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martes, 1 de noviembre de 2016
PABLO IGLESIAS, UN DICTADOR
PABLO IGLESIAS, UN DICTADOR.
En un artículo titulado "El caudillaje de Iglesias" en el diario El Mundo, el periodista Luis María Ansón comienza analizando la frase pronunciada por Pablo Iglesias durante la debate de investidura de Mariano Rajoy la pasada semana: "Sólo me debo al honor de mi patria, no al Parlamento".
Dice Ansón que esa frase fue la que "convirtió a Hitler en dictador en Alemania; a Mussolini en duce en Italia; a Franco en caudillo de España; a Fidel Castro en tirano de Cuba; a Hugo Chávez en tiranozuelo de Venezuela" y que fue la frase que "acuñó" Lenin y "exacerbó" Stalin.
Todo para decir que Iglesias, "lo tiene bien claro: no cree en la democracia pluralista de las naciones europeas ni en la soberanía nacional tal y como ellas lo entienden". (ld)
DE ANTONIO A EDUARDO MAURA, O EL ENVILECIMIENTO DE LA POLÍTICA.
''Girauta, mucho cuidado con lo que dices", le dijo matonesco este domingo el diputado de Podemos Eduardo Maura al portavoz de Ciudadanos en el Congreso nada más acabar la sesión de investidura, en la que los parlamentarios del partido neocomunista jalearon a los proetarras de Bildu, lo que mereció la denuncia del político catalán.
Maura, vallisoletano de nacimiento y diputado electo por Vizcaya pese a que reside en Madrid desde hace ya diez años, acusó de indignidad a Juan Carlos Girauta, frecuentemente acosado por liberticidas de extrema izquierda y separatistas, e insistió en advertirle de que tuviera cuidado "con insultar a quienes de ETA sabemos mucho más".
Se da la circunstancia de que el podemita vallisoletano residente en Madrid desde hace una década pero flamante diputado por Vizcaya es tataranieto de Antonio Maura, una de las grandes personalidades políticas del primer tercio del siglo XX. Presidente del Consejo de Ministros en cinco ocasiones, Antonio Maura fue objeto del odio feroz de la extrema izquierda del momento, encarnada en sujetos como el fundador del PSOE, Pablo Iglesias, que incluso lo amenazó de muerte en sede parlamentaria. Don Antonio, de hecho, fue víctima de dos intentos de asesinato.
Evidentemente, este Eduardo Maura que lanza advertencias a representantes de partidos democráticos no tiene nada que ver con aquel prohombre. Este Eduardo Maura de hecho es conmilitón de otro Pablo Iglesias, el Pablo Iglesias tan bien acogido en las herriko tabernas en que ensalzaba la claridad con que la banda terrorista ETA supo ver los males del "régimen del 78", como con ominoso desprecio suelen referirse al sistema de libertades plasmado en la Constitución quienes jalean a regímenes criminales como el que padecen en Venezuela.
En los antípodas de Eduardo Maura se encuentra su tío Fernando, también diputado, pero no por el partido que jalea a los bildutarras sino por Ciudadanos, como el advertido Girauta. Fernando ha dedicado a Eduardo un artículo demoledor, cuyo título, "La injuria tiene su escaño", lo dice todo sobre la opinión que le merece su sobrino tras este episodio de matonismo parlamentario.
Podemos tiene unas relaciones excelentes con todos los grupos e individuos distinguidos por su odio a España, empezando por los que conforman el nauseabundo mundo de la izquierda abertzale y proetarra. No es de extrañar, pues tienen ideas políticas muy similares.
Lejos de regenerar la democracia o dignificar el sistema, el partido de Iglesias y Eduardo Maura no aporta más que envilecimiento y virulencia al panorama político. El deber de los medios y de los partidos firmemente comprometidos con la democracia es denunciarlos sin descanso y condenar sus dichos y hechos execrables, como hicieron Girauta y sus compañeros de partido en la sesión de investidura. Y cuando rabien o se revuelvan, tocará denunciarlos con aún más contundencia y ponerlos en su sitio como ha hecho Fernando Maura con su sobrino Eduardo. (Edit. ld.)
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