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domingo, 9 de mayo de 2010

¡SALVAD EL EURO!


Domingo , 09-05-10
YA no se trata de salvar a Grecia. Se trata de salvar el euro. O lo que es lo mismo, esa maravilla moderna que es la Comunidad Europea, «el mayor éxito del último siglo», hacia la que se dirigen gentes de África, Asia, América, en busca de futuro. Pero puede ser pasado. La rica, social, democrática Europa teme el efecto dominó: que la caída de Grecia traiga la de Portugal; que la de Portugal, la de España, y que la de España, la de todos. Pues si hay dudas de que los 140.000 millones de dólares que van a prestarse a Grecia bastarán para salvarla, los 600.000 millones que se necesitarían para salvar a España, según Mark S. Kirk, miembro del Comité Financiero del Congreso norteamericano, no los tienen ni el FMI ni la CE. Con lo que todos, al hoyo.

Nada de extraño que las Bolsas estén de los nervios y que en Bruselas haya reuniones de urgencia para establecer mecanismos de defensa de la moneda única, que miraba al dólar por encima del hombro, para perder valor diariamente respecto a él.

Hoy comprobamos que los agoreros que advertían contra el establecimiento de una moneda común para estados de muy diferentes niveles económicos, sensibilidades políticas y hábitos sociales, podían tener razón. Más, sin tener la misma fiscalidad ni la misma política económica, es decir, el mismo gobierno. Por muchas disposiciones que se dictaran desde Bruselas, los países habituados a gastar más de lo que ingresaban, seguirían gastándolo.

Mientras tenían su propia moneda, el remedio cuando el déficit se hacía insoportable era devaluarla. Una especie de purga tras una indigestión, que abarataba los productos propios y encarecía los ajenos, con el consiguiente adelgazamiento general. Pero con una moneda única europea, la devaluación se hacía imposible, y lo que han hecho esos gobiernos es transferir sus déficit al euro. Algo así como cargar los gastos personales a la tarjeta de crédito común. Y que los demás pagasen.

Es lo que venían haciendo los griegos, hasta que la crisis financiera mundial ha descubierto todas las granujadas en curso. Un poco tarde, pues el daño estaba hecho y salvar a Grecia va a costar un ojo de la cara al resto de los europeos. Pero el problema, como les decía, ya no es Grecia. Son los que puedan venir tras ella, nosotros entre ellos, con una economía cinco veces mayor que la griega, es decir cinco veces más difícil de sanear.

Por lo pronto, nos han hecho pagar el 3,58 por ciento de interés por los 4.500 millones de euros que acabamos de pedir prestados, mientras por los 2.300 millones que pedimos en marzo pagamos el 2,8. No se alarmen. Estamos todavía lejos del 9 por ciento que le hacen pagar a Grecia. Pero todo se andará si cuanto hace Moncloa ante la crisis es decirnos que estamos saliendo de ella.
Lo que no nos dice es que hemos entrado en otra mayor, con nosotros en el epicentro. (José María Carrascal/ABC)
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CAMBIAR DE MENTALIDAD.



Suecia creo que es un buen ejemplo. Los socialdemócratas suecos gastaron todo lo habido y por haber. Engordaron el Estado y subvencionaron todo lo que se ponía por delante. Fueron la admiración de todo el mundo. La izquierda ya tenía un modelo solidario que oponer a la derechona egoista.





Pero se hundieron y hundieron el modelo sueco. Hasta que ganó las elecciones el conservador Bildt (1991-1994) y sacó las tijeras de podar. Recortó los gastos del Estado hasta hacer posible y factible el Estado del Bienestar. Que la izquierda había llevado al hundimiento. Claro que la derecha sueca es más inteligente que la nuestra. También la izquierda. Cuando ha ganado las elecciones no ha eliminado los recortes de los conservadores.




Algo parecido ha pasado en el resto de Europa. Pero no solamente la izquierda ha gastado como es habitual en ellos. La derecha (por usar la habitual distinción) no ha querido ser menos. ¡Nosotros no somos menos solidarios que la izquierda! ¡A gastar! Hasta que todo se ha ido a freír espárragos. Entre la corrupción y gastar más de lo que se ingresa, hemos tocado fondo.




Creo que la solución pasa por reducir drásticamente el gasto público y centrarlo en sanidad, educación y pensiones. Por otra parte, perseguir implacablemente la corrupción. Sin embargo, España lo tiene peor que el resto de Europa. Tenemos a la izquierda más paleolítica y sectaria del viejo continente y a los nacionalistas periféricos antiespañoles que son pura escoria política. La derecha, la actual, es mediocre y sin agallas. No tiene inteligencia, ni carácter, para defender lo que hay que defender. Por ejemplo, la Constitución.



Por cierto, si seguimos con el actual Estado de las Autonomías, no hay remedio. Me apuesto un café con leche.




Sebastián Urbina.


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