Páginas

sábado, 10 de enero de 2009

EL DERECHO DE ISRAEL.

Lunes, 29-12-08
YA se ha producido la tan temida como previsible catástrofe. Después de la ruptura unilateral de la tregua por parte de Hamás y sus continuos ataques con cohetes y morteros contra el territorio meridional israelí, tras una larga serie de advertencias a las autoridades de la Franja de Gaza para que pusieran fin a los ataques terroristas, el presidente israelí, Simon Peres pidió hace días encarecidamente a la población de Gaza que impidiera a los terroristas provocar la situación que lo hiciera inevitable. Al final, Israel ha tenido que responder. Y lo ha hecho con contundencia. Ha destruido prácticamente todos los edificios de la policía y las milicias de Hamás, depósitos y túneles por los que se introducen en Gaza las armas.

Por supuesto que ha habido víctimas civiles. Porque muchos de los arsenales están en sótanos de casas de miembros y líderes de Hamás. Porque todo el terrorismo islamista se arropa en civiles, cuyas muertes para ellos son una bandera. Pero quien vea el mapa de las operaciones realizadas sabe que el esfuerzo de las fuerzas israelíes por evitar víctimas civiles palestinas es tan denodado como el habitual de los terroristas de Hamás por matar al mayor número de civiles israelíes.

Sólo la ignorancia, la mala fe y la militancia antiisraelí de los medios de comunicación -en nuestro país ya grotescos- pueden inducir a hablar, como se ha hecho, de «ataques masivos». Quien conozca un poco Gaza, una de las regiones más superpobladas del mundo, sabe que un ataque «masivo» habría provocado muchos miles de víctimas. Y no 280, en su mayoría hombres adultos y en gran parte uniformados.

Pero esto da igual no sólo a los medios de comunicación, también a las organizaciones políticas o humanitarias y a tantos políticos de derechas e izquierdas, a los que tan fácil les resulta condenar un bombardeo ante la opinión pública. Eso siempre confiere «caché» humanitario. Han callado durante todo el tiempo en el que Hamás ha generado una situación que hiciera inevitable la tragedia.

Hace tres años Israel se retiró de Gaza como acto de buena voluntad para intentar dar un impulso a unas negociaciones sobre los dos estados, el Israel y el palestino, cuya existencia hoy es aceptada por una abrumadora mayoría de los ciudadanos israelíes. En la otra parte no sucede lo mismo. Cada vez son más los palestinos que siguen las consignas de Hamás y Teherán, rechazan la solución de dos Estados y llaman a la destrucción de la «entidad sionista». Hay muchos responsables de que así sea. Y no todos están en la región. Están ante todo los terroristas de Hamás que con la ayuda de Irán y Siria y la inapreciable colaboración de la corrupción del aparato de Al Fatah de la Autoridad Palestina, consiguieron ganar unas elecciones, liquidar a sus oponentes y establecer un Estado terrorista en la frontera sur de Israel.

Mientras desde Israel, pese a la confusión y las convulsiones políticas internas, se hacían esfuerzos por proseguir las negociaciones con la Autoridad Palestina en el poder en Cisjordania, Hamás y su patrón iraní Ahmadineyad han ido ganando terreno, comprensión internacional, amigos y armas. No sólo en Rusia, China o Pakistán, también en Europa por supuesto. ¡Qué confusión de valores por nuestros lares! Pocos hechos tan significativos como que en el Reino Unido, donde más activamente se ha hecho campaña para aislar al Estado de Israel, un canal de televisión decidiera estas navidades emitir un saludo de Nochebuena del presidente iraní, el adalid de la destrucción del Estado judío, el látigo de infieles, el carcelero de mujeres intelectuales, el verdugo de homosexuales, miembro de la Alianza de Civilizaciones con el turco Erdogán y el español Zapatero, nuestro hombre de la Kafiya.

«Comprensión hacia Hamás», «no aislar a los islamistas», «no radicalizarlos». Este sempiterno pregón de nuestro ministro Moratinos parece ya omnipresente en el discurso vacuo e insensato de gran parte de la clase política europea. Y lo es porque previamente ha sido asumido por los medios de comunicación y gran parte de la opinión pública. Pese a toda la cultura de apaciguamiento, negociación de principios y relativismo general que se nos inocula a diario, nadie en España se atrevería a decir que las pistolas de ETA son inocuas porque tienen menos capacidad de fuego que las armas de la Guardia Civil. Es la artera forma de analizar la realidad comparando elementos no comparables. Es la que lleva a tanto intelectual y vocero en nuestros medios a decir que los misiles artesanales de Hamás son poco más que una broma pesada y que no justifican nunca una acción contundente del agredido para acabar con ellos. Es la que lleva a tanto idiota a pensar que las armas son malas independientemente de quienes las tenga.

El hecho cierto es que el terrorismo ha tenido un éxito parcial aquí en España, como saben quienes lo denunciamos, quienes lo niegan y quienes directamente se han beneficiado de ello. Aquí el éxito del terrorismo ha supuesto privilegios para sus simpatizantes y amigos secretos o la debilidad de la idea nacional en beneficio de otros nacionalistas. En Israel la amenaza es directamente existencial y pone en peligro su propia existencia como Estado. La creación de un Estado terrorista en Gaza en los últimos tres años y su creciente capacidad de paralizar el sur israelí pone en cuestión la propia viabilidad del Estado de Israel. A ojos de los israelíes pero ante todo a ojos de los cientos de millones de islamistas, árabes o no, que han convertido la destrucción de Israel en el centro de su existencia. Israel no puede vivir con gran parte de su población enterrada en refugios día sí, día también, porque Hamás o Ahmadineyad quiera. Acabaría toda Israel igual y ese gran estado no se erigió en su día para ser un gran Lager bajo tierra con los SS islamistas desfilando encapuchados sobre sus campos.

Mucho se hablará ahora durante y después de esta campaña militar -que todos deseamos corta, pero puede ser muy larga y dolorosa para todos- sobre el papel en su desencadenamiento del punto de inflexión en la historia de Estados Unidos que supone la llegada de Barack Obama a la presidencia. Creo que nadie debiera sobrevalorarlo. También creo desencaminados los intentos de explicar la operación militar israelí como parte de la dinámica electoral interna de Israel. Nada había más lejos de los deseos de la ciudadanía israelí que entrar ahora en este conflicto. Porque conocen la guerra. Y todos saben que estos muertos del fin de semana no son los primeros ni los últimos. Y que muchos no serán terroristas sino también niños y niñas tanto palestinos como israelíes y muchos soldados israelíes como la campaña prosiga por tierra.

Lo que sí debería estar claro es que los defensores de esta operación militar de Israel somos los que sufrimos por todas las muertes, también por las ahora habidas en todos los bandos. Y enfrente hay un enemigo que se alegra de las muertes, también de las propias. Y las busca en Israel, en las Torres Gemelas, en Londres o Atocha, en la India o en Afganistán. Forman parte de una cultura de la muerte que es enemiga de nuestra sociedad tanto como del Estado de Israel. Y que si Israel fallara en su autodefensa, por supuesto que desaparecería como Estado democrático pero todas las demás sociedades abiertas perderíamos nuestro bastión más firme en la defensa de la ciudadela de la libertad. Una ciudadela que tiene muchas murallas minadas o tambaleantes en Occidente por el miedo a luchar, la falta de voluntad de ganar, por su confusión de valores y su incapacidad para el sacrificio. O porque, ilusos, creen que tratamos con un enemigo como nosotros. Esperemos que esta tragedia tenga un receso al menos. Pero la guerra será larga y la lista de víctimas también.

La única nota de optimismo que tengo para concluir esta reflexión está en mi profunda convicción de que Israel, con la sabiduría de miles de años de supervivencia y la memoria de quienes aun son testimonio vivo de la última vez que -ante la pasividad de todos- se quiso exterminar a su pueblo, nos dará una nueva lección a la civilización. A la única civilización existente. Israel sabrá defender, cueste lo que cueste, pese a quien pese, llore quien llore, su sagrado derecho a la existencia en libertad y dignidad.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX





MIENTRAS SIGUE PENDIENTE SU EXTRADICIÓN

De Juana participa en Belfast en una manifestación contra Israel

2 comentarios (participe también)


El etarra De Juana Chaos sigue sin volver a España, donde se le acusa de un nuevo delito. En Irlanda del Norte, donde sigue pendiente de los tribunales su extradición, el sanguinario terrorista participó en una marcha contra Israel y definida como pacifista, según cuenta El Mundo. »


4 comentarios:

  1. Anónimo9:47 p. m.

    Ellos solos se juntan y se definen, los progres que defienden a los terroristas de Hamas y al pueblo palestino que les llevó al poder, hermanados con De Juana. Todos juntos contra Israel!

    Y la prensa, la radio, la TV españolas, todas como papanatas, jaleándoles, mientras los españolitos de a pie, les vemos hacer y callamos.

    Todo esto tiene un porqué. No puedo creer que sea coincidencia. El apoyo de ZP y su gente a todo esto... ¿A quién sirves de verdad ZP?¿Quién es tu amo?

    ResponderEliminar
  2. Yo diría que su 'amo' es una idea. La izquierda se define, en gran medida, por su odio, su desprecio a la sociedad occidental y sus pilares: el cristianismo, la familia, la propiedad privada, la economía de mercado ...
    El movimiento contracultural trata de expresar su rechazo a la cultura dominante porque expresaría y perpetuaría una sociedad injusta, explotadora y decadente. De ahí la necesidad del 'hombre nuevo' y la destrucción de las instituciones y valores que constituyen la base de nuestra civilización. De ahí la frase de A. Finkilekraut: 'La izquierda ya no tiene ideas. Sólo enemigos'.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo2:25 a. m.

    Yo creo que sí tienen ideas... las que les sirven para apuntalar *su verdad*, y desprecian cualquier argumento, no por contradictorio con ésta, sino por innecesario. Ya saben todo lo que hay que saber en cualquier cuestión que se plantee.

    Un profesor universitario visitó al maestro zen Nan-in, para preguntarle sobre la filosofía zen. Pero en vez de escuchar al maestro, el visitante expuso una y otra vez sus propias ideas.
    Tras escuchar durante un rato, Nan-in se dispuso a servir el té. Llenó una taza hasta el borde y prosiguió vertiendo.
    El té rebasó los bordes de la taza, llenó el platito y se derramó
    sobre los pantalones del hombre y por el suelo.
    «¿No ve que la taza está llena?», explotó el profesor. «¡No puede seguir llenándola!».
    «Exactamente», respondió Nan-in con calma. «Al igual que esta taza, usted está lleno de sus propias ideas y opiniones.
    ¿Cómo puedo explicarle la filosofía zen si no vacía
    su taza primero?».

    Yo creo que este colega suyo era de izquierdas, ¿eh? :-P

    saludos

    ResponderEliminar
  4. Yo también creo que la izquierda tiene ideas. Lo que A. Finkielkraut quiere decir, supongo, no es que no tengan ideas, a pesar de la literalidad de la frase. También las tienen Hugo Chávez, Fidel Castro y amigos más o menos cercanos. Los antiglobalizadores violentos, los que apoyan a los terroristas de Hamas, etcétera.

    Lo que creo que quiere decir es que no tienen ideas 'sensatas', que han perdido el norte. Y que no aceptan adversarios políticos, propio de la democracia, sino enemigos. Los que discrepan de sus ideas. Así trata el pesoe al pepé. Pacto de Tinell y demás. Sí, por desgracia tienen ideas. Y van saliendo caras.

    Creo que no repetiré la frase de este intelectual francés (de izquierdas cuando era joven, como tantos otros) porque da lugar a malentendidos.

    ResponderEliminar