(Es bonito dejarse engañar por los falsos y felices sueños y promesas de un demagogo.
El despertar es otra cosa.)
LAS GRANDES
MENTIRAS DE CARMENA Y PODEMOS.
Hace poco
más de un año, Manuela Carmena basaba su campaña para las elecciones
municipales en la "emergencia social" que padecía Madrid.
Muchos madrileños no reconocíamos esa ciudad tercermundista y casi postnuclear
en la que nos decían que estábamos viviendo, pero si levantabas ligeramente la
voz para preguntar dónde estaban todo aquel dolor y todo aquel drama te
explicaban, ora con condescendiente paciencia, ora con indignación rayana en la
ira, que los niños pasaban hambre y que había muchos desahucios.
Era un
mantra o casi una oración: como los mandamientos de la Ley de Dios, los muchos
y muy graves problemas de Madrid también se resumían en dos: las decenas –o
centenares– de miles de niños hambrientos y los no menos numerosos
desahucios.
Pero ya poco
después de llegar al poder pese a no ganar las elecciones –no olvidemos ese detalle–
Carmena tuvo que admitir que no sólo Madrid no estaba lleno de harapientos
menores como el Londres de Dickens, sino que las familias que lo necesitaban ya
estaban siendo atendidas por el maléfico Ayuntamiento de Botella y, para
colmo, con un plan "mejor que el nuestro".
Algo más ha
tardado en derrumbarse la otra mentira, aunque no mucho: hace unos días El
País desvelaba que el Ayuntamiento cerraba su oficina antidesahucios porque
no hay casos ni para justificar su existencia.
Tal y como
entonces los desahucios y los niños hambrientos eran los ejemplos perfectos del
drama español, ahora lo son de cómo el partido de "la gente" ha usado
la desgracia de unos pocos; la ha magnificado y ha pintado con ella el panorama
de una hecatombe social que justificaba –y me temo que justificará– cualquier despropósito
económico y político.
Porque es
cierto y lamentable que hay familias que lo pasan mal, o que han de vivir el
drama de un desahucio, pero no lo es que fuesen tantas y, sobre todo, que
hubiesen sido abandonadas por la sociedad y las instituciones. Y aún lo es
menos que esa falsa "emergencia social" justifique que nos
despeñemos por el acantilado del comunismo bolivariano o que echemos abajo todo
lo que los españoles hemos construido en estas últimas décadas, que, pese a las
crisis, la corrupción y los muchos problemas, han sido las más prósperas y
pacíficas de nuestra historia.
Pero la
verdad les importa muy poco a Carmena y a Podemos, una alcaldesa y un
partido instalados de tal modo en la mentira que no dudan en decir que los
niños pasan hambre, que el día es la noche o que Marx y Engels eran
socialdemócratas. Porque todo vale para el que ni respeta al pueblo que dice
defender ni cree en la democracia.
(Carmelo Jordá/ld.)
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