La prueba de que todo es una pura impostura lo demuestra el hecho de que cuando el presidente de Colombia, Gustavo Petro, en vísperas de su visita a España, condenó el «yugo español esclavista», el Ejecutivo de Sánchez, lejos de fruncir el ceño, le agasajó de forma servil y pastueña. Por supuesto que no llamó a consultas al embajador español en Colombia y, por supuesto, que no acusó a Gustavo Petro de atacar la soberanía española, como tampoco lo hizo cuando el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, hizo lo propio.
(OkDiario/21/5/2024.)
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