Satisfacer a todo el mundo
En declaraciones al diario La Razón, la presidente del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas además de sostener que los indicios sobre la ilegalización de la lista proetarra a los pasados comicios europeos Iniciativa Internacionalista no eran sólidos (algo que, ni que decir tiene, representa un verdadero disparate a la vista de acontecimientos como puedan serlo las declaraciones, muy precisas ,de Alfonso Sastre tras el asesinato de Antonio Puelles, etc), ha estimado que la «inminente» (suponemos) sentencia de dicho Tribunal en torno a la impugnación del Estatuto de Cataluña deberá sin duda ninguna, «satisfacer a todo el mundo».
Pues bien en este sentido, desde la Fundación DENAES no podemos sino denunciar el panfilismo armonista que tales declaraciones de la señora Casas estarían dejando ver y que, mucho nos tememos, vendrían a anunciar una sentencia favorable a las pretensiones del tripartito catalán. Un tal panfilismo larvado en las premisas de la presidente del T.C. quedaría sencillamente puesto en evidencia en la medida en que reparemos en el hecho de que no resulta en efecto posible (no decimos deseable) que tal sentencia satisfaga «a todo el mundo» cuando lo que se trata de decidir es algo que no admite grados: ciertamente, si el alto tribunal dictamina que Cataluña puede ser una nación y que de hecho lo es –-tal y como afirma el propio estatuto—, semejante decisión judicial, aunque pueda en efecto dejar muy satisfechos a los promotores secesionistas del estatut (o también a tontos útiles como el «president» cordobés Montilla) estaría automáticamente quitando la razón a los que afirman que España es una Nación Soberana tal y como, por cierto, la propia Constitución del 78 dictamina en su articulado.
Pero, cabría entonces preguntarse, si España no es una nación soberana, ¿qué jurisdicción tiene entonces el Tribunal Constitucional para aplicar, en la Nación catalana, las leyes españolas?
Y viceversa: si la sentencia del Tribunal Constitucional tiene a bien aceptar la impugnación del mal llamado estatuto sosteniendo que Cataluña no es ni puede ser una nación supuesto que España lo es (pues el rótulo «nación de naciones» es construcción puramente verbal cuyo alcance no rebasa la condición propia de un imposible político), esta decisión constituirá por sí misma una recusación en toda regla de los planes secesionistas que conciben a España como un mito o una entelequia.
Simplemente se aplica en estas materias el principio tertium non datur. Y si la Señora Maria Emilia Casas no advierte la incompatibilidad de las posiciones de partida, ello en todo caso se deberá al oscuro armonismo que el propio Tribunal compartiría con ZP y sus ministros. Lo que en todo caso nos parece es que si el Tribunal Constitucional, en su calidad de tal, sentencia que la Nación Española es una entelequia, entonces tal tribunal estará aplicándose un verdadero hara kiri político. (Fundación DENAES/DiarioLiberal.com)
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