Antiterrorismo confirma que la CIA avisó a los Mossos de que se preparaba un atentado en La Rambla.
El aviso también llegó al CNI, la Policía,
la Guardia Civil y el CITCO. La Policía Nacional lo desvió a los
Mossos, que ya lo tenían de la CIA. La Generalitat lo niega.
(ABC)
Gregorio Morán: "Los medios en Cataluña están al servicio de la Generalitat, que es quien les paga".
En su larga trayectoria como articulista de La Vanguardia, Gregorio Morán ha escrito textos duros y certeros contra el nacionalismo.
En La decadencia de Cataluña contada por un charnego
(Debate, 2013) reunió unos cuantos. Incluido uno que "levantaron" en el
periódico para que Jordi Pujol no se molestase. Pero ahora ha sido
diferente. Los medios del Movimiento Nacional no salió
publicado el 22 de julio como estaba previsto.
Poco más de un mes
después, un frío burofax firmado por el director gerente de la empresa
("al que no he visto en mi vida", apostilla) le informaba de que se
rompía la colaboración que Morán mantenía con el periódico desde 1988.
(¿Por qué son tan despreciables los buenistas con estas horribles declaraciones? Porque su odio a Occidente les puede más. Es algo parecido a las feministas radicales. Por principio, el hombre es opresor y la mujer una víctima. Pues algo parecido.)
POLÉMICA EN TODO EL PAÍS.
Un mediador musulmán en Italia: ‘La violación sólo es mala al principio’.
Abid Jee trabaja en una
cooperativa cuyo objetivo es “mediar entre dos culturas con el fin de
promover la integración de los inmigrantes”.
La
violación de una mujer en una playa de Rímini a manos de una banda de
magrebíes ha provocado una oleada de indignación en todo Italia.
(Mientras los baleares seguimos atontados y desorganizados, los valencianos se mueven para rechazar el totalitarismo catalanista y los políticos que les apoyan. Ya es hora de rechazar el proyecto catalanista, apoyado por los socialnacionalistas y los sucursalistas de Barcelona. El PP acojonado, como siempre.)
Comunidad Valenciana
“Defenem Valencia” traza un plan para evitar la “catalanización” de la Comunidad Valenciana.
Denuncian que es una asociación surgida ante la pasividad de los
políticos frente a los intentos de “catalanizar” Valencia. Se han
incorporado muchos estudiantes universitarios.
(El problema de los buenistas no radica en que sean idiotas- en tanto que buenistas- sino que sean peligrosamente idiotas.
Sucede algo parecido con los separatistas catalanes. Conozco a personas competentes en diversas especialidades, médicos, profesores, etc, que cuando hablan de la Cataluña oprimida por la bota castellana, se vuelven imbéciles.
Con los buenistas es parecido. Pueden ser buenos profesionales pero cuando ponen el traje de buenista, son peligrosamente idiotas.
Aconsejo la lectura de 'Idiotas occidentales', en este blog.)
LA ENFERMEDAD BUENISTA.
El buenismo nacional-representado por el Colegio
Oficial de Psicólogos de Madrid, la Comisión Islámica de España, el
Ilustre Colegio de Abogados de Madrid o el Arzobispado de Madrid- no ha
tenido reparos en equiparar el terrorismo islamista del ISIS con la “islamofobia” en España.
(No lo dude. La responsabilidad es de los políticos progres. Y los acomplejados. O sea, la mayoría.
En resumen, masacrar al ciudadano con impuestos y hacerse el progre a costa de los mismos ciudadanos a los que masacran. Ya saben, la propiedad es de derechas. ¡Que se jodan!)
MALLORCA OKUPADA.
Mallorca, en pie de guerra: "La Administración protege más a los okupas que a los ciudadanos".
Los vecinos de una urbanización denuncian la indefensión que sufren por parte de los políticos ante el fenómeno okupa.
Libre Mercado
LA ESPAÑA DE PROGRESO.
Galicia, harta de los 'okupas': más del 80% pide cambiar una ley "que les beneficia".
Las inmobiliarias retiran los carteles de "se vende" o "se alquila" para no dar pistas de que los inmuebles están vacíos.
Josep Borrell, ex presidente delParlamento Europeoy ex ministro durante el último Gobierno de Felipe González, ha instado a los independentistas catalanes a "que dejen de engañar a la gente" en cuanto a la permanencia de Cataluña en la Unión Europea si ésta se independizara de España, como promueven los miembros de Junts Pel Sí y la CUP.
"¿Cuántas
veces hay que repetir lo mismo? ¿Cuántas veces tienen las autoridades
europeas que decir que un nuevo Estado queda fuera de la Unión Europea?
No tendría ningún apoyo internacional", ha afirmado el es dirigente
socialista en el marco de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), que se celebran en Santander.
Borrell ha preguntado a los secesionistas de la coalición formada por el PDeCat -la antigua Convergència- y ERC y a los antisistema de la CUP:
"¿En qué mundo creen que viven?", ya que, a juicio del militante del PSC,
"una secesión por las bravas de una parte de un país, vulnerando su
Constitución y saltándose a la torera todo su ordenamiento político
interno" no tendría ningún apoyo en el contexto comunitario.
"¿Se creen
que alguien los va a apoyar? Que dejen de engañar a la gente, ¿no?", ha
insistido.
El
presidente de Llibertats, entidad que agrupa a juristas catalanes
contrarios al proceso independentista, Pere Lluís Huguet, ha asegurado
hoy que la Ley de Transitoriedad Jurídica «no pasa ningún filtro de los
estándares de democracia» europeos, por lo quees «un golpe a la democracia».
(ABC)
CATÁLOGO DE FALSEDADES.
Las mentiras están llevando muy lejos el autodenominado proceso
independentista catalán.
Primero, el cuento era que España les robaba,
hasta que apareció Borrell y, con la verdad que se ve –los datos ciertos
y las estadísticas oficiales–, demostró todo lo contrario.
Después, que
no se invertía allí y por eso, tras las Olimpiadas del 92, ahora tienen
El Prat y conectadas vía AVE las cuatro capitales de provincia.
También
salmodiaron que se maltrataba la lengua catalana, cuando nunca en su
historia recibió más dinero y apoyo para su implantación. Como no podía
ser de otra manera, reclamaban más autogobierno, y ya lo tienen todo,
incluida una policía autonómica tan desproporcionada en su tamaño como
ineficaz contra el terrorismo.
Así, embuste tras embuste, han armado un
relato en el que convierten al vecino en un enemigo que nunca existió.
Hasta el punto de afirmar que el resto de España vendía las armas que
ellos exportan.
A semejante impostura sumaron la falsificación de la
Historia. Ahora, se cargan el Estado de Derecho y seguiremos escuchando
engaños que, más tarde o más temprano, se volverán contra ellos.
(Es cierto que tendemos a minimizar el número de tontos y su peligro, pero resulta asombroso que- pasados unos cuarenta años- un político nos venga con estas milongas largamente fracasadas.
Tal vez sea un incomprendido genio socialista.)
¿SON, REALMENTE, TAN TONTOS?
La receta del Gobierno valenciano ante el desafío soberanista catalán.
Ximo Puig plantea la reforma del Estatuto de Cataluña y la Constitución para frenar el proceso.
La proposición de ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la
república catalana presentada ayer al Parlament por el bloque
secesionista es una norma de abrupta ruptura con apariencia de ley
fundamental provisional, radicalmente anticonstitucional y
antiestatutaria.
En realidad es exactamente el mismo texto que desveló EL PAÍS el 3 de
julio (con unos añadidos de régimen electoral), y que fue desmentido
con desdén por el vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras,
quien ahora debería pedir excusas: a los lectores, a los que pretendió
engañar.
Como su precedente, el texto prediseña un régimen político para
Cataluña no solo iliberal, sino autoritario. Su tinte autocrático se
inspira parcialmente en el dictado por el presidente Vladímir Putin para
Crimea. Quizá algunos lectores benévolos consideren que eso es una
exageración. Por desgracia, no lo es. Hay tres rasgos que asimilan el
régimen dibujado por el president Carles Puigdemont —bajo control de la antisistema CUP— a una autocracia.
Uno es la anulación del Estado de derecho, al cancelar la división de
poderes y someter el sistema judicial al imperio del Ejecutivo. El
presidente del Tribunal Supremo que se propone sería nombrado por el
presidente de la Generalitat (algo insólito en la Europa democrática) y
el entero aparato de la justicia, incluida la selección de jueces y sus
cargos, dependería de una comisión mixta en la que el Ejecutivo
ostentaría la mayoría absoluta de votos.
El segundo rasgo antidemocrático es que el próximo Parlament, que en
teoría tendría funciones constituyentes, carecería de ellas:debería
obedecer un “mandato” vinculante dictado por un “proceso de
participación ciudadana” (lo que técnicamente fue la kermesse
del 9-N) hegemonizado por un foro social no electo, sino previsiblemente
compuesto por entes del tipo Òmnium, Assemblea Nacional y demás
terminales subsidiadas del soberanismo.
Y el tercero es la normativa electoral, lo único nuevo aupado a este
texto de ruptura. Su “sindicatura” (junta electoral) no la formarían
jueces, sino otras personas elegidas por la (exigua) mayoría simple
parlamentaria secesionista. Además, va contra el Estatut, que impone que
la ley electoral concite una mayoría reforzada de dos tercios: un
mandato jamás alcanzado por el secesionismo. Que por eso busca ahora
eludirlo, violando la ley máxima de Cataluña.
Así que al dislate de la ruptura constitucional/estatutaria se le
suma el agravante de que esas normas democráticas serían sustituidas por
otras autocráticas. Y próximas a la democraciaorgánica,
si bien ahora algo suavizada por la tolerancia de partidos, si se
someten a las normas secesionistas. Estamos ante un proyecto que no se
merece ningún ciudadano catalán. Tampoco el grueso de los
independentistas de buena fe, a los que se pretende seducir con una
democracia “de alta calidad”, de lo que está muy lejos este texto
“fundacional”.
Además, esta norma es clandestina, pues oculta los cinco reglamentos
que la acompañan. Y se fía a una cláusula suspensiva (la victoria de un sí
en el hipotético referéndum), algo propio de los contratos civiles,
pero indigno de un texto de carácter y alcance pretendidamente
constitucional. Al dislate político y el engaño a los ciudadanos se une
así el desatino jurídico.
(Edit. El País.)
La deuda de Cataluña supone casi el 30% del total de las comunidades.
En la «Ley de transitoriedad jurídica y
fundacional de la república», se elude la asunción de la deuda de la
región.
Señala que la Ley de Transitoriedad Jurídica presentada por la Generalitat es una ‘tomadura de pelo a todos los catalanes’.
Societat Civil Catalana ha reclamado al Estado que “actúe con la máxima contundencia” ante el Govern de la Generalitat tras la presentación de la Ley de
Transitoriedad Jurídica, futura norma que es un “despropósito a nivel de
derecho internacional” y una “tomadura de pelo a todos los catalanes”.
En la época del terror vasco era costumbre que los etarras y
asimilados respondieran que no reconocían la autoridad del tribunal que
habría de juzgarles. Era un lugar común aceptado por todas las partes.
Los etarras vivían ariscamente fuera de la ley y los jueces vivían
caldeadamente dentro.
El equilibrio entre legalidades duraba
hasta que el juez dictaba sentencia y entraba en escena el poder, que no
es más que la capacidad de aplicar la ley.Y los etarras se
preparaban para seguir viviendo fuera de la ley pero dentro de la
cárcel. Hace tiempo que los impulsores del Proceso secesionista catalán
imitan a etarras y asimilados, probablemente por la evidencia de un
suelo común.
La presentación, ayer, de una llamada ley [sic] de
transitoriedad [sic] jurídica [sic] y fundacional [sic] de la República
[sic] -la deydelá para abreviar con las únicas palabras
verdaderas del enunciado- es la manera de la semana, como de costumbre
algo tortuosa, con que el gobierno desleal se niega a reconocer la
autoridad democrática. Como de costumbre, también, el Gobierno se ha
aprestado a responder que la deydelá será recurrida y no entrará en vigor. El
Gobierno cumple su obligación. Pero su reacción, reducida a eso, vacía
de discurso, acaba contaminándose de la ficción nacionalista.
Examinadas
las acciones probadas de los etarras, el tribunal desgranaba los
artículos del Código Penal que se habían vulnerado. Era lógico que lo
hicieran aunque los etarras no reconocieran el Código. Una vez hecho eso
y fijada la pena correspondiente llegaba un gran momento:los etarras
seguían sin reconocer la ley, pero la ley sí los reconocía a ellos. Y
entraban al furgón.
Nadie duda de que el gobierno nacionalista quiebra la ley. ¡Ni el propio gobierno nacionalista!La inquietud española no está en el dictamen, sino en cómo el Estado va
a hacer cumplir la ley. Y la inquietud crece con gestos como el de la
impostada indiferencia con que el presidente Rajoy se refirió ("No hemos escuchado nada") al indigno abucheo de Barcelona.
Porque su problema, y el nuestro, no son cuatro maleducados (cifra el sumamente agudo Rivera)
sino que el productor, guionista y coreógrafo de los abucheos desfilara
a su lado en la manifestación. Este otoño, en Cataluña, se producirá
una situación traumática, inédita desde el golpe del 23 de febrero.
Una
intervención como la que el Estado se verá obligado a practicar requiere
una densa espuma de palabras, a modo de la que extienden los bomberos
en la inminencia de un aterrizaje forzoso. Pero hasta ahora,
ciertamente, no hemos escuchado nada.
(Si la mayoría decidide quemar su iglesia, imaginamos que sería coherente ¿o no?.
La legislación democrática no se pude violar porque, un buen día, la mayoría del pueblo equis lo decida. La democracia es, también, procedimientos. Si no se respeta todo esto, se juega al margen de la democracia. ¿Es esto lo que apoya el cura?)
ARGUMENTOS ESTÚPIDOS.
EN SANTA COLOMA DE FARNERS
El ‘párroco nacionalista’ se niega a quitar la propaganda contra España: ‘Es lo que quiere la mayoría’.
Los peores augurios se cumplieron y la
manifestación del pasado sábado en Barcelona fue uno de los momentos más
infames desde la instauración de la democracia. Allíno campeó
la resistencia al terrorismo, sino la estupidez y la ignominia.
La estupidez de quienes esgrimieron cartelitos de un buenismo tan insentato e
ignaro como repugnante, por su escandalosa desconexión deliberada de la
realidad y su gratuidad –pura pose, pseudocompromiso heroico de la peor estofa
precisamente porque se es consciente de que nadie va a exigir un precio, una
prueba al supuesto héroe comprometido–; y la ignominia de los canallas que
prostituyeron el objeto de la convocatoria, que profanaron la memoria de las
víctimas de la matanza islamista de las Ramblas, para perpetrar una vomitiva performance sectaria.
La imagen que
ofreció el sábado al mundo una ciudad que hasta el ominoso 17 de agosto
acaparaba titulares internacionales por la huelga que desarboló su aeropuerto
internacional y por una muy agresiva e infecta campaña de turismofobia fue
sórdida; una vergüenza. No han sido
pocos los extranjeros que han alucinado ante una manifestación contra el
terrorismo en la que no se hacía la menor alusión al islamismo criminal
causante de la matanza objeto de la misma, y en la que pancarta más
grande y llamativa, jaleada por los que han hozado sin descanso en la
turismofobia, decía
"Vuestras políticas, nuestros muertos" y reproducía
la célebre Foto de las Azores, cuyo uso en todos estos años haría las delicias
al nazi Goebbels, tan emulado por sus supuestos enemigos.
Cataluña está en manos de una casta política
descalificable, impresentable, tóxica hasta la náusea. Es, sin lugar a dudas, el peor enemigo de Cataluña, a la que demuestra
odiar con furia con sus dichos y hechos marinados en un fanatismo despreciable,
criminógeno, que está devastando el Principado.
Son numerosas las voces que han pedido que se
distinga a quienes convirtieron la manifestación del sábado en una afrenta a
las ignoradas víctimas del
terrorismo de la inmensa mayoría de los manifestantes, que no se echaron a
la calle con banderas que dinamitan la convivencia ni miserables carteles que
pretendían disimular el odio y el sectarismo que los animaba con proclamas
buenistas. Sea.
