Dejó
esa autoridad moral en el armario y se inclinó por la docilidad ante el
forajido de la política que, sentado a su vera, le marcaba implacable el
terreno.
En el próximo futuro habrá no pocas ocasiones en las que pueda rectificar ese momento de debilidad yemerger como el referente y el garante de la unidad, la dignidad y la pervivencia de la Nación
que la historia y una casi milagrosa Transición confiaron al buen hacer
de su padre hace cuarenta y siete años y que ahora, con el apoyo
mayoritario de sus conciudadanos movilizados como sociedad civil,
corresponde a su augusta persona salvar de la descomposición y la ruina.
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