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lunes, 15 de marzo de 2010

IZQUIERDA REACCIONARIA.


Lunes , 15-03-10
EL caso «Orlando Zapata» está teniendo para la dictadura cubana efectos devastadores que nunca pudo imaginar. Los hermanos Castro creyeron que con dejar morir al disidente y difundir a través de sus terminales mediáticas que se trataba de un delincuente común, la cosa se olvidaría, como tantas otras de sus fechorías. Olvidaban que no hay sangre más fecunda que la de los mártires, ni protesta más eficaz que la pacífica.

Hoy se encuentran más aislados, acusados y desprestigiados que nunca, sin que el vergonzante apoyo que les presta Moratinos pueda evitarlo. La reciente condena del parlamento europeo es la mejor prueba.

Pero tal desprestigio no es nada comparada con el que sufre la izquierda intelectual. Hasta hace muy poco, eran esos dos términos unidos como hermanos siameses. El intelectual tenía que ser de izquierdas, y si no era de izquierdas, no era intelectual. Tan simple como eso. Nada de extraño que, como grandes sacerdotes de la ética, reclamasen una superioridad moral no sólo sobre las demás fuerzas políticas, sino también sobre el resto de la ciudadanía, cuyo papel rector exigían sin que nadie se lo disputase.

Eso ya no es así. Diría incluso que es justo lo contrario. A estas alturas, la izquierda intelectual se ha quedado reducida a actores de segunda clase y a cantantes de fiestas mayores, después de haber renunciado a los ideales de igualdad, libertad y fraternidad, más los de tolerancia y al internacionalismo que proclamó en su día. La izquierda ha abandonado la tolerancia para unirse al más cerrado nacionalismo, como sabemos bien en España.

De la igualdad, baste decir que la clase dirigente del «socialismo real», el comunismo, dispone no sólo de hospitales, escuelas viviendas y hoteles distintos al común de la población, sino también de un dinero diferente para comprar en tiendas especiales. De la libertad, recuerden lo que Lenin dijo a Fernando de los Ríos: «¿Libertad? ¿Para qué?» Y sin libertad ni igualdad, ya me dirán ustedes dónde se queda la fraternidad. Sin que valga argüir que eso sólo ocurría y ocurre en los regímenes comunistas. Ocurre también en los socialdemócratas e incluso en los capitalistas, si se les deja. Ahí tienen ustedes a los sindicatos, «defensores de la clase obrera». ¿Están seguros? ¿O defienden sólo a los trabajadores con empleo fijo y a los funcionarios de la Administración? Pues por los demás no les hemos visto mover un dedo. O sea, defienden a los ya instalados. ¡Menuda solidaridad es ésa! Aparte de formar sus dirigentes parte del sistema, como un grupo de presión, como otros tantos.

Hago estas reflexiones ante la carta que circula por la Red pidiendo la liberación de todos los disidentes en Cuba, firmada por auténticos intelectuales, comprometidos con los ideales de una izquierda convertida en refugio de vividores y reaccionarios. (José María Carrascal/ABC)
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LA IZQUIERDA QUE APESTA. ¿Ya se ha enterado de que la izquierda apesta? Por supuesto, hay que distinguir entre las personas y las ideas. Si hablamos de personas, hay gente de buenos sentimientos entre lo que se llama 'la izquierda' y lo que se llama 'la derecha'. Pero en cuestión de ideas ¿qué hacen y qué defienden? Tal vez convendría enterarse de su comportamiento real y dejarse de tópicos. Aunque tal vez prefiera hablar del Prestige, la guerra de Irak (en la que nuestros soldados no pegaron NI UN TIRO), la Memoria Histórica Sectaria, la Guerra Civil, y la prohibición de elegir el español en España como lengua de enseñanza. Entre otras cosas. Usted verá. Yo, desde luego, me sumo a la protesta frente a la dictadura cubana. Y frente a cualquier dictadura. Del color que sea. Sebastián Urbina.
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Sebastián Urbina

Valores de derecha y de izquierda


Es un lugar común distinguir entre ‘derecha’ e ‘izquierda’. Pero ¿qué significa ser ‘de derechas’ o ser ‘de izquierdas’? Definiciones hay muchas, aunque, tal vez, la que utiliza la mayoría de ciudadanos es la que asigna a partidos de izquierda la defensa de valores como la igualdad de oportunidades, la tolerancia, la participación, la justicia social, un Estado garantista y protector, etcétera; y a partidos de derecha, principios como el del mérito, el trabajo, la confianza en la economía de mercado, la apuesta por un Estado mínimo y poco regulador, una autoridad fuerte, etcétera.

Sería preocupante que la mayoría de los ciudadanos creyera, en serio, que los partidos de izquierda y de derecha responden a estos parámetros. Veámoslo más de cerca.

Por ejemplo, se dice que la izquierda defiende la igualdad de oportunidades. ¿Quiere decirse que la derecha no la defiende? Ya no se trata de opiniones a favor o en contra. Es que, como cuestión de hecho, los partidos de derecha defienden la igualdad de oportunidades, al menos como los partidos de izquierda. Parece, por tanto, que deberíamos eliminar este criterio (supuestamente diferenciador entre derecha e izquierda), el de ‘igualdad de oportunidades’.

