(Mire con educación y disimulo, pero mire si le apetece. No tenga estúpidos escrúpulos de progreso mierdoso. Mirar es lo más natural. Eso sí, con respeto y disimulo para no molestar. No se avergüence. No hay ningún motivo.)
(Hipócritas
impresentables. La gentuza políticamente correcta, que es mayoría, criminaliza
comportamientos masculinos ‘naturales’, como muestra el trabajo aquí
incorporado.
Y ponen el grito en el cielo porque, en España,
hay entre 500.000 y 600.000 putas profesionales.
Si la naturaleza
hubiese hecho que las ‘neuronas femeninas’ fuesen como las masculinas,
en vez de legiones de putas profesionales tendríamos legiones de putos profesionales.
Si todavía no ha caído
en el pozo de lo ‘políticamente correcto’, aléjese con premura. Dan asco y son
un peligro.)
Ciencia / Neurociencia
Las «misteriosas neuronas masculinas» que les hacen pensar más en el sexo.
Pilar
Quijada@PilarQuijada3http://abcblogs.abc.es/cerebro/ Madrid
Día
17/10/2015 – (ABC)
Con sus 302
neuronas, el gusano transparente Caenorhabditis elegans, de apenas un
milímetro de longitud, ha hecho muchas aportaciones al estudio del cerebro, en
especial sobre la memoria, o el envejecimiento. No en vano fue laureado con el
Nobel de Medicina en 2002. Bueno, en realidad el premio fue para Sydney Grener,
su mentor, un científico sudafricano que introdujo a su elegante “pupilo” en el
laboratorio y le consolidó como un modelo animal de primera línea. Y es que,
pese al salto evolutivo, compartimos muchos procesos básicos...
Y ahora este
pequeño nemátodo se apunta un nuevo tanto. Resulta que acaban
de descubrir que los machos “elegantes”
tienen dos neuronas exclusivas hasta ahora nunca vistas, que aparecen
durante la maduración sexual y modifican el cerebro para que el sexo se convierta en
una prioridad para ellos. El
hallazgo se acaba de publicar en la revista Nature.
La transparencia de
C elegans permite la observación directa de todas sus neuronas, así como
contar con un plano detallado de sus conexiones, de ahí que sea
sorprendente que hayan pasado desapercibidas hasta ahora. Pero lo es aún más
que esas neuronas se formen a partir de células del cerebro hasta hace poco
consideradas de segunda categoría, como las gliales, a diferencia del resto de
las neuronas que se forman durante el desarrollo embrionario a partir de
neuroblastos (células nerviosas primitivas).
Y curiosamente esas neuronas, que nacen de forma tan atípica en la
“adolescencia” del gusano, se
integran en su red neuronal y logran
cambiar su comportamiento. Su
presencia hace que el orden de prioridades de este invertebrado cambie. Y
encontrar comida pasa a un segundo plano, o incluso se desprecia, cuando se
trata de encontrar pareja. Además esas “misteriosas células masculinas”, como las han llamado sus descubridores, permiten
recordar a la perfección qué ocasiones son propicias para un encuentro sexual.
Liderada por la
española Arantza Barrios, que trabaja en el University College de Londres, la investigación ayuda a entender cómo los cerebros masculino y femenino difieren en
preferencias, aptitudes y
juicios. “Las áreas del cerebro involucradas en el aprendizaje muestran
diferencias sexuales en muchos animales, incluidos los humanos, pero no está
claro cómo estas diferencias afectan al comportamiento. Hemos demostrado
cómo las diferencias genéticas y de desarrollo entre los dos sexos conducen
a cambios estructurales en el cerebro de los gusanos macho durante la
maduración sexual. Estos cambios hacen que los cerebros
masculinos funcionan de manera diferente, permitiéndoles recordar los
encuentros sexuales anteriores y dar prioridad al sexo en el futuro”, destaca
Barrios.
