Para Hayek, los requisitos de la auténtica ley se basan en: deben
referirse a efectos venideros y no tener jamás carácter retroactivo;
ser conocidas y ciertas, e iguales para todos, incluidos los
gobernantes. Añade el maestro que “probablemente, no existe otro factor
que haya contribuido más a la prosperidad de Occidente que la prevalencia de la certeza de la ley”.
Da mucha vergüenza -ajena- tener que recordar, no solo al gobierno, sino
sobre todo a sus votantes todo lo dicho.
Nunca España había caído, institucionalmente, más bajo ni ha sido gobernada con menos escrúpulos políticos.
¿Hasta cuándo?
(Jesús Banegas/VozPopuli/13/5/2025.)
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