(Para este socialista, como para otros, que España se hunda no tiene mucha importancia. Lo importante es votar 'no'.
Como si permitir formar gobierno no fuera una muestra de responsabilidad. Como si, desde la oposición, no pudieran criticar todo lo criticable.
Socialismo, no gracias.
En la foto, el irresponsable Carmona.)
FANÁTICO IRRESPONSABLE
Carmona, partidario de votar ‘no’ a Rajoy aunque se provoque "un atasco en la nación"
El concejal socialista dice en Es la mañana de Federico que "la primera responsabilidad sería de Rajoy".
LD/esRadio
El Partido Socialista está dando un lamentable espectáculo
político desde el pasado 26-J, y lo peor es que cada semana que pasa
los dirigentes de Ferraz se empeñan en empeorar tanto sus contenidos
como su puesta en escena.
La dirección socialista actúa como perfectamente desconectada de la realidad,
tratando de convencer a la opinión pública de que lo imposible –un
Gobierno del PP con Ciudadanos, el PNV y parte del independentismo
catalán– es factible y dando la sensación de que ocultan sus verdaderas
intenciones.
No solo se está transmitiendo una pavorosa sensación de desconcierto y de falta de estrategia,
es que ya ni siquiera se puede decir que los movimientos del PSOE
respondan a un interés partidista: sólo parecen responder a lo que una
pequeña camarilla alrededor de Pedro Sánchez considera necesario para su
propia supervivencia política. Una supervivencia que, por supuesto,
sólo hacen más difícil por ese camino.
El PSOE y sus líderes deben comportarse con sentido de Estado y
no atrincherarse en posiciones –esa ridícula división entre “la
izquierda” y “las derechas”– que la sociedad española ni entiende ni
tiene por qué soportar: la España de 2016 dejó claro en las urnas que
espera un entendimiento entre aquellas formaciones que, al menos,
coinciden en los valores esenciales del régimen constitucional.
Es entendible que abstenerse para que Rajoy sea presidente sea un
sapo difícil de tragar para Sánchez, pero sencillamente no es de recibo
que éste ponga en jaque a su partido y a la Nación por mero egoísmo.
Lamentablemente, ni Pedro Sánchez ni su círculo de confianza parecen
capaces de ver lo que habrían visto con claridad –lo que están viendo,
de hecho– antiguas figuras del PSOE, como Felipe González, con una altura política incomparablemente superior a la de la actual dirección socialista.
Pedro Sánchez logró el pasado 26-J superar el match ball que le había planteado Unidos Podemos, pero su falta de pericia, su cortoplacismo y, en suma, su insensatez pueden revivir al partido de Pablo Iglesias. Y eso sería una malísima noticia para el PSOE, pero aún sería más grave para España.
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