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sábado, 1 de febrero de 2014
UNA SOCIEDAD ENFERMA.
(Pero no se trata solamente de la sociedad catalana. Aunque esta es la más enferma, junto con las Provincias Vascongadas. Espero que esto les joda.
Todavía recuerdo, con asco, cuando los terroristas asesinaron a un señor que jugaba a las cartas con otros tres o cuatro compañeros. Al día siguiente, esos tres o cuatro cagados miserables siguieron jugando a las cartas como si nada hubiera pasado.
La sociedad catalana, profundamente enferma de identidad e intolerancia, tiene su parte sana. Gente admirable que defiende, en circunstancias muy difíciles, la libertad, el pluralismo, y la dignidad de las personas. ¡En una sociedad supuestamente democrática!
Pero la enfermedad afecta, también, a la sociedad española, en general. ¡Cuantos millones de españoles miran hacia otro lado mientras suceden estos abusos intolerables! También dan asco. Deberían estar avergonzados. Claro que para esto hay que tener dignidad y vergüenza.
Y la traca final. La crítica más dura la dedico a los dos grandes partidos, supuestamente nacionales. Han permitido, o colaborado, con los enemigos de la democracia española y contra España. Corrupciones aparte.
Han fracasado. Pero es un fracaso despreciable, porque no se trata de un error de un día, una semana, o un mes. Se trata de una cobardía, mediocridad e irresponsabilidad que ha durado más de treinta años. Incumpliendo, además, su promesa o juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución.
No merecen seguir teniendo el apoyo de los españoles decentes.)
UNA SOCIEDAD ENFERMA.
El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) obliga a la Generalitat a que cinco colegios catalanes den un mínimo de un 25% de las horas lectivas en castellano, aduciendo que dicha lengua no puede ser relegada a un ámbito “simbólico o marginal”, la decisión del Tribunal responde a la negativa por parte del gobierno catalán de acatar una resolución por la que se debía introducir la lengua castellana como lengua vehicular.
Esta es la situación que vivimos en Cataluña, una imposición lingüística e identitaria a través de las escuelas, unas escuelas convertidas en centros de asimilación, conformación ideológica y punta de lanza de la diglosia que inspira al nacionalismo, dónde se enarbolan banderas independistas como la Estelada, escuelas controladas políticamente por organizaciones de la órbita nacionalista como Òmnium Cultural (Somescola.cat) que ponen en marcha campañas discriminatorias con un lema tan cínico como ideológico como “Por un país de todos. La escuela en catalán”.
Dicho lema es un compendio de una verdad mil veces negada por los próceres del nacionalismo, la imposición del catalán como única lengua vehicular en las escuelas responde a un interés político, porque mezcla política, lengua y educación, porque pretenden construir un modelo de sociedad excluyente en la que solo tienes dos opciones, optar por el silencio y la asimilación o convertirte en un paria social.
Un paria porque las únicas vías que los padres han encontrado para que sus hijos puedan estudiar (también) en su lengua materna y propia de una mayoría de catalanes ha sido un periplo judicial contra la Generalitat, o que tu hijo se vea expuesto a la estigmatización social por la atención personalizada en castellano que propone la Consejería de Educación para solucionar “un problema politizado y minoritario”, ¿cuántos padres se atreven a dar un paso adelante ante un sistema institucional y una presión de social de las “buenas costumbres nacionalistas” diseñados para acabar con cualquier atisbo de disensión y que fomenta únicamente la homogeneización?
El modelo de inmersión lingüística ha sido criticado por negar el derecho –y la libertad- a que los niños puedan estudiar en su lengua materna, pero lo que realmente subyace en este sistema es una concepción uniformizadora de la sociedad, una hispanofobia que concibe al idioma español como un elemento extraño en la Cataluña homogeneizada, como un obstáculo en la “construcción nacional”, un idioma (y unos hablantes) que debe ser relegado a usos de poco prestigio social o, como mucho, a ser considerado como un idioma extranjero más…
Para que los ciudadanos del resto de España se den cuenta de la magnitud de este problema, de la tremenda presión que soportamos los que defendemos la libertad y luchamos por una sociedad auténticamente democrática e inclusiva, me gustaría destacar un dato, solo después de casi ocho años de batallas judiciales, en Cataluña se podrá estudiar en español un 25% de las horas lectivas en 5 centros educativos, 5 colegios de las 3.464 escuelas de primaria y ESO existentes en Cataluña…
(José Rosiñol Lorenzo/Periodista Digital)
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