(LLAMA A LA DESTRUCCIÓN, 'PROGRESO' Y NADIE SE OPONDRÁ.)
EL PROGRESISMO REACCIONARIO.
No deja de estar lleno de sentido que la izquierda reaccionaria haya inventado el progreso reaccionario, ese oxímoron semejante a luz oscura, silencio atronador o socialista honrado. A diferencia de la idea original, el progreso reaccionario pretende paralizar la historia, impedir todo cambio futuro que pueda desalojarla del poder (idea en parte parida por Hegel e incorporada por Marx y sus epígonos a la dictadura del proletariado).
Este plan requiere un cambio laborioso del lenguaje: todos los que se oponen a semejante proyecto genuinamente antiprogresista automáticamente son acusados de reaccionarios -coloquialmente fachas-, mientras que sus socios en el empeño de aferrarse al poder para siempre pueden ser, como los socios de Sánchez, comunistas, antisemitas, animalistas, wokistas, supremacistas, terroristas y golpistas de diversa catadura que nadie habría nunca antes llamado progresistas en sentido ilustrado.
Una coalición siniestra que recuerda tenebrosamente, y no por casualidad, las establecidas contra la democracia liberal en la época del fascismo histórico y del comunismo frentepopulista.
El jabalí político que Sánchez ha colocado como ministro de Transportes ejemplificó hace poco esta corrupción imparable del lenguaje definiendo a Bildu como “partido democrático progresista”.
(Carlos Martínez Gorriarán/VozPopuli/15/12/2023.)
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