VISEGRADO COMO EJEMPLO.
Las élites globalistas que niegan el fracaso del multiculturalismo ya plantean repetir los errores de la crisis de refugiados de 2015 -que provocó que decenas de terroristas islamistas llegaran a Europa bajo la patraña del ‘Welcome Refugees’– tras la toma de Afganistán por parte de los talibán.
Países como Francia se jactan de la llegada de afganos -pese a la investigación a cinco de ellos por colaborar con los talibanes- y multinacionales, ONG y lobbies apelan al buenismo irresponsable que aboga por regalar -sin verificaciones ni controles exhaustivos- asilos y por seguir prostituyendo la condición de refugiado, pese al riesgo evidente y comprobado de infiltración terrorista.
Europa debe hoy dar certidumbre frente a tanta justificada zozobra y afirmar sin ambages que deben ser los países musulmanes limítrofes los que acojan a los refugiados que huyen del terror talibán, y cumplir -a la vez- las leyes de asilo y refugio de forma estricta e individualizada, y desde el más escrupuloso rigor.
Un buen primer paso sería seguir el ejemplo del Grupo de Visegrado -conformado por Hungría, Polonia, Eslovaquia y República Checa-, contundente en reafirmar su eficaz compromiso con unas fronteras fuertes y seguras para proteger su identidad nacional, la prosperidad de sus conciudadanos y la convivencia en sus barrios. O a Grecia, que no quiere -como hace seis años- volver a ser el puerto de entrada de los refugiados a Europa y legítimamente se ha blindado con un muro de hormigón en su frontera con Turquía de casi 40 kilómetros de longitud.
Sería imperdonable reincidir en el desastre.
(Edit.LGI/26/8/2021.)
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