La gran mentira de Gaza: hambre teatralizada, odio real
Israel ha sido, desde el inicio de esta guerra, dolorosamente claro con sus objetivos. Objetivos que cualquier país mínimamente digno, mínimamente democrático, mínimamente humano, tendría: rescatar a sus ciudadanos secuestrados y destruir a la organización terrorista que tiene el objetivo de aniquilarte y es responsable de los crímenes más atroces vistos en una generación, y que asegura que los volverá a cometer.
Son objetivos razonables. Son los mismos que cualquier Estado tendría frente a una amenaza de estas características. Imagínense a 50 españoles raptados desde hace casi dos años en Ceuta y mantenidos como rehenes por el gobierno de Marruecos en túneles a unos kilómetros de la frontera y siendo sometidos a torturas, desnutrición y maltrato diarios.
Pero cuando el país que responde es Israel, todo cambia. Se juzga con otro rasero. Se condena antes de entender. Se demoniza sin medida.
(Angel Mas/VozPopuli/4/8/2025.)
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