Después de los pitos al himno nacional por parte de los simpáticos 'culés', se fueron con el rabo entre las piernas.
No esperaron a la entrega del trofeo al campeón (para eso hace falta tener algo de señorío) y abandonaron el campo del Valencia, con sus butifarras a cuestas. Se hacen querer. Amigos para siempre.
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