Pero lo
cierto es que esa Cataluña que no es la peor Cataluña tiene que hacer más,
mucho más.Tiene, de hecho, que demostrar que es mayoritaria y conquistar el espacio
público; practicar la activa exclusión social de los liberticidas, de los
blanqueadores de terroristas, de los que excitan el odio contra el resto de
España, y expulsar de las instituciones a quienes están convirtiendo el
Principado en una suerte de pseudo Estado fallido y canalla.
(Edit. Ld.)
'España es el país que se avergüenza de su historia y se complace de su miseria’
Arturo Pérez-Reverte ha publicado este domingo un
artículo en el que denuncia los males que padece la sociedad española.
El escritor ha reaccionado de esta forma a la manifestación contra el
terrorismo del pasado sábado en Barcelona, donde los nacionalistas
aprovecharon la presencia de medios de comunicación de todo el mundo
para atacar a Mariano Rajoy, Felipe VI y exponer los motivos por los que
el procés “debe seguir adelante”.
Pérez-Reverte,
que ya ha expuesto en muchos de sus artículos la “actitud blanda” de
Europa con el islamismo, se ha centrado en la historia de España para
explicar la situación actual. “Nadie que conozca bien nuestro pasado
puede hacerse ilusiones”, ha asegurado el escritor, que cree que los
españoles estamos infectados de una“enfermedad histórica y mortal”.
“Siglos
de guerra, violencia y opresión bajo reyes incapaces, ministros
corruptos y obispos fanáticos, la guerra civil contra el moro, la
Inquisición, la envidia como indiscutible pecado nacional o la atroz
falta de cultura nos ha puesto siempre en manos de predicadores y
charlatanes de todo signo”, ha continuado Reverte, que ha mantenido que
España es uno de los pocos países de Occidente donde “se avergüenzan de
su gloria y se complacen en su miseria”.
Pérez-Reverte ha mantenido que en España “se insultan las gestas históricas, se
maltratan y olvidan los grandes hombres y mujeres o se borra de la
memoria lo digno”. “Al final, sólo se conserva, como arma arrojadiza
contra el vecino, la memoria del agravio y ese cainismo suicida que
salta a la cara como un escupitajo”.
“Estremece tanta falta de respeto a nosotros mismos”, ha sentenciado el escritor, que en su cuenta de Twitter ha mantenido que estas palabras valen “para hoy y para siempre, creo”.
(La Gaceta)
SALTAR POR LOS AIRES. Los independentistas quieren hacer saltar por los aires Cataluña. Su
catadura moral ya la comprobamos en toda su extensión y expresión este
mismo sábado, al no solidarizarse con las víctimas ni condenar a los
terroristas y convertir la manifestación de Barcelona en un acto
proselitista de su causa.
El clamor internacional en su contra evidencia
el escaso futuro que esperaría a su ensoñación en el concierto mundial.
Ahora amenazan con una ley de desconexión, quebrantando todo el Estado
de Derecho, en una demostración más de su inclinación al delito.
Supongo
que va siendo hora de actuar, y no me vuelvan a decir que no habrá
papeletas ni urnas: no es argumento en una democracia seria, como
suponemos que es ahora mismo España. Y si no lo es, será por exceso de
contemplaciones con quienes infringen la Ley a la descarada.
El
comportamiento de los separatistas catalanes, además de hartazgo,
produce náuseas. Se equivocan al no pedir opinión al resto de españoles.
Es posible que hasta se llevasen una sorpresa.
(Me dáis asco. Pero no toda la culpa es vuestra. Durante décadas, PP/PSOE os han permitido, irresponsablemente, deslealtades y chantajes.
Os ha salido gratis. Y os comportáis como niños malcriados. O sea, groseros, repelentes y sin un mínimo de humanidad. Lo menos era dar las gracias. Pero sóis muy poca cosa.
¡Además de asco, dáis pena!)
ME DÁIS ASCO.
Rajoy y el Rey, recibidos con pitadas y gritos de "fora" en la manifestación de Barcelona.
Pese a que iba a ser una manifestación sin banderas, las esteladas presidieron la protesta ante el Rey y el presidente.
(ld)
El separatismo utiliza la manifestación contra el terrorismo para hacer campaña por el ‘procés’.
El Rey Felipe VI y los miembros del Gobierno han recibido una sonora pitada y gritos de “fuera” a su llegada a Barcelona.
(La Gaceta)
EL ATENTADO QUE NO PERPETRÓ NADIE.
La manifestación de Barcelona ha sido, a mi entender, un momento triste
de la historia de la democracia española.
Nunca antes hubo una
manifestación después de un atentado terrorista en la que no se
denunciara a los asesinos. Esta vez no solo no había ni un cartel contra
el Daesh, que da la casualidad de que ha reivindicado el atentado, sino
que había multitud de carteles contra el Rey de España y contra el
Gobierno de la Nación. Que, además, no tiene las competencias de
seguridad contra el terrorismo.
El colmo. Hace falta ser verdaderamente
idiota para llenar las calles con carteles contra las armas cuando los muertos de Barcelona fueron causados por un vehículo.
Y por un arma blanca, pero supongo que los carteles no pretendían
denunciar el supuesto tráfico de navajas de Albacete o de cuchillos
jamoneros de Toledo.
La imagen del Rey y el Gobierno de la Nación
marchando rodeados de «esteladas» ha resultado especialmente penosa.
Reconozco su buena voluntad al no querer dejar el espacio en manos de
los independentistas e ir a Barcelona sabiendo que corrían este riesgo. Pero, lamentablemente, la manifestación de Barcelona sólo ha sido un
éxito para los que llevan nueve días intentando capitalizar el atentadopara sus intereses bastardos.
(Ramón Pérez-Maura/ABC.)
NI MIEDO NI RESPETO A LAS VÍCTIMAS.
Dijo en cierta ocasión Albert Boadella que una parte de la población
catalana «sufre el virus de la paranoia». Por desgracia, así se constató
ayer en la manifestación de Barcelona en la que se vivieron situaciones
vergonzosas. Se trataba, no lo olvidemos, de una marcha contra el
terrorismo y en homenaje a las víctimas de los atentados yihadistas en
Barcelona y Cambrils.
Y, sin embargo, como se presumía, organizaciones independentistas la convirtieron en un aquelarre propagandístico, en una especie de ensayo de la Diada. Perfectamente orquestados,politizaron de un modo abominable un acto por la paz, ahogando el grito «no tenemos miedo» de muchos catalanes
de buena voluntad con sus sonoros pitidos contra el Rey y el Gobierno
de España.
El contraste fue evidente con la concentración celebrada en
Ripoll en favor de la paz. Que con los atentados tan recientes aún,
estos colectivos soberanistas y antisistema -espoleados por la CUP, que
sostiene al Govern-, demostraran tan nulo dolor por los muertos, nos
sitúa ante una grave efermedad enquistada en el seno de la sociedad
catalana.
Mucho se había debatido sobre la conveniencia de que
Don Felipe asistiera a Barcelona, dado que la encerrona estaba
anunciada. Pues bien, creemos que pese a la incomodidad de la situación y
al hecho de que la afrenta al jefe del Estado resultara del todo
ofensiva para el conjunto de la ciudadanía,el Rey tenía que estar ayer donde estuvo, junto a las principales autoridades del Estado. Porque la situación de excepcionalidad que vivimos por la amenaza yihadista hacía de esta marcha una ocasión especial.
Y porque el independentismo en modo alguno puede marcar la agenda de las instituciones.
Los más altos representantes del Estado no pueden renunciar a estar
presentes en Cataluña, como en cualquier otro lugar de España, cuando
las circunstancias lo exigen. Así lo asumieron, por ejemplo, los
presidentes de casi todas las comunidades autónomas, presentes también
en la marcha.
Pero, dicho eso, los agitadores independentistas ayer fueron demasiado lejos en su actitud injuriosa,
con la lamentable cobertura de dirigentes políticos del nacionalismo y,
lo que es más grave, de formaciones como Podemos, tercera fuerza del
Congreso, no lo olvidemos. La campaña orquestada para convertir al Rey y
al Gobierno en corresponsables de las matanzas por el mantenimiento de
las relaciones bilaterales con regímenes como el de Arabia Saudí
-«Felipe, quien quiere la paz no trafica con armas» y cosas similares se
leían en las pancartas y octavillas repartidas- no tiene nada que ver con «la libertad de expresión», como defendió Pablo Iglesias. Es un insulto a la inteligencia y una afrenta al conjunto de los españoles.
La
relación que toda la comunidad internacional mantiene con dictaduras
como la saudí es de una enorme complejidad; pero repetir sin cesar estos
días el mantra de que las monarquías del Golfo son las patrocinadoras
del Estado Islámico es de una simpleza absoluta. Además, en el caso que
nos ocupa, estamos ante una mezcla infinita de demagogia y de cinismo.
No podemos olvidar cómo, por ejemplo, el Barça, mucho más que un club,
como sabemos, en Cataluña, y que se usa también como palanca del procés,
ha recibido pingües emolumentos por parte del régimen qatarí hasta
fechas bien recientes. Y nadie de los que ayer trataban con impunidad de
incriminar al Rey en los atentados se rasgaba la camiseta. Por no
hablar de la financiación de Irán -o Venezuela- a distintos órganos de
Podemos, o de que la CUP y ERC que pretendían que los representantes
españoles no estuvieran en Barcelona, recibieron con los brazos abiertos
a líderes de Bildu que nunca han hecho ascos al terrorismo.
Deja, desde luego, muy mal sabor de boca que,
en un escenario de duelo, el nacionalismo haya antepuesto la necesaria
unidad política que reclaman los ciudadanos a sus intereses partidistas.
Aunque cabía esperar que ayer sucediera lo que ocurrió, porque la
víspera se había encargado el propio Puigdemont de calentar el ambiente y
de dinamitar la unidad acusando al Gobierno de «hacer política» con la
seguridad de los catalanes. Inadmisible.
Probablemente porque se sabía
que la marcha iba a estar tan manipulada por algunos, muchos barceloneses se abstuvieron de participar.
Los datos hablan por sí solos. La Guardia Urbana cifró ayer la
asistencia en medio millón de personas; en 2004, tras el 11-M en Madrid,
un millón y medio de manifestantes se concentraron en la Ciudad Condal.
Ha sido una forma terrible de ensuciar tanto dolor colectivo.
(Edit. El Mundo.)
La Diada del Terror:
no a la islamofobia, sí a la hispanofobia.
Mucho miedo, poca vergüenza y ninguna
dignidad: ese podría ser el balance de la I Diada del Terror o la Diada
del Terrorismo del Año I de la Independencia Catalana, que, por otra
parte, ha dejado nítidamente claro que ni Barcelona ni ciudad alguna golpeada por el islamismo terrorista necesita manifestaciones, porque la del Islam contra Occidente es una guerra y las guerras ni se hacen con flores ni se ganan con pancartas.
Otra cosa es que, como ayer, se quisiera negar la guerra que existe y
se escenifique algo que no puede existir, que se actúe como si el
terrorismo fuera materia opinable y la calle dictaminara si continúan
matando o no por votación popular con los pies o concentración de manos
blancas. Lo que ayer quedó claro en Barcelona es lo que en España
deberíamos saber desde el asesinato de Miguel Ángel Blanco: las grandes manifestaciones sólo sirven para demostrar el estado de conmoción de la masa,
que se agrupa y amontona para demostrar lo que niega: que está muerta
de miedo.
Y que sus dirigentes, tan asustados como ella, unen
democráticamente su pavor al ajeno para diluir en un estado de confusión
emocional sus responsabilidades.
- Seguir leyendo:
http://www.libertaddigital.com/opinion/federico-jimenez-losantos/la-diada-del-terror-no-a-la-islamofobia-si-a-la-hispanofobia-83028/
(Ld. Jiménez Losantos.)
Periodista inglés explica con 2 fotos lo de hoy en BCN
on • ( 49 )
El món ha mirat el nacionalisme…i ara ja sap com és.
Hoy toda España quería estar en Barcelonapara decir al terrorismo yijadista que estem units enfront els bàrbars y que no nos van a ganar.
Peroel nacionalismo ha intentado apropiarse de lo que era de todos sacando sus banderas de división, aullando que “espanya” es la culpable de la masacre, xiulant el Rei de tots y clamando “contra la islamofobia” (sic).
No, hoy el nacionalismo no tenía ninguna intención de apoyar a las víctimas y de condenar a los terroristas.
