(ES CENSURA PROGRESISTA. QUE NO LE ENGAÑEN.)
ESCUCHEN, CORRAN LA BOLA...
La censura es un placer —gozos del centro centrado— si la ejerce Macron en la Francia de las luces y la guillotina que ya no se aplica a reyes, sino a profesores que no se arrodillan ante la sharía. Hay más formas de matar y el poder reserva la más cruel, la muerte civil, a sus disidentes. El Gobierno galo ha sancionado a la cadena CNews por entrevistar al economista Philippe Herlin que rechaza la emergencia climática y que el calentamiento global sea causado por el hombre.
20.000 euros de multa para la televisión francesa y censura y silenciamiento para el atrevido gabacho que, como el premio Nobel de Física de 2022 John Clauser, es condenado a galeras por conspiranoico, que es como el poder llama a quien osa refutar el discurso predominante.
La clave está, sostiene Herlin, en que la emergencia climática es la coartada que el poder utiliza para meterse en nuestras vidas y legitimar su hiperintervencionismo.
Aquí tuvimos la ‘emergencia sanitaria’ que impuso el terror covidiano merced a la alianza entre burócratas, periodismo de bozal y sanitarios en aquella inolvidable omertá de bata blanca que padecimos cuando los hechos comenzaron a desmoronar el relato oficial.
(Javier Torres/La Gaceta/27/7/2024.)
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