Páginas

miércoles, 22 de enero de 2025

¿QUÉ VALORES TRANSMITIMOS?

 El Valor de los Valores Éticos: Un Análisis de Ejemplos y Aplicaciones

 

¿QUÉ VALORES TRANSMITIMOS?

 

¿Qué es un valor? Un valor es una cualidad positiva. Pero no basta que yo lo crea, tienen que ser una cualidad positiva compartida por la sociedad en que vivo.

Es oportuno introducir el concepto de moralidad positiva. La moralidad positiva se refiere al conjunto de valores efectivamente vividos en una sociedad determinada, en un tiempo determinado.

Pero, además de la moralidad positiva, debemos añadir la moralidad crítica. Una moralidad o conjunto de valores que no son efectivos, en una sociedad determinada, pero que pretenden serlo.  

Por ejemplo. Supongamos que, en una sociedad determinada, en un tiempo determinado, se ve bien (como un valor positivo) que el profesor, en ciertas circunstancias, castigue físicamente al alumno. El conocido ‘la letra con sangre, entra’.

Puede haber, al mismo tiempo, una moralidad crítica que rechace este comportamiento y abogue por respuestas de los profesores, que rechacen el castigo físico.

Esta presentación del problema (entre una moralidad vigente/positiva y una moralidad crítica) permite interrogarnos por los valores que se transmiten a las jóvenes generaciones.

Lo que planteo es si los valores que se transmiten a las jóvenes generaciones son valores que redundarán en beneficio de estas jóvenes generaciones, o no.

Antes de seguir, ¿A qué me refiero cuando digo que estos valores redunden en ‘beneficio’ de las jóvenes generaciones?

No me refiero a que ganarán más dinero. Tal vez sí, o tal vez no. Me refiero a la formación integral de la persona. Que le convierta en un buen ciudadano. Que sea competente en alguna especialidad que le permita ganarse la vida. Y, además, que sea una buena persona. ¿Y eso, qué es?

‘En su época, Sócrates era respetado por su valentía como soldado, por la paciencia que mostraba hacia su esposa, por la bondad con la que trataba a los niños y, finalmente, por la moderación que demostró cuando fue sentenciado a muerte. No era solo un pensador, era un gran ciudadano’.  (Educ.ar)

A pesar de las diferencias entre los tiempos de Sócrates (470/399 A. de C.) y la actualidad, cuando hablo de ‘buena persona’ me refiero a algo exigente, que requiere educación y entrenamiento adecuados. No basta que de los buenos días al cruzarse con los vecinos.

Una buena persona o un buen ciudadano, es el que (en un impreciso nivel) defiende la libertad, la propia y la ajena, defiende la democracia- como el menos malo de los sistemas políticos-, es responsable de sus actos, se esfuerza por conseguir sus objetivos (objetivos nobles o, al menos, no innobles), respeta a sus conciudadanos, con las excepciones que no hace falta insinuar-, ayuda al necesitado (cada uno es responsable de lo que puede y quiere hacer), quiere conocer la verdad, de sí mismo y de los demás, y sabe que- a veces- defender la verdad y lo justo, exige un cierto nivel de valentía.

Llegados a este punto, nos podemos preguntar si el sistema educativo y los medios de comunicación, - en general- van en esta dirección o, por el contrario, sugieren que ‘lo bueno’, es ‘A vivir que son dos días, tío’.

Si fuera esto último, más o menos disimulado, ¿Cómo podemos esperar que tengamos una sociedad y una democracia dignas de este nombre?  ¿No estamos favoreciendo la creación de súbditos aborregados, dispuestos a venderse por una paguita estatal?

Una ‘buena sociedad democrática’ no puede funcionar con base en feligreses fanatizados. Por eso, es importantísimo fomentar los valores propios del ‘buen ciudadano’. Pero no interesa a los políticos sin escrúpulos.  

¿Qué hace la derecha para fomentar los valores, ya degradados, del esfuerzo, constancia, respeto, mérito, etcétera? ‘Gestión y moderación’. Nada de ‘batalla cultural’. Que la izquierda no diga que somos radicales. ¡Qué cobardía, qué estupidez, qué fracaso, Alberto!  

Al menos, deberíamos castigar- con el voto- a los políticos que fomenten súbditos en vez de ciudadanos.  

Recordemos a A. Huxley. A medida que la libertad política y económica disminuye, la libertad sexual tiende, en compensación, a aumentar. Y el dictador hará bien en favorecer esta libertad’.

Un buen ciudadano, entenderá el significado y la intención de Huxley. Si no lo es, no lo entenderá, y rebuznará: ‘A vivir, que son dos días, tío’. ¡Fuera fachas!

A principios de enero 2025, Pedro Sánchez anunciaba la llegada del fascismo a España (y ÉL, su freno) además de ser ya la tercera fuerza política en Europa. Espera que haya millones de idiotas que se lo crean. Si así fuera, los españoles no merecen una democracia.

Como dice la jurista Guadalupe Sánchez, ‘El Estado al servicio del tirano’. Tirano, o ‘puto amo’. Es el socialismo totalitario. O la República Bananera Socialista.

 

¡Despierte de una p. vez!

 

Sebastián Urbina.

 

(Publicado en PERIODISTA DIGITAL.)

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario