputados y un dirigente que quiere liderar a la
derecha española. De ahí su empeño por eliminar a Rajoy con la disculpa
de la corrupción.
Quienes dejaron media vida en la creación de C's han de aceptar que
aquel C's que quiso acabar con la hegemonía moral del nacionalismo,
terminar con la exclusión lingüística, desbancar al PSC y liderar España
con el fin de regenerar la política y afianzar la igualdad de todos los
españoles ante la ley, ya no existe.
Pero puede llegar a ser el partido de centroderecha moderno que necesita España.
Su líder, Albert Rivera, tiene capacidad suficiente para liderarlo y
adaptabilidad ideológica para llevarlo a cabo. Sólo es cuestión de que
salga del armario y sea consecuente. El electorado no es tonto y no le
gusta que jueguen con él.
(Antonio Robles/ld.)