(Matar cristianos sale barato. En la foto, el diputado socialista López Garrido. Los asesinatos diarios de cristianos, en Irak y aledaños, no significan un genocidio contra los cristianos. Se trata de una 'guerra de religiones', dice el socialista.)
(O sea, unos islamistas armados asesinan a unos 150 cristianos desarmados en Kenia y ese tipejo lo llama ‘guerra de religiones’.
Cada día, en Irak y paises vecinos, asesinan entre 50 y 100 cristianos y hay progres miserables que hablan de ‘guerra de religiones’. ¡Qué asco!)
EL SOCIALISTA LÓPEZ GARRIDO. ¿UN MISERABLE?
Con casi 150 estudiantes muertos en una matanza perpetrada por los islamistas en Kenia desde España algunos políticos españoles como el socialista Diego López Garrido hacen sus particulares análisis sobre lo sucedido.
AHÍ ESTÁN
LAS PALABRAS DE LÓPEZ GARRIDO:
No es un crimen contra
los cristianos"
Un diputado socialista: la matanza de cristianos en Kenia es una "guerra de religiones"
La matanza tuvo como principal objetivo a los estudiantes cristianos pues los terroristas dejaban marchar a todo el que fuera musulmán mientras que todo "infiel" debía ser asesinado. Sin embargo, para el diputado socialista y exsecretario de Estado lo ocurrido tiene matices.
Así lo ha puesto de manifiesto a través de Twitter. En un mensaje hace su propia lectura y llega a comparar a víctimas y verdugos. Dice en el mensaje: "la matanza en Kenia tiene un mensaje: hay una guerra de religiones. Pero no es un crimen contra los cristianos. Es contra la humanidad".
(ld)
PLATAFORMA STOP ISIS
El profesor iraquí Raad Salam analiza el genocidio cristiano en su país
Bajo el título “Cristianos de Irak, la historia de un genocidio”, se analizará la
persecución que están viviendo actualmente los cristianos en los países de
mayoría musulmana
(La Gaceta)
/ Blog «terminal Cero»
¿Qué hace el Gobierno español por los cristianos perseguidos en todo el mundo?
. Son expulsados de sus hogares,
asesinados, discriminados y tratados como parias, mientras Occidente sigue
mirando para otro lado.
(ABC)
SILENCIO CÓMPLICE ANTE EL
GENOCIDIO.
Los están exterminando. Las huestes feroces
del Califato, ya sea en su versión Estado Islámico, ya en las africanas Al
Shabab o Boko Haram, están masacrando a los cristianos exclusivamente en
función de su religión, sin distinción de edad, sexo, estado civil, condición
social o actividad profesional, lo que significa que están llevando a cabo un
genocidio, en el sentido literal de la palabra. Y a nadie parece importarle
demasiado. Pero menos que a nadie, a los musulmanes cuyo dios es invocado como
suprema razón para hacer correr esa sangre.
El penúltimo acto de esta
brutalidad, que amenaza con borrar cualquier presencia cristiana del universo
que reza mirando a La Meca, se ha perpetrado en una universidad keniata, donde
148 estudiantes han sido pasados por las armas sin piedad, mientras sus
hermanos occidentales celebraban la Semana Santa. Habrá otras degollinas y el
mundo seguirá callando o musitando vagas palabras de repulsa inútil, como
ocurrió cuando hace unas semanas veintiún egipcios coptos fueron secuestrados
en Libia por matarifes del Estado Islámico con el fin de ser sacrificados ante
las cámaras, en un acto alevoso que da cuenta de su insondable perversión.
O
cuando las mismas hordas brutales, vestidas con ropajes distintos, atacaron e
incendiaron dos iglesias en Pakistán, con un saldo de catorce muertos y decenas
de heridos. O ante la tortura y decapitación sistemática de niños, mujeres y ancianos
inermes en Irak y Siria, donde la furia de estos guerreros de la media luna
encuentra un terreno abonado para su siembra de terror.
Son tantos los
ejemplos, tan elevada la cifra de víctimas, que resulta imposible hacer un
recuento exhaustivo. Van cayendo hombre a hombre, familia a familia, comunidad
a comunidad, sin otro estigma que su credo, bajo el empuje bestial de unos
fanáticos decididos a «limpiar» su territorio de «politeístas», como llamaban a
los seguidores de Cristo los yihadistas que en el siglo octavo tardaron apenas
dos años en llegar desde Gibraltar hasta Covadonga con tácticas idénticas a las
de hoy.
¿Dónde están los
fieles seguidores de Alá que dicen rechazar esta barbarie? ¿Por qué no levantan
la voz y se manifiestan en las calles?
¿A qué esperan sus líderes religiosos para condenar sin paliativos estas
prácticas brutales en cada oración de cada mezquita cada viernes de cada mes?
Hasta la fecha hemos visto algunos actos de repulsa en Francia, a raíz del
atentado cometido por dos miembros de Al Qaeda contra el semanario «Charlie
Hebdo», y en Túnez, tras el ataque frustrado al parlamento y la posterior
matanza llevada a cabo en el museo del Bardo. Muy poco más, en Jordania, como
respuesta a la inhumana ejecución de su piloto quemado vivo. En realidad, un
silencio atronador que desprende el hedor de la cobardía o el de la complicidad
con este crimen atroz de lesa humanidad.
No disculpo la
pasividad occidental. Me avergüenza,
como española y europea, como miembro de una sociedad que se dice civilizada,
contemplar impotente la renuencia de los míos a pasar a la acción en socorro de
esas gentes indefensas, bajo el estandarte de los valores que nos han permitido
progresar en libertad e igualdad. Estoy convencida de que nuestra seguridad
presente y futura, por no mencionar nuestra decencia colectiva, exigirían una
intervención armada mucho más contundente de lo que hemos visto hasta ahora.
Dicho
lo cual, son los musulmanes quienes tienen en su poder la llave para frenar a
estos bárbaros. Ellos y sólo ellos pueden demostrar, por la vía de los hechos,
que no hay un dios que se complazca en semejantes atrocidades ni una religión
digna de respeto que las consienta en su nombre.
(Isabel San
Sebastián/ABC)
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