BAJO EL VOLCÁN|MARTIN PRIETO
El cerebro de las mujeres
LA DOCTORA Louann Brizendine, neuropsiquiatra de la Universidad de California, San Francisco, fundadora de la Women's and Teen Girl's Mood and Hormone Clinic. Fue parte del claustro de la Harvard School, está graduada en Neurobiología por la Yale University School of Medicine y por la Universidad de California, Berkeley. Experta en el estudio de las hormonas femeninas y masculinas en las diferentes etapas del individuo, especialmente las mujeres. Su libro El cerebro femenino (Ed. R.B.A) es la propuesta más atractiva en nuestras estanterías en estos momentos de sexo perdido y aborto de automoribundia promovido por las dos ministras abortistas, solteras y sin hijos que proclaman la buena nueva con las sonrisas de quien anuncia la vacuna del cáncer.
La doctora Brizendine nos explica que hasta las primeras ocho semanas de gestación el cerebro es femenino. Que el cerebro de las mujeres se adelanta en dos años al de los varones, y que las adolescentes no están locas sino sumidas en un caldero ardiente de hormonas. Facilitarles la ingesta de una bomba de estrógenos, como es la composición de la píldora poscoital es una barbaridad sin consejo ginecológico. Hasta los laboratorios que las venden desaconsejan su empleo en menores de 16 años.
Nuestras adolescentes, principales víctimas del embarazo no deseado desconocen las feromonas, la dopamina y la oxitocina llamada «la hormona del amor», y probablemente ignoran dónde está el útero y para qué sirve. Y así no se puede follar a pelo. Ni en los colegios ni en su casa se les brinda información sexual, arreligiosa, aideológica y apaternal, porque los políticos nada tienen que decir sobre las trompas de Falopio, los clérigos sobre el cuello del útero y los papás sobre la succión vaginal.
Más aborto para hacer retroceder el embarazo no deseado producto de la desinformación y falta de higiene sexual. Y barra libre para la bomba de estrógenos que ingerirán las chicas tras su primera menstruación.
Las ministras abortistas, tan contentas, no son malas ni se ganarán el infierno, sólo son tontas, ignorantes que nunca se leerán el libro de la doctora Brizendine ni se enterarán que tienen una riqueza hormonal superior a la de los varones, que circula a toda velocidad por una única autopista que es la testosterona.
El aborto es un fracaso y como dice Rosa Díez: «estamos a las puertas del infanticidio» porque con la innecesaria ampliación del aborto socialista los ginecólogos no tendrán que hacer un legrado o un raspado sino trocear cráneos, miembros y troncos.
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