Buena noticia, mala noticia...
Los periodistas de investigación del diario El Mundo Esteban Urreiztieta y Eduardo Colom han publicado una reveladora exclusiva sobre las amistosas relaciones de la Presidenta del Govern de les Illes Balears Francina Armengol y el ex Presidente de la Autoridad Portuaria Juan Gual de Torrella.
Muy interesantes resultan los mensajes de whats app cruzados entre ambos, y que constan en un informe de la Guardia Civil aportado a una investigación judicial que se sigue ante el Juzgado de Instrucción nº 3 de Palma, relativos a la adjudicación de la concesión del Club Náutico de Ibiza.
En los primeros mensajes, fechados el 26 de marzo de 2018, Gual escribió a Armengol que “lo del Club de Ibiza lo arreglamos en el próximo Consejo de Administración”, a lo que ella respondió: “Buena noticia! Mil gracias querido”. En los posteriores, de 25 de mayo de 2020, Gual le cuenta a Armengol: “Buenas tardes Francina. Te quería hacer saber que el Tribunal Superior ha anulado la concesión del Club de Ibiza. Estamos dándole vueltas, ya te contaré. Los Clubes tienen una mala herida con la legislación ultraliberal vigente”. A lo que Armengol respondió: “Joder! Mala noticia”.
Los anteriores mensajes ponen de manifiesto tres cuestiones destacadas: la primera, una importante relación de amistad y confianza entre la Presidenta del Govern y el Presidente de la Autoridad Portuaria; la segunda, que Gual de Torrella reportaba a Armengol las novedades sobre las concesiones efectuadas por su departamento, o al menos sobre aquellas en las que la Presidenta tenía interés especial; y tercera, con seguridad la más reveladora, que Armengol demuestra alegría y agradecimiento por el otorgamiento de una concesión -que luego resultó anulada por el Tribunal Superior de Justicia de les Illes Balears-, y dos años más tarde exhibe una contundente contrariedad por esa anulación.
Si a todo eso añadimos, como explican Urreiztieta y Colom, que el Vicepresidente del Club Náutico de Ibiza era el ex Conseller del PSOE Josep María Costa, hermano de Pilar Costa, entonces Consellera de Presidencia en el Govern de Armengol y hoy portavoz del PSIB en el Parlament balear, la cosa empieza a oler un poco peor. Y si sumamos una noticia de hace escasos días, donde se da cuenta de que el mismo Josep Maria Costa acaba de ser imputado por la Magistrada que instruye el “caso Puertos de Ibiza”, el asunto termina de adquirir una mala pinta bastante tenebrosa.
Les cuento todo esto porque sólo podrán conocerlo a través de muy pocos medios de comunicación. Éste en el que lo leen, uno de ellos. Que son justo aquéllos que resultan ajenos al enorme poder subvencionador del Govern de la propia Armengol con el dinero de todos ustedes. En cualquier caso, se trata de un asunto que está bajo la investigación de un Juzgado de Instrucción, por lo que -como no podía ser menos- un jurista como yo respeta absolutamente la labor de nuestros Tribunales de Justicia, que seguro decidirán lo que en Derecho corresponda. No es eso lo que me preocupa. Y, por supuesto, no le deseo ninguna condena penal a nadie.
Aunque dicho todo lo anterior, no dejan de llamar la atención -especialmente en esta tierra- unas cuantas cosas curiosas. La primera, la recurrente mentira de que la corrupción anida solamente en las filas del Partido Popular. Aquí tienen ustedes la demostración palmaria de que las mangarrufas afectan a todos los que ocupan el poder, y de que la izquierda no es moralmente mejor que nadie cuando gobierna las instituciones. La segunda, la desaparición clamorosa del escenario político de nuestra hiperactiva Fiscalía Anticorrupción. Si recuerdan ustedes la época gloriosa de detenciones y registros, todo afectante a miembros o relacionados con el Partido Popular (y, más adelante, Unió Mallorquina), y lo comparan con el absoluto pasotismo investigador ante los actos de los Gobiernos de izquierdas creerán que están viviendo en un mundo al revés. Recuerden la pregunta retórica de Pedro Sánchez “¿de quién depende la Fiscalía?” y tendrán cumplida explicación. La tercera, que hoy en día asusta pensar lo que le hubiera pasado a Jaume Matas, o a alguien de un Gobierno popular, si la Fiscalía Anticorrupción recibe un informe de la Guardia Civil con unos mensajes de whats app como los cruzados entre Gual y Armengol. O si hubieran caído en manos de tipos como el Juez Castro. Todos hubiéramos disfrutado de portadas, grilletes y telediarios.
Tras leer estos últimos días los despropósitos producidos en la instrucción del “caso Cursach”, contemplando con horror el trato discriminatorio que algunos funcionarios públicos han ido dispensando a unas u otras personas según sus contactos políticos o su adscripción ideológica, y de ver que mensajes como los aquí transcritos no tienen consecuencia alguna para ciertas personas “protegidas”, uno no sabe que pensar. Especialmente sobre las buenas y malas noticias…
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