ESTADO DE
SÁNCHEZ.
“Señor
Sánchez: (…) Le hemos concedido las competencias extraordinarias de un estado
de alarma, que ya es más un estado de excepción encubierto. (…) ya ha excedido
con creces su alcance constitucional. Aun así, hoy vamos a votar a favor por
sentido de Estado”. Pablo Casado, 1 de abril de 2020.
Efectivamente,
el estado de alarma es un régimen excepcional que permite al Gobierno “limitar
la circulación o permanencia de personas o vehículos en horas y lugares
determinados, o condicionarlas al cumplimiento de ciertos requisitos” (art. 11,
LO 4/1981). Para suspender derechos fundamentales, es preciso declarar
previamente el estado de excepción, no el de alarma.
Así lo
declaró el Tribunal Constitucional en la STC 83/2016, sobre el recurso de
amparo presentado en su día por los controladores aéreos, tras la declaración
del primer estado de alarma en la historia democrática de nuestro país: “a
diferencia de los estados de excepción y de sitio, la declaración del estado de
alarma no permite la suspensión de ningún derecho fundamental (art. 55.1 CE
contrario sensu), aunque sí la adopción de medidas que pueden suponer
limitaciones o restricciones a su ejercicio”.
Recordemos
que todos tuvimos prohibido durante tres meses salir de nuestras casas, con
ciertas excepciones. Cualquiera diría que eso es suspender la libertad
deambulatoria (art. 19 CE), y parece que el Sr. Casado estaba de acuerdo en que
esa medida habría requerido el estado de excepción. Aun así, votó a favor, ante
la política de hechos consumados de Pedro Sánchez.
VOX
interpuso un recurso de constitucionalidad frente al decreto del estado de
alarma, sin que aún sepamos nada del Tribunal Constitucional. Tendrán cosas que
hacer. Recuerdo cómo cuando el 1-O resolvían todo diligentemente en tiempo
récord, gracias a Dios. Pero los asuntos incómodos tienden a traspapelarse,
como aquel recurso contra la ley del aborto que lleva diez años aparcado. A
estas alturas, cualquiera se atreve a declarar la inconstitucionalidad del
anterior estado de alarma, con las consecuencias patrimoniales que podría
generar para el Estado.
Ya no
importa: ya estamos en la siguiente fase. Sánchez va estirando incesantemente
las costuras de normas e instituciones. Ahora plantea una prórroga de seis
meses, seis, del estado de alarma, cuando de la norma cabe deducir que la
prórroga no puede superar el plazo inicial, de quince días, y así lo entendió
él mismo entre marzo y junio. Hasta algún autor opina que no cabría más que una
sola prórroga (este posible límite ya lo superamos ampliamente en la anterior
ocasión). Por no hablar de que al haber otro estado de alarma en vigor (el
declarado contra Madrid), declarar otro podría constituir un fraude de ley. Y
en estas sale el nuevo líder del centro, Pablo Casado, y dice que ¡ocho semanas
como mucho! O sea, saltémonos la norma, pero con moderación.
En la moción
de censura, Casado se situó en el centro equidistante entre Sánchez y Abascal,
y llamó a socialdemócratas y regionalistas a unirse al PP. Está en su derecho y
tiene cierta lógica ante la irrupción de VOX. Lo que está feo es unirse al coro
que insiste en etiquetar a VOX como franquista, machista, racista, homófobo, y,
lo que vendría a ser el resumen de todo ello, fascista. Pero Casado lo hizo
cuando dijo “entre la nación de naciones y la España grande y libre hay un
espacio” o lo de “hables lo que hables, tengas el color que tengas, ames a
quien ames”. Cuando VOX sólo propone derogar las leyes ideológicas del PSOE,
como proponía el antiguo PP. Pero aún más feo es tolerar que el Gobierno vaya
derogando la Constitución por la vía de hecho.
La
consecuencia es que el Gobierno tendrá la facultad de suspender derechos
fundamentales durante quince días más el plazo que quiera con el aval de una
mayoría simple del Congreso.
Tres días después
de la moción de censura en la que el Congreso le ratificó, el Presidente del
Gobierno pide un cheque en blanco para evitar el control parlamentario y el
control judicial a las medidas que se decreten.
“El Estado
soy yo”, decía Luis XIV. “El Estado es mi Persona”, dirá a este paso Pedro
Sánchez. La Ciencia, con mayúscula, también es él. Y nos informa de que no
estamos ante un toque de queda, sino ante una “restricción nocturna a la
movilidad”, en “expresión más contemporánea”. El Dr. (?) Simón, por su parte,
no da la lista de expertos porque no vale la pena, que es muy larga. Sólo les
falta partirse de risa en directo.
Y como
guinda, el PSOE firma un manifiesto por la democracia y contra VOX con Podemos,
Bildu et al. mientras Monedero publica un tuit diciendo que “si hay menos
fascistas en Euskadi es porque la gente de izquierda les ha plantado cara (…)
Contra el fascismo hay que mancharse las manos.” O sea, alardea de que el
terrorismo haya expulsado a miles de vascos… fascistas, claro. ¿De qué querrá mancharse
las manos?
Nos está
quedando una dictadura estupenda. Perdón, usemos una “expresión más
contemporánea”: una República Democrática Popular.
(Gabriel Le
Senne/MallorcaDiario/29/10/2020.)