Però
el seu odi i la seva intolerància ja se´ls hi giren en contra, y el
mundo responderá asqueado ante lo que no ha ocurrido en ningún otro
lugar.Miren qué bien lo ha entendido Matthew Bennett, director de The Spain Report, un medio con reputación de ecuánime e independiente que ya demostró su criterio al contar manifestantes en las manis del 11S:
(Dolca Cataluña.)
FUE UNA CELADA.
Fue una encerrona en toda regla. Durante una hora y pico, el tiempo
que tardó el segundo tramo del cortejo en llegar desde la calle de Caspe
al centro de la Plaza de Cataluña, casi todos los miembros del Gobierno
de España estuvieron sometidos al control de un grupo organizado de en
torno a unas tres mil personas.
Tres mil manifestantes perfectamente
coordinados entre sí, y cuyos dirigentes, sin la menor duda, disponían
antes de que se iniciará el acto de información reservada y
absolutamente confidencial sobre qué trayecto iban a seguir los miembros
del cortejo de autoridades desde la sede de la Delegación del Gobierno,
el lugar de donde partió la comitiva.
Alguien informó con
anterioridad a los activistas de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) de
que los miembros del Gobierno, los representantes del Poder Judicial, el
presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CMNV),
diputados, senadores y demás invitados oficiales procedentes de Madrid
se bajarían de los autobuses que los trasladaron a la concentración
justo en la confluencia de las calles de Caspe y de Pau Claris, junto al
colegio de los Jesuitas.
Luego tendrían que recorrer a pie el
trayecto desde allí al centro de la Plaza de Cataluña. Nadie en
Barcelona podía disponer de esa información sensible antes de que
llegase Mariano Rajoy con el resto de autoridades.
Bien, inmediatamente justo en ese tramo de la calle de Caspe, el que
separa las dos arterias paralelas del Paseo de Gracia y de Pau Claris,
zona por la que no estaba previsto que transcurriese ningún tramo de la
marcha, estaban apostados en ambas aceras y cubriendo todo el espacio
disponible, hasta la última baldosa del suelo, los activistas de la ANC.
Sería
llegar los autocares y, al punto, comenzar el acoso permanente con
gritos y exhibición de carteles plastificados en los que se acusaba al
Rey de haber sido el genuino inductor de la matanza. Aunque el Rey logró
librarse de esa primera acometida porque no llegó en esos autobuses,
sino que acudió con los vehículos de la Casa Real. Pero todo estaba
previsto para que tampoco él se pudiera escapar del cerco. Sobre todo
él.
Aunque más que de cerco, cabría hablar de una auténtica operación jaula.
Y es que, amén de los tres mil activistas de la ANC a los que por
casualidad se les ocurrió situarse a ambos lados de la calzada por la
que iban a tener que transitar todas las autoridades del Estado, justo
detrás de esa mismas autoridades se encontraba ubicado el avispero de
banderas esteladas que portaron otros centenares de activistas de la ANC
y de Òmnium.
A ambos lados, derecha e izquierda, militantes
nacionalistas en manifiesta actitud hostil. Justo detrás, un mar de
esteladas y cientos de carteles también de la ANC. Sólo quedaba, pues,
la presunta representación de la sociedad civil que abría la marcha.
Pero
apenas cinco minutos antes de comenzar el acto, el Rey, Rajoy y el
resto de autoridades observarían entre incrédulos y atónicos que también
esos que iban en cabeza se giraban de repente hacia ellos para exhibir,
y a apenas un metro de don Felipe VI, los mismos carteles de la ANC en
los que se le hacía responsable del crimen islamista de La Rambla.
Todo
estaba organizado hasta el más mínimo detalle para que aquello fuera
una ratonera. Hasta el más mínimo detalle. Y sólo en el instante en el
que, por fin, pudieron pisar la Plaza de Cataluña, casi una hora más
tarde, comenzaron a sentirse libres los representantes todos de la
soberanía nacional con su suprema encarnación al frente. Fue una celada.
(José García Domínguez/El Mundo.)
Un exconsejero de ERC culpa al “Estado asesino” de los atentados.
Josep Huguet
se suma a las teorías conspirativas de los independentistas, que acusan
al Gobierno de esconder información a los Mossos.