'INDIGNACIÓN' DESNORTADA
El enemigo equivocado
Por Carlos Alberto Montaner
Muchos jóvenes españoles se sienten indignados. Sufren un altísimo nivel de desempleo y unos cuantos millares se han lanzado a las calles a protestar. Algunos piden una huelga general. Curioso remedio. Algo así como cortarse la pierna para aliviar el dolor de un juanete. |
Los jóvenes españoles (y los griegos, y los portugueses) han identificado bien el síntoma, pero se equivocan en la solución.
Si entendieran realmente el origen de sus quebrantos estarían pidiendo medidas que favorecieran la acumulación de capital, las transferencias tecnológicas, la apertura y flexibilización del mercado, la reducción de la carga social que pesa sobre el empleador y lo disuade de contratar nuevos trabajadores, la ampliación de los horarios y del calendario dedicado al comercio, la reducción de la carga fiscal y una mejor formación académica, para que el sistema educativo sea capaz de fomentar el capital humano adecuado.
Si comprendieran cómo aliviar sus penas estarían estimulando una atmósfera en la que germinasen los ciudadanos emprendedores, pidiendo al Estado y a las cámaras de comercio facilidades para crear empresas: brindando asesoría técnica, adiestramiento laboral, acceso a locales comerciales y oficinas en condiciones privilegiadas durante el periodo de despegue e información sobre oportunidades económicas; eliminando trabas burocráticas y reduciendo sustancialmente los costes de lanzamiento de cualquier iniciativa empresarial. Si el problema radica en que no hay suficientes empresas, ¿no es obvio que la solución estriba en conservar las que hay y crear las que se necesitan a la mayor velocidad posible?
Carece de sentido exigir u ofrecer un puesto de trabajo como si fuera un derecho. Esas son chácharas demagógicas de los políticos en periodos electorales. Los empleos estables se crean cuando se descubre una oportunidad de satisfacer cierto intercambio que generará algún beneficio al que compra y al que vende. Este fenómeno sólo ocurre en el seno de las empresas, terreno en el que España y América Latina tienen un enorme déficit. Tampoco es razonable pedir a gritos y con amenazas que otros se esfuercen y arriesguen su patrimonio para crear empresas con el objeto de dar trabajo a quienes desprecian a los empresarios.
El debate, en suma, debe centrarse en esta cuestión esencial: ¿por qué España y otras naciones del sur de Europa no han sido capaces de crear un tejido empresarial variado y poderoso? Los grandes países del planeta –que no lo son necesariamente por sus dimensiones, por su población o por su poderío militar– se caracterizan por haber logrado desarrollar un denso y competitivo aparato productivo: ¿por qué Portugal, España, Grecia (y toda América Latina) no han logrado algo parecido a lo que observamos en las naciones escandinavas, Austria, Alemania, Holanda, Israel y otra media docena de pueblos laboriosos dotados de economías más sólidas que las que encontramos en algunos países del sur de Europa?
Desgraciadamente, no es este enfoque el que vemos entre los indignados. Suelen creer que el problema es por los excesos negativos del capitalismo y no por lo que realmente sucede: la debilidad tradicional del capitalismo empresarial en ciertas zonas del mundo como consecuencia, probablemente, de comportamientos negativos fuertemente arraigados en la cultura. Sería muy útil que quienes protestan en las calles y plazas españolas dirijan su indignación al sitio adecuado. Me temo que no lo harán.
1 comentario:
¿Quien no piensa como usted es ignorante? de corazón ilumine mi ignorancia y mi santa simplicidad porque no he entendido nada de lo que ha escrito. No entiendo ¿como pueden obligar a comprar armas franceses y alemanes a los griegos y hipocritamente por no poder pagarlas, se les rescata como si fuese Argentina? basta de insultar e intoxicar incluso censurar a quien no piensa como usted, sea consecuente y valiente, ¿o solo escribe para mentes mansas y educadas en la doctrina neoliberal?
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