lunes, 6 de agosto de 2018

ENGAÑAR A LA GENTE

Engañar a la gente

TRIBUNA

Pablo Iglesias, durante una intervención en el Congreso de los Diputados.
El autor incide en el peligro que se cierne sobre la sociedad si se deja manipular por los políticos, y pone sobre el tapete los ejemplos del nacionalismo catalán y de Podemos. También le pide al presidente Pedro Sánchez que no se deje engañar más
HAY MUCHAS MANERAS de engañar a la gente. Adulación, dinero, sexo, avaricia, etcétera. También es importante el autoengaño. Todos estamos potencialmente afectados por el autoengaño, aunque su incidencia no es la misma en todas las personas. A veces, el autoengaño llega hasta la autodestrucción.
No hablaré de estos engaños, sino que me centraré en dos, políticamente importantes, porque influyen en millones de personas, condicionando su voto, sus opiniones y sus comportamientos.
En primer lugar, el engaño de las utopías. Hay ofertas utópicas difíciles de rechazar. Como la manzana que Eva ofreció a Adán. Aunque imagino que este ejemplo no es progresista. Probablemente, el ejemplo más claro de este engaño, aunque no el único, es el caso de Podemos, Pablo Iglesias y asimilados.
En segundo lugar, está el engaño de la oferta de autoestima. Somos los mejores. No nos entienden. Hay que ser vasco para entender estas cosas. O catalán. O sea, 'lo nostro', elevado a los altares. No debería olvidarse que, por ejemplo, el catalanismo, hasta la derrota de Hitler en la Segunda Guerra Mundial, se fundamentaba- como leitmotiv- en la raza, no en la lengua. Solamente con el descrédito del racismo, derivado de la derrota de los nazis, los catalanistas fueron centrándose en la lengua catalana como elemento sacro.
¿Sacro? Como dice Robert Nisbet, la recuperación de lo sacro en las ciencias sociales, en el s.XIX, sirve como perspectiva para comprender fenómenos notoriamente no religiosos: la autoridad, el status, la comunidad y la personalidad. De este modo, lo sacro impregna la sociedad entera. A pesar del Renacimiento y de la Ilustración.
Se ha dicho, repetidamente, que la relativa muerte de la religión ha tenido sustitutivos. El nacionalismo identitario es uno de ellos. Es una religión laica. Y si la pérdida de sentido religioso se da en toda España, Cataluña destaca en este sentido. Como muestra el trabajo de Josep Miró, 'La disminución del sentido religioso en la juventud: secularización o desvinculación', de la Universitat Abat Oliva, CEU.
Y este declive religioso catalán va de la mano del auge del nacionalismo identitario. Que lleva consigo, entre otras cosas, la sacralización de la identidad. Afirman los catalanistas que Cataluña tiene una identidad, una lengua y una cultura propias. Aunque la realidad no lo confirma. Cataluña es diversa, plural. Sin embargo, los dirigentes catalanistas suelen decir en sus alocuciones, 'el pueblo catalán'..., como si fuera una tribu uniforme y homogénea. Es la idea que quieren transmitir machaconamente, a pesar de que la realidad desmiente esta afirmación. Pero la realidad no importa.
Lo han demostrado al negar en público que la UE fuese capaz de rechazar a una Cataluña que se independiza a las bravas. ¡Todo lo contrario! ¡Nos recibirán con los brazos abiertos! Es la enfermedad identitaria llevada hasta el paroxismo. No pueden rechazarnos. ¡Somos catalanes!
En 2015 Artur Mas dijo a la prensa que si se declaraba la independencia de Cataluña, ningún banco se iría del Oasis. Así de grave es la enfermedad identitaria. ¡Qué engaños! Encima, han deteriorado gravemente la convivencia.
Usted puede sentirse orgulloso de ser catalán, o lo que sea, sin que pase nada, pero si tiene siete televisiones públicas dedicadas a la mayor gloria del catalanismo supremacista, la prensa subvencionada para que diga lo que 'toca' a favor de 'casa nostra', si adoctrina a los niños en las escuelas, enseñándoles que Cataluña está oprimida y España le roba, si repite machaconamente que Cataluña es la Dinamarca del Mediterráneo, y otras estupideces identitarias, terminará convertido en un peligroso fanático.
Otro grave engaño es el de Podemos. ¿En qué consiste? No se trata de sacralizar la identidad y ensalzar la autoestima, repitiendo que somos los mejores y que lo nuestro es lo mejor. Se trata de un engaño diferente. Como si la naturaleza humana no existiera -al margen de las dificultades para definirla y acotarla-, prometen eliminar la corrupción y las injusticias. Gastar mucho más, subir más los impuestos y controlar los medios de comunicación.
La cosa se presenta con impresionante sencillez. Hay que echar a patadas a 'la casta' - los políticos que han gobernado hasta ahora- y ponerse ellos en su lugar.
¿Por qué ellos -los podemitas y similares- van a ser capaces de realizar este milagro? Porque son anticapitalistas y neocomunistas. Esta es la clave. También desprecian a España, a la Iglesia Católica y al Ejército. A la Guardia Civil y a la Policía Nacional. Y apoyan a los separatistas antiespañoles. Pero lo más importante es su anticapitalismo y su desprecio/odio a Occidente. No en vano son neocomunistas, aunque lo disimulen.
Sin embargo, a pesar de los defectos de la economía de mercado, no hay -por ahora- ninguna alternativa digna de este nombre. El engaño -preocupante y peligroso- consiste en hacer creer que sus milagrosas recetas anticapitalistas, solidarias, ecológicas, feministas y emancipatorias, nos liberarán de las miserias del capitalismo salvaje. Y, al fin, seremos realmente felices.
La realidad desmiente su propaganda demagógica. Basta ver cómo la gente trata de huir de Cuba, Corea del Norte, Venezuela, Nicaragua, y similares. O los pobres niveles de renta de los países comunistas y su ausencia de libertad. O las fracasadas experiencias del socialismo realmente existente. Pero, como bien decían los leninistas, «cuando la realidad dice una cosa y la teoría otra (la teoría comunista, por supuesto), debe ser la realidad la que se equivoca».
Para eso está la LOGSE, LOE, LOMCE, y el importante refuerzo de los medios de comunicación progresistas. Los que dedican mucho más tiempo al máster de Cifuentes que a los ERE de Andalucía.
Esto no supone exculpar a PP y PSOE. Ambos partidos son responsables de un fracaso histórico del que pagamos las consecuencias, en forma de golpe de Estado catalanista, y una peligrosa falta de cohesión nacional.
Sánchez es presidente gracias al apoyo de los enemigos declarados de España. Se lleva mejor con ellos (golpistas incluidos), que con el PP y Ciudadanos. Espero que se dé cuenta de la gravedad de la situación. No se deje engañar más.
Sebastián Urbina es doctor en Filosofía del Derecho/El Mundo/Baleares/3/8/2018)

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