El suelo del PSOE
Quienes prevén la evaporación del socialismo en España al modo y manera que en Francia errarán.
Sostenía Antonio Jiménez-Blanco en El Liberal a propósito de las elecciones andaluzas que los 30 escaños de Espadas fueron una heroicidad, un éxito no reconocido. Fuere porque los partidos son una secta o porque Juan Espadas lo bordó.
Me quedo con lo primero. Hoy sabemos que el PSOE, en las peores circunstancias, logró 30 diputados, sólo 3 menos que su peor resultado, y 883.707 votos (24,9%). Apúntense la cifra, porque si en el peor momento del sanchismo el PSOE ha logrado retener 30 diputados quiere decir que el socavón tiene tierra firme en esa cifra. O lo que es lo mismo, que en Andalucía hay alrededor de 880.000 personas que, pase lo que pase, votarán siempre al PSOE.
Llámenlo secta, fieles, mentes lúcidas, almas piadosas, rebaño, apesebrados o simples ciudadanos que tienen unas convicciones ideológicas imperturbables. Para el caso que nos ocupa, no importa.
Desde esa evidencia, podríamos extrapolar el suelo del PSOE y adelantar los límites de su descalabro en las próximas elecciones autonómicas y, sobre todo, en las generales. Y por lo mismo, afirmar que quienes prevén la evaporación del socialismo en España al modo y manera que en Francia errarán. La ciudadanía española aún arrastra caenas, le sobran complejos ideológicos y le faltan agallas para utilizar su voto en cada cita electoral contra los capataces que gestionan a su antojo la confianza prestada.
Si ante casos tan vergonzosos como el "yo sí te creo" de Irene Montero la secta que le sigue indulta a una madre condenada por secuestrar y torturar a su hijo, y calla ante los abusos sexuales a una chica de 14 años porque una de las suyas estaba presuntamente involucrada en ocultar los abusos, la democracia sólo es un simulacro.
Casi sin darnos cuenta, aturdidos de tanto cabalgar contradicciones y asaltar cielos e infiernos a conveniencia, apenas nos hemos dado cuenta de que quienes cabalgan y asaltan desde los ministerios nuestras vidas están convirtiendo la democracia en su cortijo particular. Lo que vale para ellos no sirve para sus adversarios.
Algo muy pernicioso están logrando. Si la ciudadanía consiente, avala algo más que la fidelidad electoral, está permitiendo que la izquierda identitaria y selectiva imponga sin escrúpulos la democracia de los caciques: haz lo que yo digo, no lo que yo hago. Es el caso de Mónica Oltra.
Se ha permitido despotricar contra el derecho a la presunción de inocencia de sus adversarios políticos, pero cuando le tocó cargar con el muerto monta en cólera contra todo y contra todos. ¡Qué gran demócrata se debe de sentir rodeada de fascistas!
El tic es general en las fuerzas que sostienen a Pedro Sánchez. Aunque sin su sectarismo, hubiera sido imposible implantar esa pedagogía tóxica.
Lo peor es que aún no se percibe como tal. Esta generación de adanistas que sigue dando el pego en adolescentes consentidos y bien alimentados, y en treintañeros en paro de larga duración por iniciativa propia, es un peligro para la democracia.
Algún día entenderemos para qué servía la filosofía y la duda como instrumento de conocimiento impartida antaño en nuestros bachilleratos.
Algún día entenderemos para qué servía la filosofía y la duda como instrumento de conocimiento impartida antaño en nuestros bachilleratos.
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