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jueves, 5 de julio de 2012

ENTREVISTA

 



ENTREVISTA.

El historiador británico Sir John Elliott, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, participó ayer en Navacerrada en el Campus FAES, que organiza anualmente la fundación impulsada por el expresidente del Gobierno José María Aznar. Elliott, que se declara «euroescéptico», destacó durante su intervención el «papel histórico» de España y de Gran Bretaña como «puentes transatlánticos entre Europa y el continente americano». 
 
Elliott fue presentado por la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, que lo calificó de «extraordinario conocedor de la historia de Europa», en un momento en el que «Europa está necesitada de conocer su pasado». El historiador afirmó que la historia es «compleja» y no debe «reducirse a ideas simplistas». Y lanzó una clara alusión al reciente contencioso entre España y Argentina por la expropiación de Repsol YPF: «No hay más remedio que responder con la máxima sensibilidad» ante el «resurgimiento de viejos rencores». Tarea «nada fácil si alguna empresa española da la impresión de ser demasiado poderosa o si el país se expone a críticas demagógicas de tipo nacionalista». 

Catedrático emérito de Historia Moderna en la Universidad de Oxford, el hispanista de 82 años charló brevemente con ABC.
Han pasado 60 años desde aquella España «atrasada y devastada» que encontró en su primera visita. ¿Cómo calificaría a la actual?

España no vive su mejor momento, pero es un país que, desde la Transición, se ha transformado completamente, y hay que reconocer que los enormes avances en los últimos 30 años han sido fenomenales. A pesar de las dificultades actuales, vale la pena quedarse con esa visión, mucho más alentadora, de las perspectivas de España. Hay una nueva generación muy educada, muy interesante, especialmente entre las mujeres. Al final, España dejará atrás sus problemas.

¿Cómo refleja esos cambios la sociedad? ¿Está preparada para superar los problemas que atraviesa?
—La gente es mucho más positiva, hay más justicia. Cuando llegué aquí faltaba consenso, era más bien un monólogo dominado por el régimen franquista. A pesar de las dificultades actuales y de los distintos puntos de vista, ahora hay más diálogo

¿Qué ha motivado esas dificultades? ¿Se trata de una cuestión únicamente económica?

—Hay una crisis de valores muy grave, especialmente en el sector bancario. Se ha perdido la moralidad, el sentido de actitud cívica. Están aislados de la realidad, viven en un mundo virtual. Ha faltado sentido cívico.

Hay quienes piensan que la Unión Europea es un proyecto fallido ¿Usted le ve futuro?

—Europa es más que la Unión Europea. Hay que tener en cuenta las enormes diferencias entre países. He de confesar que en estos momentos soy euroescéptico por el tipo de unión que se quiere imponer. La construcción de Europa ha de tener una evolución orgánica, no impuesta desde arriba. Ese ha sido el gran fallo de las últimas generaciones: intentar imponer algo en lugar de hacerlo poco a poco. La Unión Europea es una idea válida, pero muy difícil. No somos como los Estados Unidos. La evolución orgánica es mucho más importante que imponer decretos desde Bruselas.

Dice que «nuevas épocas ofrecen nuevas perspectivas». ¿Qué oportunidades puede traer la actual crisis?

—Yo soy historiador, no profeta... es una pregunta difícil. A veces, la gravedad de una situación crea una nueva solidaridad cívica. Puede dejar vía libre a la fragmentación, pero también puede servir para dar un sentido de solidaridad. Estoy pensando en la reciente victoria de la selección española; puede ser un buen ejemplo.

Pero también se ha criticado que se festeje, dada la situación actual...

Es muy natural celebrar. Hace falta algún «opio» de vez en cuando, para alentar a la gente. ¡Y no hablar todo el tiempo de la prima de riesgo!

(ABC/Jaime Garcia)

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