viernes, 5 de noviembre de 2010

RANCIOS Y CASPOSOS.


Día 05/11/2010 - (ABC)

La llegada de Benedicto XVI a Barcelona ha provocado críticas que ponen en evidencia a la política barcelonesa en particular y catalana en general. Podríamos empezar por nuestros políticos con mando en plaza. Frente al pragmatismo educado de Jordi Hereu —una llamada institucional al respeto y una apuesta por la promoción tranquila de la ciudad de Barcelona— se ha erigido el sectarismo de Ricard Gomà y Oriol Amorós.

El primero —Teniente de Alcalde de Acción Social y Ciudadanía del Ayuntamiento de Barcelona—, se descuelga con unas declaraciones y un artículo en la revista institucional «Barcelona Informació» que son un vivo ejemplo de sectarismo a la carta.
Si en la entrevista señala que «todos los proyectos de vida han de ser posibles en Barcelona», en el artículo arremete contra Benedicto XVI tildándole de anacrónico, excluyente, hipócrita, rancio y oscuro. Y no sólo eso, porque el edil invita al ciudadano a salir a la calle para manifestarse contra la visita y el visitante.

Pero, ¿no habíamos quedado que en Barcelona cualquier proyecto de vida ha de ser posible? Sí, eso dice Ricard Gomà en la página cinco de la susodicha revista. Pero, a renglón seguido, en la página diez de la misma publicación, se niega a sí mismo. En definitiva, el transigente y tolerante Ricard Gomà, deviene un intransigente e intolerante de mucho cuidado que anda sobrado de sectarismo.

¿Adivinan ustedes a que formación política pertenece nuestro personaje? Claro que sí: es militante de ICV. Los de ICV son así y, además, están en campaña.

Por su parte, Oriol Amorós —secretario de inmigración de la Generalitat de Cataluña— asegura, ni corto ni perezoso, que Benedicto XVI y el imán de Lérida representan por igual «una visión retrógrada» de sus religiones. La cosa —el equiparar a uno y otro— tiene su miga. Y más si tenemos en cuenta que Oriol Amorós es secretario de inmigración del Govern. ¿En qué formación política podría militar el personaje? Pues, sí: en una ERC que es como es y también está en campaña.
La visita de Benedicto XVI a Barcelona ha sido aprovechada —dejando a un lado a los inevitables repartidores de senyeres— por una serie de colectivos marginales que cobran visibilidad —los diez minutos de gloria de rigor— arguyendo que el Papa no entiende a las mujeres, a los trabajadores, a las abortistas, a los homosexuales o —sí, como lo oyen— a los catalanes.
¿Que debemos respetar toda opinión expresada con la corrección debida? Por supuesto. Pero, los críticos deberían entender —tan listos como creen que son— que no todo el mundo piensa igual y que la Iglesia es lo que es y representa lo que representa.

Entre los críticos, también destaca el sector economicista. El argumento es de sobra conocido: la visita del Papa sale cara. Quizá sea cierto. O quizá sea cierto lo contrario, si tenemos en cuenta que Barcelona y España serán vistas por millones de televidentes y atraerán turismo. No se les puede tomar en serio. El economicismo crítico será creíble cuando monte manifestaciones contra el gasto que implican —seguridad, tráfico o transporte público— los partidos del Barça, la etapa del Tour, los conciertos musicales o la visita de otros líderes espirituales.

Concluyo:
a la mayoría de quienes critican la visita de Benedicto XVI les mueve —me inspiro en el preclaro filósofo Ricard Gomà— el anacrónico, excluyente, hipócrita, rancio y oscuro anticlericalismo de siempre.

1 comentario:

filósofo dijo...

Sebastián,

Los sectarios aparecen como setas cuando el Papa viene a España. En cambio si Polanski, Otegui, De Juana visitara Barcelona, no encontrarían ninguna declaración de oposición. En cataluña gobiernan los radicales y traidores a España y sus tradiciones.

¿ Dónde está aquello de la crispación que tanto le achacaban a Aznar ? Ellos son los verdaderos crispadores.

Saludos