EL NUEVO OASIS CATALÁN
La presidencia de Salvador Illa parece tener efectos balsámicos sobre la política catalana, esa excrecencia de la política nacional cuya principal aportación al común es la inseguridad jurídica, la inestabilidad institucional y la vulneración sistemática de los principios y las leyes de la democracia.
Han pasado poco más de cien días desde que tomó posesión y tanto Puigdemont como Oriol Junqueras ocupan un relativo segundo plano mientras Illa se expresa como un diligente guardés de la finca nacionalista. Después de los años críticos del procés, Cataluña y su administración requieren grandes obras de restauración y una gestión conservadora, sin las delirantes y letales aventuras de personajes como Artur Mas, Carme Forcadell y los antecitados dirigentes de Junts y ERC.
Pero que nadie se llame a engaño. El nuevo oasis, tal como se ha llegado a definir el actual contexto catalán, no deja de ser la misma poza infecta del saqueo a gran escala del pujolismo y la discriminación por razón de lengua y origen.
Y si los independentistas están más o menos calmados no es porque hayan admitido una supuesta derrota sino por razones puramente estratégicas. Para empezar, Illa mantiene intactas todas aquellas áreas que los separatistas consideran intocables, desde la erradicación del español en la escuela al sistema público de medios dedicados a emitir las fatuas supremacistas del catalanismo.
Como sucediera con Montilla, el nacionalismo desprecia a Illa y si más o menos se le tolera es porque no pone en tela de juicio el régimen nacionalista, la basura retórica del pujolismo ni la delirante idea de que Cataluña es una nación en pie de igualdad con el resto de España.
Ya son visibles, además, los primeros pasos del nuevo procés. Artur Mas, Puigdemont, Junqueras, Carme Forcadell, Lluís Llach y toda la patulea independentista andan enfrascados en el diseño de una nueva operación golpista.
Debaten sobre nuevas hojas de ruta hacia la independencia, husmean en las múltiples debilidades del Estado y prevén que la prolongación del régimen sanchista acabará degenerando en un "proceso participativo", eufemismo de referéndum antidemocrático de autodeterminación, una farsa electoral que permita la proclamación de una independencia efectiva y real.
Diez años después de la celebración de la primera consulta separatista, la del 9 de noviembre de 2014, los principales actores de aquella maniobra se han reunido en el 'Parlament', que desde las "leyes" de desconexión del 17 no ha perdido su condición de 'herriko taberna', para celebrar aquel primer paso, un ensayo de lo que sería tres años después el golpe de Estado del 1-O.
Como auténticos caciques tomaron la cámara para celebrar la efeméride con discursos de Mas, Forcadell y Rull. Una exaltación de la caradura, una exhibición del desahogo, un campeonato de la desfachatez. Todo lo que se quiera, pero ahí siguen, indultados, amnistiados y con los dídimos de Sánchez en la mano. Si no consiguen lo que se proponen es porque son verdaderamente torpes, ineptos y encima vagos.
(Pablo Planas/LD/21/11/2024.)
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