domingo, 11 de junio de 2006

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Leo (ElMundo/11/6/2006) las declaraciones de ALBERT BOADELLA.


'Albert Boadella resumió los 223 artículos del Estatut en sus particulares 'Diez Mandamientos'. A través de ellos considera que la Generalitat está consiguiendo crear un 'territorio virtual' donde 'todos debemos aceptar el mapa de los Paises Catalanes que nos muestra TV3, convencernos de que todos los males de Cataluña provienen de Madrid o viajar siempre hacia el norte para evitar conocer el resto de España ... En su defensa del bilingüismo, criticó el apartado del texto estatutario donde 'la protección del catalán es el arma contra el castellano' ... Arengó a los presentes a que no apoyaran el texto porque 'no podemos decir que sí a un Estatut que discrimina a los catalanes que hablan castellano y que no se sienten nacionalistas. Pericay fué aún más lejos al considerar que la única amenaza para Cataluña es el Estatut, que es un elemento de fractura encabezado por Pascual Maragall'.



Título de la noticia: DENUNCIA DEL VICTIMISMO Y DEL SECTARISMO.




Aunque muchos catalanes no lo crean, anestesiados por más 25 años de paz pujol-tripartita-catalanista, nunca podrán pagar a A. Boadella, X. Pericay, A. Espada y un largo etcétera, el favor que les hacen. El sectarismo autocomplaciente y enfermizo de buena parte de la sociedad catalana hace que los diagnósticos acerca de si mismos estén equivocados. Pero los diagnósticos equivocados no pueden curar una enfermedad.


Pues bien, Cataluña no está enferma porque los entes colectivos no enferman, ni se indigestan, ni hablan catalán. En cambio, un importante sector de catalanes sí está anestesiado. Creen que son unas víctimas. ¡Y llevan siglos así! ¡Por esto la deuda crece! ¡Creen que son los mejores! De España (con perdón) por supuesto. Sólo tratar de aclarar qué significa 'mejor' o cualquier otra sutileza analítica sería considerado como un insulto intolerable. ¡Comparar la España cutre (una tautología) con la gloriosa Catalunya!


Conozco catalanes con estudios universitarios (sí, ya sé que esto, hoy, no dice mucho; más bien poco) que al hablar, por ejemplo, de A. Acebes (el político del PP), lo comparan con un fascista. ¡Se lo creen de verdad! Con esta enfermedad a cuestas (que ni los ambulatorios catalanes pueden curar) es comprensible la nociva, y peligrosa, deriva de una parte de la sociedad catalana. Ya comentamos, hace poco, la AGRESIÓN de unos nazionalistas catalanistas a Arcadi Espada. El pasado diez de Junio, M. Rajoy fué recibido en el mercado de Collblanc, en Hospitalet del Llobregat, a los gritos de 'FASCISTA', 'VAS CONTRA CATALUÑA', ASQUEROSO' y otras lindas expresiones propias del famoso 'seny' catalá, marca de fábrica.


A pesar de que la estupidez y el sectarismo están extendidos (incluso en el oasis catalán), tales muestras de salvajismo no son espontáneas. El tristemente famoso Pacto de Tinell, por el que los progres de salón y los nazionalistas acuerdan excluir al principal partido de la oposición de los instituciones democráticas, es un aspecto central de este tipo de situaciones antidemocráticas. Dado que mienten muy bien, traspasan a las víctimas sus propias maldades y miserias. Recordemos que han sido ellos, los progres y nazionalistas, los que han cometido una tropelía inaudita en una sociedad democrática. ¡Excluir de las instituciones democráticas al principal partido de la oposición!


¿Por qué se puede cometer este atropello sin sonrojo, ni protestas? Porque los 'buenos catalanes' están encantados de conocerse y de vivir en el paraiso catalán. La chusma charnega debería dar las gracias por permitirles estar aquí. ¡Y encima protestan y nos critican! ¡Es que somos tan buenos que parecemos tontos! La anestesia catalanista hunde cada vez más al enfermo. No ven nada (que no les interesa) y no reconocen nada (que suponga que hacen algo mal). Un ejemplo lo tenemos en las declaraciones que hizo el Conseller Huguet (lo malo es que lo piensan muchos otros) comparando el boicot al cava catalán con la persecución de los judíos por los nazis. Sólo una sociedad que ha perdido el sentido del ridículo puede aceptar que le representen estos tipos. Pero lo malo es que representan bien a una buena parte de los catalanes. Muchos de ellos critican (en privado) los miserables comportamientos que antes he citado (u otros), pero no se les oye en público. ¡No sea cosa que nos confundan con alguien del PP! Tan bajo han caído algunos.


Sebastián Urbina.

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