Incluso podríamos poner algunos ejemplos. La actual enseñanza, de pésima calidad, no ayuda a la igualdad de oportunidades. Los hijos de familias de clase media baja y baja, tenían (cuando la enseñanza pública era de mayor calidad) la oportunidad de mejorar social y económicamente. La LOGSE es, en gran medida responsable, de este deterioro, y es obra de la izquierda. O sea, ha perjudicado, aunque por vía indirecta, la igualdad de oportunidades.

Podría decirse que uno de los ideales de la izquierda es, más que la igualdad de oportunidades, la igualdad de resultados. Este tipo de igualdad, aplicado a la enseñanza ha tenido, y tiene, nefastos efectos. Es cierto que ha igualado el nivel estudiantil. Pero lo ha igualado a la baja. Y los informes PISA de educación, nos sitúan en los últimos lugares de Europa en calidad educativa.

Otro valor de la izquierda sería la ‘tolerancia’. Hay que tener grandes tragaderas para creer que la izquierda monopoliza la tolerancia, o el valor de la tolerancia. También como cuestión de hecho, es falso. De todos modos, primero habría que aclarar qué se entiende por tolerancia. Pongamos un ejemplo. Gracias, otra vez, a la LOGSE y a la ideología de izquierdas, se ha minado la autoridad de los profesores. ¿Supone esto más tolerancia? Las aulas son, ahora, más conflictivas y ruidosas. Los profesores tienen más bajas laborales por depresión. Y los buenos estudiantes tienen más dificultades para estudiar y aprovechar el tiempo.

¿Tal vez se refieren, por ‘tolerancia’, a que han legislado a favor del matrimonio homosexual? Pero una cosa es la tolerancia y otra la demagogia. Solamente tres o cuatro países en el mundo aceptan el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Qué dice la derecha represora? En general, apuesta por las ‘uniones civiles’. Las personas del mismo sexo que quieran convivir pueden hacerlo y, además, acceder a los mismos derechos que los cónyuges de un matrimonio. Pero no son un matrimonio. No manipulemos el lenguaje. Desde la noche de los tiempos, el matrimonio se refiere a la unión entre hombre y mujer. ¿Es tolerancia despreciar el significado de las palabras?

Cuando las palabras pierden su significado, la gente pierde su libertad’. Confucio.

La ‘participación’ sería otro valor típico de la izquierda. Por tanto, la exclusión y el silencio serían típicos de la derecha. ¿A quién pretenden engañar con estas falsedades? Hay que ser un sectario de izquierdas para tragar estas simplezas demagógicas. ¿Quieren decir que cuando la derecha gana las elecciones se termina la participación de los ciudadanos y que se retoma al ganar la izquierda? Hay que tener tragaderas muy grandes.

¿Se acuerdan del antidemocrático Pacto de Tinell? ¿Y del ‘cordón sanitario’? Son ejemplos de cómo entiende la izquierda (y sus amigos nacionalistas) la participación. ¿Cómo se puede hablar de ‘participación’ como un valor de la izquierda, cuando han tratado de excluir de las instituciones democráticas al principal partido de la oposición?

Por cierto, recordemos que el reconocimiento del voto a las mujeres, durante la II República española, fue obra de la derecha. No de la izquierda. Como lo oyen. Eso es participación.

Otro valor de la izquierda sería ‘la justicia social’. Recordemos la propaganda del partido socialista durante la época felipista. Sacaron a relucir el amenazante doberman, y dijeron que si ganaba la derecha quitarían las pensiones a los jubilados. Por supuesto, todo era mentira. Tanta mentira nos obliga a recordar que Prusia fue el primer país en crear un sistema público de pensiones, llamado de reparto. De la mano de Bismarck, el llamado Canciller de Hierro (1815-1898). Tampoco fue la izquierda.

Como dice M. Rojas, en ‘Reinventar el Estado del Bienestar’, Suecia ha sido un modelo para los socialdemócratas. Pero ha sido este país el que ha puesto de manifiesto las debilidades de este modelo cuando se sobrepasan ciertos límites. Suecia ha iniciado, a partir de la profunda crisis de los años 90, la búsqueda intensa de un Estado del Bienestar más viable. M. Rojas cuenta cómo Suecia ha pasado del Estado benefactor al Estado posibilitador, con gran éxito.

Con otras palabras, frente al Estado Benefactor, dispuesto a controlarlo todo y a decidirlo todo desde la cuna a la tumba, típico de la izquierda, se ha impuesto el Estado Posibilitador. Éste se entiende como un complemento (para la justicia social) del vigor de la sociedad civil. De la creatividad y la dinamicidad de la economía de mercado. Pero no se trata de un Estado mínimo y desregulador. Aunque es la propaganda de la izquierda contra la derecha.

O sea, que el Estado del Bienestar, en manos de la izquierda, entró en un callejón sin salida por no controlar el gasto público, ni las prestaciones sociales. Eso sí, las intenciones eran buenas.

En fin ¿cuáles son los valores típicos de la izquierda?


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