miércoles, 26 de junio de 2019

VOX Y CIUDADANOS



 (O sea, Ciudadanos no quiere ni hablar con Vox porque es la 'extrema derecha', a pesar de que Vox es- según su programa- un partido constitucional.

Por otra parte, un sector de Ciudadanos- y destacadas figuras como Francesc de Carreras y otros- quieren que Rivera/Ciudadanos pacte con Sánchez/PSOE, exigiéndole- básicamente- que se pueda estudiar en español en Cataluña.

Ahora bien, Sánchez/PSOE tiene pactos con los comunistas de Podemos en diversos lugares de España. Pero eso no tiene ninguna importancia. Además, Sánchez/PSOE ha pactado en Navarra con Bildu, los herederos políticos de ETA. Tampoco pasa nada.


Eso sí, Ciudadanos no quiere ni hablar con Vox. No digo más. Cada uno que extraiga las consecuencias pertinentes.)






VOX ACIERTA.


Envuelto en una presentación dura para que la cosa sonase a puñetazo sobre la mesa de negociación, creo que Vox ha hecho este martes un movimiento estratégico inteligente; rectificar buena parte del camino andado en las últimas semanas. Conste que digo esto como un elogio, porque, como apunta el viejo refrán, rectificar es de sabios; y más aún, añado, si es para volver a una posición anterior que era más acertada.


No voy a entrar en la cuestión de si el PP ha cumplido el pacto municipal o si ha sido Vox el que no ha esperado lo suficiente, al final ese es un asunto accesorio, lo que me parece sustancial es que Vox se estaba equivocando a la hora de pedir esas concejalías –o esas consejerías, que tanto da–, ya que ni le hacían bien, ni favorecía que se alcanzasen pactos ni, por supuesto, defendía a sus votantes de una supuesta humillación.

Dicho sea de paso, este es el argumento político más estúpido que he oído en años: para empezar, porque los votantes no son suyos y para continuar, porque los ciudadanos que depositan su confianza en una u otra formación política no metabolizan lo que decidan hacer sus partidos como quien tiene una oveja negra en la familia, simplemente toman nota y en las siguientes elecciones premian al que en su opinión lo merece y castigan al que se lo ha ganado. 

Vamos, que, por mucho que nos pongamos grandilocuentes, si ninguno de los firmantes hace algo deshonroso en un pacto para poner a un alcalde, no está en juego el honor de nadie, y menos el de los votantes.


Del mismo modo, lo ocurrido y los posibles pactos que se alcancen a partir de ahora no deben leerse como una derrota de Vox. En la ciudad de Madrid la única derrotada ha sido Carmena –y, bueno, también un poco la comparsita Pepu–; y si hay acuerdo en la Comunidad los derrotados serán Gabilondo, Errejón e Iglesias, dueño, señor y responsable de la debacle cosechada por Isa Serra.


Es más, lo único que puede permitir a Vox conseguir las victorias políticas a las que legítimamente aspira son, precisamente, los Gobiernos del centro-derecha, ya sea municipales o autonómicos, porque allí donde gobierne la izquierda, ¿qué cambios legislativos va a poder impulsar? ¿Qué puntos presupuestarios estará en condiciones de negociar? ¿Qué chiringuitos podrá decir a los ciudadanos que ha logrado eliminar? Efectivamente, la respuesta a las tres preguntas es la misma: ninguno.


He dicho antes que la rectificación de Vox es una vuelta al camino que habían trazado previamente, y yo creo que eso es parte del acierto: los de Abascal se presentaron a las elecciones como la herramienta más poderosa para echar a la izquierda, y no hablaban ni de concejalías ni de votantes humillados, sino de sentido del deber y de sacrificio. La mejor forma de honrar ese mensaje y esa promesa, que en mi opinión animó a muchísima gente a votarles, es haciendo exactamente eso: echando a Carmena de Madrid o al Santisteve de Zaragoza y, por supuesto, impidiendo la llegada al poder de Gabilondo y Errejón.

Por último, hay una cosa más que no conviene olvidar: ahora, con Vox centrado en una negociación sensata, será cuando la posición de Ciudadanos, sus contradicciones y su hipocresía, quede más expuesta. ¡Y en qué momento!

(Carmelo Jordá/ld/26/6/2019.)

No hay comentarios: