TRUMP Y LA DEMOCRACIA USA.
EEUU, Trump: 'checks and balances'.
Por mucho que Trump sea una incógnita, lo que es seguro es que no va a poder hacer lo que quiera en una de las democracias más sólidas del mundo.
Los resultados de las elecciones presidenciales en EEUU bien podrían ser calificados como el inesperado triunfo de la incertidumbre. Y es que Donald Trump se ha alzado con la presidencia pese a lo pronosticado por la inmensa mayoría de las encuestas y a pesar del escaso –por no decir nulo– apoyo que ha recibido por parte del mundo académico, mediático, empresarial... y hasta de su propio partido. El tiempo dirá, con todo, si el controvertido magnate es capaz de paliar el extendido malestar que buena parte de la población norteamericana siente ante un establishment que se ha volcado con Hillary Clinton.
Lo innegable es que Donald Trump, sin representar la terrorífica amenaza, poco menos que neonazi, que pinta la prensa europea de izquierdas, ha aventado una propuesta con preocupantes tintes populistas y en ocasiones sumamente contradictoria, que no ofrece una guía segura de por dónde va a ir su mandato.
En este sentido, el propio Trump ha variado y moderado sensiblemente sus propuestas a lo largo de la campaña, por no hablar del discurso optimista, sensato y conciliador que ha pronunciado tras asegurarse la victoria, en el que ha hecho un llamamiento a "los norteamericanos de todas las razas, religiones y creencias" a trabajar juntos en pro de la nación.
Habrá que ver hasta qué extremo lleva a la práctica su política antiinmigración, su demagógico proteccionismo arancelario, su aislacionismo en política exterior o su populismo fiscal, basado en una rebaja de impuestos que no se sustenta en una reducción del gasto público sino en un aumento todavía mayor de la deuda norteamericana. Pero lo que es seguro es que Trump no va a poder hacer lo que le plazca al modo de un caudillo bananero, pues va a presidir una de las democracias más sólidas del planeta.
Los Padres Fundadores de EEUU pusieron buen cuidado en diseñar y edificar un entramado institucional basado en la separación de poderes –los famosos checks and balances– y capaz de preservar la libertad y la democracia del abuso de los representantes de cualquier mayoría transitoria.
Aunque los poderes presidenciales se hayan incrementado sensiblemente a lo largo del tiempo, el imperio de la ley y los contrapesos siguen ejerciendo un papel determinante en el sistema político estadounidense. A diferencia de muchas otras democracias –como la española–, en Estados Unidos el Poder Legislativo y el Judicial no son meras prolongaciones del Ejecutivo: los tres ejercen de contrapeso y se fiscalizan entre si. Además, allí los partidos políticos no se someten a disciplina de voto alguna y en ellos rige la democracia interna. Eso, por no hablar de la independencia y fuerza de la prensa.
Por todo, aun cuando la incógnita que representa Donald Trump plantea desafíos muy vinculados a la libertad, la prosperidad y la seguridad de los ciudadanos estadounidenses, y del resto del planeta, en modo alguno va a significar el fin de la democracia norteamericana, por mucho que haya quien ande enterrándola sin que Trump siquiera haya jurado el cargo.
(Edit. ld.)
EL TRASGO
No olvidan nada, no aprenden nada.
Carlos Esteban
Trump
ha anunciado que va a deportar a asesinos, violadores y traficantes de
drogas que hayan entrado ilegalmente en Estados Unidos. ¿Pueden
explicarnos los gurús de Prisa dónde está exactamente el problema?
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