La investidura que se consumó ayer es el prefacio de la españolización del procés, de la criminalización del pluralismo político, del asalto al poder judicial y de la quiebra de la legalidad constitucional.
El precio de los siete votos de Junts no lo va a pagar Sánchez, sino todos nosotros, también esos socialistas que se significan públicamente para demostrarle abnegación. Porque ese precio es el de la convivencia, nada más y nada menos. El muro al que se refirió el presidente durante su discurso en el Congreso no se alzará sólo ante la oposición, sino que separará a familias, amigos y compañeros de trabajo. El coste de la demonización del disidente es muy doloroso y así lo vamos a comprobar.
En los cuatro años que tenemos por delante, los síntomas de degradación democrática e institucional serán cada vez más evidentes e incontestables. Muchos de los que hoy se jactan con desprecio de estas advertencias se mostrarán consternados ante la magnitud del democraticidio que se está perpetrando ya.
Es la crónica de una muerte de la democracia anunciada, que fenecerá a manos de quienes afirman profesarle la mayor de las devociones, porque si no es suya, no será de nadie.
(Guadalupe Sánchez/17/11/2023The Objective.)
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