(No es habitual encontrar mujeres inteligentes y valientes. Hombres tampoco, pero ahora hablo de mujeres.
Algunas chapotean en la ciénaga políticamente correcta y cualquier medida en contra de los hombres, malos por naturaleza, les llena de satisfacción.
Otras no lo ven tan claro, pero creen que las 'medidas de progreso' les benefician, y miran para otro lado. La mujer ha sufrido, como los negros, así que se jodan. Aunque sea injustamente. Suelen decirlo en voz baja, porque les da vergüenza parecerse a las odiadoras de hombres.
Luego está la minoría de mujeres inteligentes y valientes. Dicen lo que piensan, después de haber reflexionado y haberse informado. Su principal preocupación no es si lo que van a decir les beneficia o les perjudica. Su principal objetivo es la verdad. Aunque no sea políticamente correcta y suponga la descalificación del comisariado político.
¡Enhorabuena a Cristina Losada!)
Ministerio
Aído 2009-08-05.
Hombre malo, mujer buena.
Decía
Picasso sobre su actividad artística, que él no buscaba sino que encontraba. Lo
mismo puede afirmarse de algunas encuestas. Encuentran justo lo que buscan: las
preguntas determinan las respuestas. Es el caso de un sondeo online realizado
por el Ministerio de la señora Aído sobre la percepción social de la "violencia
de género". Más del 90 por ciento de los participantes consideraban
totalmente inaceptables las conductas violentas, pero resulta que, según sus
presentadores, el estudio arroja una porción inquietante de malolientes
percepciones "machistas".
La perversión más destacada figuraba
en los papeles como que tres de cada diez españoles culpan a la mujer agredida
de los malos tratos que padece. Pensaría el lector de titulares que un tercio de sus
conciudadanos comete la aberración de echar la culpa sobre la víctima. Paso
en falso. Era una manipulación flagrante de las respuestas a una pregunta trampa, colocada como una mina para
alimentar la impresión divulgada. Y si no, venía al pelo.
Cuanto más
"machismo" se detecte, más se justifica la existencia del Ministerio
y la miríada de tinglados que conforman la burocracia de la "violencia de
género".
De la
manipulación a la estupefacción. La que nos embarga al saber que, según las luminarias de Aído, también
pecan de "machistas" quienes opinan que el maltratador actúa inducido
por las drogas o el alcohol. Aunque el asombro no dura más de lo que se
tarda en encontrar la respuesta políticamente correcta:
todo hombre es un maltratador en potencia; una bestia dormida; no precisa de
excitantes ni colorantes; en cualquier momento, muta en agresor.
De ahí la necesidad de una
reeducación constante. Y de unos reeducadores, nuestros ungidos,
cuya labor no se ha visto coronada por el éxito precisamente. Su Ley contra la
Violencia de Género y sus actuaciones acompañantes son un fracaso sin
paliativos.
No podía ser de otra manera. La
reducción de la violencia en la pareja a un fenómeno unidireccional, la
asignación al hombre del rol de maltratador congénito, la victimización de la
mujer, el
escenario de guerra de sexos que han instalado y, en suma, la simplificación de
un asunto complejo para cuadrarlo en el lecho de Procusto de la ideología de
género, tenían que desembocar en el
cenagal del fiasco.
Pero antes de revisar los dogmas,
prefieren alterar la realidad. Como en la interpretación de ese sondeo, que
encuentra lo buscado: el mal sigue ahí, larvado y al acecho, y el Ministerio aún ha de hacer
mucho para erradicarlo. Mientras persista en sus presupuestos ideológicos
–y no otra cosa hará– tiene para rato.
(Cristina Losada/LD.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario