PARIDAD.
Leo en
ElMundo/Baleares: ‘El RCD Mallorca y la Fundación Rana, en unos premios
Llull con dos mujeres y la promesa de paridad’.
Vamos a ver lo
que dice de la igualdad un partido de progreso. Por ejemplo el PSOE: Gobernar
para la mayoría. 11/05/2015. ‘Es luchar por la igualdad entre hombres y
mujeres. Mismos derechos, mismos salarios, mismas oportunidades. Cobrar lo
mismo y cuidar lo mismo’.
No me cabe duda de que
la igualdad es un valor básico. Quiero decir que no discutiré su importancia. El
problema aparece cuando tratamos de precisar hasta dónde queremos llegar con la
exigencia de igualdad. Por ejemplo, me parece indiscutible que hombres y
mujeres debemos tener los mismos derechos. También igual salario por igual
trabajo. Igualdad de oportunidades y repartir, mucho más igualitariamente, los
trabajos familiares. Me sorprende la cantidad de acuerdos que tengo con el
PSOE, pero así es.
Sin embargo, la
igualdad no termina aquí. Hay otros aspectos a considerar y son éstos los que
pueden dar lugar a discrepancias. Volvamos al principio. Si la promesa de
paridad se produce con motivo de los premios Llull y con un gobierno de
progreso, signifique lo que esto signifique, parece que la paridad (que
pretende eliminar la supuesta falta de representatividad de las mujeres) es de
izquierdas. No olvidemos que junto a esta promesa de progreso se desliza- en la
misma noticia- una clara crítica al Partido Popular. ¿En qué sentido? En que
‘’llevamos cuatro años de una fuerte sequía en premios ligados a mujeres’.
Resumiendo, la derecha discriminaría a las mujeres y la izquierda quiere la
paridad.
Antes de seguir,
recordemos un pequeño detalle para bajar los humos al que corresponda. El INE
(Instituto Nacional de Estadística) estima que el índice de Gini- el índice
de Gini mide el grado de desigualdad en la distribución personal de
la renta- aumentó entre 2004 y 2006, pasando de 30,7 a 31,1. Por tanto,
la desigualdad en la distribución de la renta aumentó durante la legislatura en
la que gobernó el PSOE de Zapatero.
Sin embargo, estas medidas- no todas las medidas- me parecen un insulto a las mujeres. Les vienen a decir lo siguiente: ‘ustedes no son capaces por sí mismas de conseguir estos objetivos. Nosotros los impondremos, no se preocupen’. Recordaré que la presencia de las mujeres españolas en los consejos de administración de las grandes empresas (Ibex 35) supera el 16%. Y esta es una cifra muy parecida a la media europea.
Además, tenemos ejemplos en los que las mujeres superan a los hombres. Es el caso de la Universidad. ¿Ya no es una injusticia? Y, tal vez, no sea anecdótico que sean tres magistradas, o sea todas mujeres, las que están juzgando el caso Noós, en Palma de Mallorca. Por cierto ¿qué habría que hacer en este y otros casos parecidos? ¿Acercarse a la paridad metiendo de tapadillo a un magistrado hombre? ¿O debería dejarse así para compensar la llamada injusticia histórica sufrida por las mujeres? Es una lástima que, ya que todos los juzgadores son mujeres, los imputados no sean únicamente hombres. Sería una jugada perfecta de progreso verdadero.
Veamos un ejemplo interesante de paridad. Recordemos lo que sucedió, en enero, con las nominaciones a los Oscar cinematográficos de Hollywood. Estas nominaciones a los Oscar tuvieron un claro color blanco. O sea, la opresión de los blancos sobre los negros. Algo parecido a la opresión de los hombres sobre las mujeres. En resumen, los grupos- aunque queda mejor decir ‘colectivos’- negros y de progreso pusieron el grito en el cielo, con perdón.
Siguiendo la estela de los premios Llull de Palma de Mallorca, hubo acusaciones de racismo y sexismo. Por supuesto, el que se opone a estas denuncias de progreso es racista, machista, y es objeto de excomunión ideológica.
En conclusión, paridad. Los indignados- los de aquí y los de allá- pueden querer decir dos cosas. Por una parte, que los encargados de conceder los premios son incompetentes, o sectarios. De ahí que haya pocos negros nominados para los Oscar cinematográficos. Si este es el problema bastaría cambiar a los jueces actuales por otros más competentes y ecuánimes que dieran premios sólo en función del mérito y el talento. No por el color de la piel.
Sin embargo, seguramente quieren decir otra cosa. O sea, no se trata de que los jueces sean incompetentes o sectarios. Se trata de que nosotros, los representantes del progreso auténtico, queremos imponer la paridad. Paridad entre hombres y mujeres. Es decir, premios en función del sexo. También paridad entre blancos y negros. Premios en función del color de la piel. Podríamos seguir con homosexuales, bisexuales, transexuales, creyentes, ateos, indigenistas, amarillos, inmigrantes, etcétera. Tranquilos/as, habrá cuotas para todos y todas.
¿Y dónde queda el mérito y el talento? ¿Mérito y talento? Esto es de derechas.
Sebastián Urbina.
(Publicado en El Mundo/Baleares/26/Febrero/2016.)
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