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domingo, 24 de agosto de 2014

LA UTOPIA LAICA.

















LA UTOPÍA LAICA.


 La utopía es una especie de sueño organizado, en el que se muestra una sociedad ideal, por contraste con la realidad que nos ha tocado vivir. 


 El punto de partida de las utopías se suele situar en La República de Platón. Es decir, un Estado perfecto, un Estado justo. La intención de los utópicos siempre es buena, aunque los resultados no suelan acompañar a las buenas intenciones. Pero no se limitan a Platón. Recordemos a San Agustín (La Ciudad de Dios),  Tomás Moro (Utopía), T. Campanella (La Ciudad del Sol) o Francis Bacon (La Nueva Atlántida), entre otros.


 Es cierto que la ensoñación de un mundo mejor (que tiene su correspondiente actual en la máxima progre, ‘otro mundo es posible’) es una característica humana. En este sentido, nada malo habría en dibujar utopías en las que, supuestamente, seríamos auténticamente felices. El problema aparece cuando, una y otra vez, la utopía en cuestión se materializa gracias al empeño de un grupo organizado, más o menos numeroso, y obtiene resultados que poco tienen que ver con lo prometido. Es decir, en vez de felicidad y bienestar a raudales, la utopía chapotea en pobreza, sufrimiento y ausencia de libertad.  


 Uno de los objetivos del socialismo utópico fue la creación de comunidades igualitarias, gran obsesión de la izquierda. Recordemos los falansterios de Fourier. Se trataba de comunidades rurales supuestamente autosuficientes. Hay, también, utopías modernas (Arhhelm Neussüs) que pretenden ser diferentes a las demás utopías pero, a pesar de las diferencias y los matices, todas tienen el mismo fondo común: la crítica y el rechazo a la realidad social existente, y una propuesta alternativa, radical y global.


 ¿Qué diferencia hay, si la hay, entre utopía y religión? Aunque la definición de religión no es pacífica y hay opiniones diversas, podemos decir que la religión es un sistema de creencias y de prácticas vinculadas al destino trascendente de los seres humanos. Por tanto, una diferencia fundamental sería el carácter inmanente de la utopía y el carácter trascendente de la religión.


 Dicho esto, veamos como, a pesar del proceso secularizador que se produce en Europa, especialmente a partir del siglo XVII (con la revolución científico-técnica) los seres humanos no han abandonado el sentido de la trascendencia. Porque no es nada fácil seguir los consejos de Epicuro: ‘La muerte en nada nos pertenece pues mientras nosotros vivimos no ha llegado y cuando llegó ya no vivimos’. Podemos aceptarlo racionalmente, pero las emociones y las pasiones que nos afligen en ciertos momentos críticos, no se disipan con facilidad.


 Dice G. Steiner: ‘Las mitologías fundamentales elaboradas en Occidente desde comienzos del siglo XIX no sólo son intentos de llenar el vacío dejado por la decadencia de la teología cristiana y el dogma cristiano. Son una especie de teología sustitutiva’.


 Aunque Steiner se refiere, no solamente al marxismo, sino, también, al psicoanálisis (Freud) y a la antropología estructural (Levy Strauss), creo que es preferible centrarse en la utopía laica por excelencia, la ideología de izquierdas. ¿Por qué? Porque es la más influyente en la práctica de millones de ciudadanos. Por no hablar de los partidos de izquierdas, los medios de difusión de izquierdas  y la enseñanza de izquierdas. Pues bien, ¿Cómo es posible que, a pesar de los continuados fracasos de la ideología de izquierdas, millones de personas les sigan votando? 


 Pongamos un ejemplo. Dice Guy Sorman: ‘... puede considerase que entre los economistas existe consenso acerca de la eficacia superior de la economía de mercado, indudablemente sin alternativa’.


 ¿Sirve para algo este consenso generalizado entre los economistas para que todos los ciudadanos acepten la economía de mercado? Es muy dudoso. Y la explicación tiene que ver con la importancia de las ‘teologías sustitutivas’ del cristianismo, como las mencionadas. Hace tiempo seguía un debate televisivo en el que había gentes de un cierto nivel, que escriben artículos de opinión en los periódicos más importantes de España. Una de estas personas se quejó de que,  ‘el mercado está mandando sobre la política’. 


 Lo que esta persona, de izquierdas, estaba diciendo es que el malvado capitalismo no puede (no debe) imponerse a las políticas sociales y solidarias de los gobernantes de izquierdas. Dejo aparte a los gobernantes de derechas que, se supone, harán políticas congruentes con la economía de mercado. Lo que es mucho suponer. Pero, en cualquier caso, ¿ha entendido, esta persona de izquierdas, como funciona el mundo? ¿Se ha enterado de cómo funcionaría la sociedad si el mercado se sometiese a la voluntad de los políticos de turno? ¿Sabe este señor que el tamaño del Estado se sitúa, en Europa, cerca del 50% del PIB? Parece que no. Pero, al menos en principio, se trata de gente culta e inteligente. ¿Cómo es esto posible?


 Creo que la respuesta está en la interiorización de una visión global, de una ideología totalizadora, la ideología de la izquierda radical. Una ideología que, supuestamente, tiene respuesta para todo. Cuando se acepta esta ideología, los hechos adversos suelen tener poca o nula importancia y todo debe someterse a los objetivos, moralmente superiores, de la utopía en cuestión. De ahí la tendencia de los izquierdistas confesos a vivir en las nubes (por no aceptar la realidad adversa) y en la manipulación de la realidad (porque el fin emancipador justifica los medios). 


 En resumen, el intento de materializar el cielo en la tierra, ha devenido, una y otra vez, en grandes sufrimientos y fracasos. Unos cien millones de muertos, según nos muestra ‘El libro negro del comunismo’. Pero la ortodoxia ‘buenista’, supuestamente solidaria y emancipadora, puede más que los hechos, más que la realidad. Porque muchas personas rechazan la fealdad de un mundo imperfecto y se aferran, ciegamente, a la ‘nostalgia de Absoluto’. O sea, un falso mundo perfecto. Aquí mismo. Y de izquierdas. Aunque parecía muerta y enterrada tras la caída del Muro de Berlín, renace una izquierda salvadora que desprecia la democracia ‘burguesa’. Eso sí, ofrece de todo, ahora mismo, y gratis. En fin, ‘Podemos’. ¿Será el pueblo español tan ingenuo que trague la píldora de la felicidad?


 Como ha dicho el nuevo líder Pablo Iglesias, en un desayuno informativo en el Ritz de Madrid, a mediados de Junio: ‘El terrorismo de ETA tiene explicación política’. De ahí que, según estos progresistas de coleta, los asesinos se puedan convertir en presos políticos. Y como está muy feo tener presos políticos, a la calle. Y en ‘El programa de Ana Rosa’, por esas mismas fechas, le preguntaron a Pablo Iglesias si condenaba la dictadura cubana y dijo, taxativamente, que no la condenaba.

 Por no hablar de los demagógicos disparates económicos, radicalmente intervencionistas, que nos llevarían a la ruina. O la huida de capitales que estas actuaciones provocarían. Con estos iluminados la inversión extranjera caería dramáticamente, y nosotros no generamos suficiente ahorro interno. Además, su deseo de controlar la prensa recuerda a Lenin y su famosa frase: ‘Libertad, ¿para qué?’. O sea, nosotros estableceremos lo que se puede decir y lo que no.


EH Bildu (la organización independentista vasca) asegura que su discurso es 'coincidente' con el de ‘Podemos’, y agradece a esta formación que reconozca el derecho de autodeterminación. Por cierto, este supuesto derecho no está reconocido en ninguna Constitución democrática del mundo. Pero a ‘Podemos’ no le importa trocear España. Se ve que esto es progresista.


 


 En resumen, populismo de izquierdas, de la peor especie, que se aprovecha del desencanto y frustración de millones de ciudadanos con este bipartidismo nefasto, para prometer felicidad gratis. Yo también critico duramente este bipartidismo, pero usted debería tomarse en serio este recordatorio: ‘Podemos’ ir a peor. Rectifico. Mucho peor.


 Sebastián Urbina.

 Última hora: ’Podemos’ dice que la Argentina de Kirchner es un "ejemplo de democracia".

 

(Publicado en El Mundo/Baleares/23/Agosto/2014.)





2 comentarios:

  1. Lo han aupado desde todos los medios de comunicación.
    Se han preocupado de que la gente no se interese por la Historia o por la Política y han creado un monstruo demagogo.

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  2. Así es. Pero la sociedad tiene que acostumbrarse a defenderse. Ya que los políticos hacen lo que hacen. O nos pasarán por encima.

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