La verdad fue censurada en redes y medios
Dos nuevos informes ratifican que la Administración Biden conocía que el coronavirus se originó en un laboratorio de Wuhan y lo ocultó.
(Carlos Esteban/abril/12/2025/La Gaceta.)
APUNTES DE ACTUALIDAD _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ con ustedes desde 2005
(En España sería- probablemente- delito de odio.
Que vayan con cuidado estos suecos. Podemos enviarles jueces podemitas y verán lo que es bueno.)
VOX es la única formación que denuncia la islamización de España, y sus consecuencias para los españoles.
Señala que el islamismo es una ideología político-religiosa incompatible con Occidente y pide eliminar las subvenciones a asociaciones, organizaciones, fundaciones y ONG que promuevan valores islamistas.
(LGI/abril/10/2025.)
(Aunque escriba unas palabras, debo añadir que no tengo palabras para manifestar mi desprecio- en primer lugar- a los socialistas y su asquerosa tropa de antiespañoles- y en segundo lugar- a los cobardes peperos.
No quieren darse cuenta de la enorme gravedad de la situación. Si se dieran por enterados, tendrían que hacer algo más que soltar gracietas y contarnos lo que hacen los socialistas. Ya lo sabemos.)
CHINERÍAS.
España presenta las condiciones ideales para convertirse en cabeza de playa china en Europa
Qué impide a Sánchez, un personaje que ha demostrado, fehacientemente,
que carece de valladares morales, explorar la posibilidad de que los
comunistas chinos apoyen su propósito de conservar el Poder tres o
cuatro legislaturas más
No hay que olvidar que en su momento los patriotas nacionalistas vascos intentaron aliarse con los nazis contra España. Por qué no se aliarían ahora con China, nueva gran potencia, contra el enemigo español siempre que se tuvieran en cuenta sus zarandajas.
(Juan Abreu/VozPopuli/10/4/2025.)
(PACTO VERDE.)
Si la política hace extraños compañeros de cama, su retórica empuja a veces a los apareamientos más retorcidos, como el que ensayan tantos comentaristas de los establos de Génova cuando les da por decir que Trump es el Pedro Sánchez de los Estados Unidos.
Todos sabemos que la cosa no pasa de intentar asociar a dos personajes que no les gusta, como cuando el oponente político se convierte en sus discursos en «literalmente Hitler». Aquí el término «Hitler», el epítome de todo lo malo, corresponde a Donald Trump, el hombre al que se nos anima a odiar, contra el que jamás podría cometerse uno de esos discursos de odio que se distribuyen con abundante prodigalidad.
No hay que buscarle mucho sentido, porque no lo tiene; es sólo que a Sánchez queremos llamarlo malo y Trump es evidentemente malo, así que el uno debe asimilarse al otro. No le den más vueltas, no dan para más; simplemente, están desesperados. Porque comparar a un presidente que indigna porque no cumple una sola de sus promesas con otro que irrita porque las cumple todas no deja de ser divertido.
Pero en este mundo es difícil decir nada que no tenga su mijita de verdad por algún lado, y creo haber encontrado un aspecto en el que la comparación es perfectamente justa. Acompáñenme en este fascinante descubrimiento.
¿Se han preguntado alguna vez qué hace a un mandatario de derechas, impecablemente elegido en las urnas, merecedor del calificativo de «autoritario», «dictador», «autócrata»? ¿Qué hace que Trump sea «literalmente Hitler», aunque haya sido limpísima elegido contra el viento y la marea de todos los poderes fácticos de este mundo? Quiero decir, Hitler de verdad, no como las tropecientas veces que hemos llamado «Hitler» al último conservador que ha ganado las elecciones.
La respuesta es muy sencilla: gobernar. La izquierda va a odiar siempre y en cualquier circunstancia a cualquiera que se oponga, siquiera tímidamente, a su poder. Pero puede permitirse ser tibia en sus ataques al derechista que, implícitamente, les presta el homenaje debido a su superioridad moral e ideológica no gobernando, limitándose a administrar la finca y guardarles la silla.
La izquierda llega para darle la vuelta a todo, a milenios de civilización, incluso a la propia biología. Cuando llegan al gobierno pueden decidir que un hombre es una mujer cuando así lo declare, que es bueno que el país cambie de pueblo sin consultarle, qué delitos deben pasarse por alto y qué actitudes perfectamente sanas y normales son desde ahora delito. Pueden repartir los territorios con la voluble arbitrariedad de un señor feudal, convertir en sucursales del partido las instituciones más antiguas y asentadas: nunca se les calificará en los grandes medios, nacionales e internacionales, de «autócratas», siempre serán «líderes democráticos».
Por el contrario, está en el guion de esta película de décadas que el líder conservador se comportará, si llega al gobierno —que no al poder, que ya tiene dueño—, como un administrador diligente y cuidadoso, como un senescal de Gondor, como un guardés de la finca, asegurándose de que todo esté en su lugar cuando vuelva el amo. Debe incluso asegurarse de que la cultura, la educación y los medios sigan, durante su mandato, sigan destilando el mensaje inalterable de que ellos, la derecha, son los malos del cuento. Idealmente, el líder conservador debe ser en todo como Feijoo, un líder con el carisma de un trapo mojado que aspire a ser más progresista que el progresismo y confiese haber votado por los socialistas.
Por eso no pueden soportar a Donald Trump. Es un tirano porque gobierna, porque toma decisiones propias, acordes con las promesas electorales que le han llevado a su cargo. Porque cumple lo que prometió, ajustándose escrupulosamente a los poderes que le concede el sistema. Porque, en fin, habla y actúa y se mueve como si fuera del PSOE.
(Carlos Esteban/LaGaceta/10/4/2025.)