(DE ANTONIO ROBLES.)
UN IMPRESCINDIBLE LIBRO MALDITO.
Allá por los años ochenta y noventa del pasado siglo, solía yo recibir frecuentes regañinas de amigos catalanes cada vez que me pronunciaba públicamente contra la inmersión lingüística. Eran escritores, profesores, editores, gente de mi mundillo, y me aseguraban que estaba equivocado: en Cataluña no había ningún problema entre castellano y catalán, sólo cizaña sembrada por unos pocos intransigentes que magnificaban roces puntuales. «Lo que pasa» -me decían sonriendo paternalmente- «es que estás obsesionado por lo que ocurre en el País Vasco, pero Cataluña no tiene afortunadamente nada que ver». Esas explicaciones me tranquilizaban sólo a medias, porque otras fuentes de información (y mi propia experiencia como visitante frecuente de esa parte de España) justificaban la alarma.
Pocos años después ya no cabían dudas: la inmersión lingüística era y es un atropello xenófobo de primera magnitud, un ataque al derecho a educarse en la lengua propia de más de la mitad de los catalanes y una imposición anticonstitucional desde la Generalitat contra la armonía bilingüe habitual en los lugares públicos, en los círculos amistosos y familiares.
(The OBjective/Fernando Savater/9/5/2024.)
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