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Leo (LibertadDigital/
Revel ha sido despreciado y odiado por lo que se conoce como ‘la izquierda’. Nunca se dejó chantajear por la supuesta superioridad moral de ‘la izquierda’. Estas cosas no se perdonan. Además, nunca renunció a denunciar las mentiras, vinieran de donde vinieran. Es decir, aunque vinieran de los que tienen toda la verdad y nada más que la verdad, como la izquierdona.
Dice Revel en su libro ‘El conocimiento inútil’:
‘En el curso de una velada contra el racismo, el
¿Les suena? Han pasado años desde 1985, pero los progres (la izquierdona, la pesudoizquierda o como se prefiera) siguen siendo igual de sectarios. Mantienen el sectarismo enfermizo que la izquierdona tenía en la II República. Ahora, Rubalkaba, en un ejercicio de prudencia y moderación, propias del talante de ‘izquierdas’, ha definido el PP como ‘derecha cada día más radical, intolerante e inmovilista’.
La izquierda, es decir, la izquierdona, siempre ha tratado de echar a la derecha del sistema político democrático porque ellos (dicen ellos mismos) son los únicos realmente legitimados para detentar el poder político. Ya se intentó durante la II República. Ahora lo pretende el pacto de Tinell. ¡Es que son fascistas! ¡Por eso los quieren echar!
Como el sectarismo estúpido no tiene fronteras, un ex primer ministro, Fabius, sitúa en la extrema derecha, en el fascismo, a más de la mitad de los franceses. Los que no les votan. Una vez más, el problema no está en que vayan a actuar así o no en el futuro. Lo han hecho y lo harán. El virus ‘progre’ (del que no se conoce vacuna que garantice resultados) no les permite respetar otra opción política que no sea la suya.
Algo parecido dice Revel en su libro ‘La gran mascarada’:
Escribe las palabras que pronunció un escritor de izquierda no comunista, Juan Benet:
‘Creo firmemente que mientras exista gente como Alexander Solzhenistin deberán existir los campos de concentración. Incluso deberían estar mejor vigilados para que personas como Alexander Solzhernistin no pudieran salir’. (Cuadernos para el Diálogo,
Juan Benet, prosigue Revel, siguió siendo un intelectual ‘respetado’. En suma, una cierta izquierda, más numerosa de lo que se piensa, tiene necesidad de creer que el que no es socialista es nazi.
Me repetiré. El problema no está en la izquierdona, que no va a cambiar, sino en la gente que es capaz de ‘tragar’ estas, en el mejor de los casos, penosas estupideces. En el peor, una muestra de miseria moral.
Recordemos, una vez más, que la mejor izquierda está marginada por el propio partido.
Sebastián Urbina.