Machos y hembras "modificadas"
Caenorhabditis elegans tiene
dos sexos: machos y hermafroditas. Los hermafroditas son esencialmente
hembras “modificadas”, que llevan su propio esperma y no necesitan tener sexo
para reproducirse. El efecto de estas misteriosas células masculinas en el
comportamiento de los gusanos se probó mediante condicionamiento clásico, un
modo de aprendizaje en el que se asocian las experiencias aversivas o
agradables (como el hambre o encontrar un compañero sexual) con otro estímulo
(en este caso, sal). Todas las especies somos muy hábiles en ese tipo de
aprendizaje.
Para contextualizar
el hallazgo, hay que explicar que los gusanos aprenden enseguida a evitar las
zonas con altas concentraciones de sal, como un indicador de la ausencia de
alimento. Tanto los machos como los hermafroditas (hembras) aprenden a evitar
la sal. Sin embargo, cuando los machos están en un ambiente muy salado en el
que hay parejas sexuales, se olvidan de que allí van a pasar hambre, y sólo
tienen en mente la alta posibilidad de que se produzca un encuentro sexual.
Resumiendo, que en los machos de elegans la asociación sal-sexo era muy fuerte
y pasan por alto que no hay comida y se pueden morir de hambre.
Esta preferencia
ciega por el sexo no se produce en los hermafroditas. Y tampoco en los
machos a los que les quitaron las misteriosas neuronas masculinas, lo que
demuestra que son esenciales para las diferencias en las preferencias entre
machos y hermafroditas, o hembras modificadas.
Estas misteriosas
células masculinas se identificaron utilizando marcadores fluorescentes y se
pueden extirpar utilizando un microhaz láser.
Los investigadores comprobaron
que esas neuronas masculinas hacen conexiones con otras comunes a ambos
sexos, y remodelan los circuitos para cambiar la manera en que los machos
procesan la información. De ahí que pasen de la sal y la falta de comida si
pueden echar una cana al aire.
Pero más allá del
sexo, este trabajo tiene otras esperanzadoras implicaciones: "Fue muy
emocionante cuando nos encontramos con que las células gliales que originan las
neuronas masculinas estaban completamente diferenciadas, algo hasta ahora
difícil de abordar en los organismos superiores. Ahora podemos aprovechar este
sistema para entender cómo las células de glía totalmente diferenciadas
pueden volver a entrar en el ciclo celular y generar neuronas. Esto podría
tener importantes implicaciones terapéuticas en el futuro", explica
Richard Poole, coautor del trabajo.
Sumamente interesante. No tenía ni idea de esta investigación.
ResponderEliminarDesde hace mucho tiempo tengo para mí que la homosexualidad es una enfermedad, como tantas hay, como algunas que no producen en los afectos trastornos apreciables que les lleven a reconocerse como “pacientes” ni a buscar la normalidad biológica, la curación.
Parece una evidencia que sólo existen dos sexos, en los seres vivos superiores y en la especie humana, útiles para hacer posible el proyecto nuclear de la vida, que es la reproducción, su propia pervivencia. Posiblemente vivimos para reproducirnos y la biografía particular de cada uno, para la biología, sea mera anécdota. Como parece evidente que, en algún momento de nuestra existencia, aparece o no la orientación sexual que permita cumplir el destino vital.
Está claro que, todavía, ignoramos mucho a este como en otros respectos. Y que no me explico que en ciertos ambientes de nuestra sociedad pueda considerarse la homosexualidad como una manifestación de “progresismo”.
La ideología de género ya la han desmontado en Suecia un par de periodistas, en el país pionero en imponer semejante bodrio no a científico sino directamente anticientífico. Y luego hablan de ciencia los nuevos pseudoinquisidores de pacotilla que con la palabreja "cultura" impiden cualquier progreso en los debates.
ResponderEliminarComo en el caso de "la Sexta Noche" el la que su presentador muy ufano hablaba de la ideología de género como si se tratara del último avance de la ciencia, cuando no es más que una ideología trasnochada y fracasada pero hiperpublicitada: ¿será un buen negocio para tanta publicidad?
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