Creo que en mi inminente reencarnación optaré por ser “libertifílico”. Eso de exigir absoluta libertad de expresión, poder decir lo que te venga en gana, silbar determinados himnos y banderas, quemar fotos de monarcas… ¡Bueno, bueno, bueno! Y, encima, poder escrachar a quienes no son de tu cuerda, multar a los que no hablan como tú, crujir a los que no votan tus opciones… ¡Bueno, bueno, bueno! Está decidido. ¡Me lo pido! (¡Qué le voy a hacer si, en el fondo, tengo una veta incivil!)
¡El mundo al revés! No sólo se añade a VOX, siempre, indisolublemente, el adjetivo ultraderecha o, también, lo de derecha extrema; el caso es que, tiene bemoles la cosa, he visto pancartas y he oído a comentaristas atribuyendo el término de “antifascistas” a unos grupos de radicales enfrentados a unos manifestantes de VOX o a unos simpatizantes de la pacífica, tolerante y filantrópica ETA. Este grupo terrorista ganó, entre otras, la batalla del lenguaje; por el mismo camino, el de convertir en consuetudinario el etiquetado, la calificación de ciertos actos, acabarán apropiándose, la ETA, Arrán, los CDR y demás paisanos, el apelativo de antifascistas. Los de enfrente, nosotros, pobres blasillos, ya tenemos apellido indeleble. Sí, tenía razón don Winston.
Creo que en mi inminente reencarnación optaré por ser “libertifílico”. Eso de exigir absoluta libertad de expresión, poder decir lo que te venga en gana, silbar determinados himnos y banderas, quemar fotos de monarcas… ¡Bueno, bueno, bueno! Y, encima, poder escrachar a quienes no son de tu cuerda, multar a los que no hablan como tú, crujir a los que no votan tus opciones… ¡Bueno, bueno, bueno! Está decidido. ¡Me lo pido! (¡Qué le voy a hacer si, en el fondo, tengo una veta incivil!)
ResponderEliminarPuestos a pedir, me pido superpoderes.
ResponderEliminar¡El mundo al revés! No sólo se añade a VOX, siempre, indisolublemente, el adjetivo ultraderecha o, también, lo de derecha extrema; el caso es que, tiene bemoles la cosa, he visto pancartas y he oído a comentaristas atribuyendo el término de “antifascistas” a unos grupos de radicales enfrentados a unos manifestantes de VOX o a unos simpatizantes de la pacífica, tolerante y filantrópica ETA. Este grupo terrorista ganó, entre otras, la batalla del lenguaje; por el mismo camino, el de convertir en consuetudinario el etiquetado, la calificación de ciertos actos, acabarán apropiándose, la ETA, Arrán, los CDR y demás paisanos, el apelativo de antifascistas. Los de enfrente, nosotros, pobres blasillos, ya tenemos apellido indeleble. Sí, tenía razón don Winston.
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