lunes, 19 de diciembre de 2022

CURSO URGENTE DE ANTIPOPULISMO

Curso urgente de antipopulismo

Por Álvaro Delgado

Queridos jóvenes:

Voy a hablaros sobre un fenómeno muy extendido en el mundo actual. Más que muchas series de Netflix, vídeos de TikTok o la mayoría de memes de WhatsApp que recibís en vuestros teléfonos móviles. Lo que hoy trataré de explicaros sí que es un fenómeno viral. Tal vez el fenómeno estrella de los acelerados 22 años que llevamos ya cumplidos en el siglo XXI por lo que se refiere al mundo de la política.

Antes de empezar con el tema os haré una breve introducción. Seguro que muchos pensáis que ser una persona responsable que trabaja con discreción resulta bastante aburrido. A la gran mayoría de vosotros no os molan los tipos serios, ni los muy estudiosos, ni los frikis o los empollones. Lo normal es que os atraigan más los guapetes, deportistas, chulitos o aventureros. Pues bien, aunque no os lo creáis del todo, eso también sucede en la vida de los adultos.

El mundo de la política es un mundo complicado. Consiste en tomar decisiones para el bien de todos, que en los países democráticos (como el nuestro) se adoptan por personas que la gente ha votado para que nos gobiernen. El inconveniente es que, para conseguir que una mayoría les vote, muchos de los políticos prometen cosas que luego no quieren o no saben cumplir. Porque, más que solucionar nuestros problemas, les interesa sobre todo alcanzar el poder, que proporciona dinero, fama y un buen medio de vida para el resto de su existencia.

Si quieres que la gente te vote, tienes que convencer a muchas personas de lo bien que lo vas a hacer para defender sus intereses. Si ya estás gobernando, y quieres que te vuelvan a elegir, tienes que convencer a la gente de lo bien que has hecho tu trabajo, o de lo bien que les ha ido a ellos contigo en el poder. Hasta aquí todo resulta de bastante fácil comprensión. El problema importante viene cuando algunos han prometido cosas que luego no cumplen, o cuando cuentan a la gente un montón de mentiras, o cuando se nota que son manifiestamente incapaces de gestionar bien el país (que resulta ser un trabajo bastante complicado). Lo normal en la vida sería que, si te pillan mintiendo descaradamente, o no cumpliendo las cosas que prometes, o gestionando defectuosamente los asuntos públicos, los ciudadanos no te vuelvan a elegir. A pesar de que eso parece lo más razonable, las cosas no siempre funcionan así en el extraño mundo de la política.

Aquí se nos plantea otra cuestión importante, que también tenéis que comprender. En la vida no se trata sólo de hacer las cosas bien o mal, sino de cómo acaba viendo la gente la forma en que haces las cosas. Si desempeñas mal tu trabajo, pero consigues que la gente crea que has hecho las cosas bien puedes lograr engañarles y que te vuelvan a votar. Y ahí encontramos la principal trampa de la que se valen muchos de nuestros políticos. En la vida pública actual no existe demasiado interés -ni tampoco sobrada capacidad- por gobernar para el bien de todos, pues la mayoría sólo se preocupa de transmitir la impresión de que lo han hecho mucho mejor de lo que ha sucedido realmente.

La diferencia entre la cruda realidad y el mensaje que sobre ella se transmite está en el control de la información y la comunicación. Como la gran mayoría de la gente no conoce personalmente a sus gobernantes, se entera de lo que hacen a través de dos caminos habituales: uno, los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio, televisión); y otro, las modernas redes sociales. Si alguien logra influir, con presiones políticas o subvenciones económicas, en lo que se publica sobre él en los medios o en las redes sociales puede conseguir controlar a la opinión pública, manipulando la idea que tenga la gente sobre lo bien o mal que ha hecho su trabajo.

Otra característica de la política actual es la exaltación del miedo y los sentimientos en temas que deberían ser más racionales. Muchos malos gobernantes generan polarización y debates apasionados para que la gente se despiste y no analice su gestión. Si eres un futbolista mediocre, pero alardeas continuamente de lo mucho que amas a tu club, seguro que conseguirás un buen número de forofos que te apoye. Así, apelando al corazón de la gente más que a su cabeza, manipulando sentimientos más que narrando realidades, y generando miedos infundados muchos políticos sin escrúpulos consiguen engañar a los ciudadanos para que sigan confiando en ellos.

Un último gran problema resulta de la desactivación de los controles democráticos. La esencia de toda democracia es la existencia de controles al poder. Un poder incontrolado acaba siendo dictatorial. Por eso, las modernas Constituciones consagran la división de poderes entre el legislativo (el Parlamento, que es quien elabora las leyes), el ejecutivo (que es el Gobierno que las ejecuta) y el judicial (que son los Jueces que controlan que los anteriores poderes cumplan la Ley). También establecen las Constituciones -y las normas que las desarrollan- otra serie de contrapoderes, que son órganos y mecanismos de control creados para que los gobernantes no puedan abusar de su poder.

La tentación de todo gobernante, en especial de los malos gobernantes, es eliminar los controles al ejercicio del poder. Por eso tratan de colonizar todas las instituciones posibles (incluso a los Jueces) colocando a su frente a personas afines a su partido para que su función no se ejerza debidamente.

También resulta tramposo usar el término “democrático” para justificar cualquier agresión a los controles al poder. Ser elegido por el pueblo no permite al gobernante prescindir de los contrapoderes. Ni todo se elige en una democracia ni ser elegido te faculta para cambiarlo todo como un déspota.

Así es como funciona la mala política. Esta forma irresponsable de gobernar, que os llama tanto la atención, se llama “populismo”. Estas son unas instrucciones urgentes para que podáis detectarlo y rechazarlo.

 

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