(HAY QUE PENSAR SERIAMENTE QUÉ EUROPA QUEREMOS.
¿QUEREMOS PRESCINDIR DE NACIONES QUE SE HAN CREADO A LO LARGO DE SIGLOS?
SI LO QUIEREN LOS CIUDADANOS, LO ACEPTO.
SI LO IMPONEN LOS BURÓCRATAS DE BRUSELAS, NO LO ACEPTO.)
LA HORA DEL POPULISMO PATRIÓTICO.
Marine Le Pen ha prometido cerrar mezquitas salafistas, expulsar a nacionalizados o inmigrantes reincidentes, acabar con el coladero de la reagrupación familiar y recortar las enormes ayudas que reciben.
Asegurar la prioridad nacional del acceso a la vivienda social y al empleo. Un mayor proteccionismo a los productos franceses, reducir el IVA de las energías y no apoya el envío de tropas francesas a Ucrania que genere un conflicto mundial nuclear.
Y finalmente como guinda del pastel, el partido dirigido por una mujer lo ha llenado de hombres franceses guapos. Los Bardella. La batalla de civilización que libramos en toda Europa también es por la belleza y hay que escenificar la guapocracia en tiempos de redes sociales frente al islamismo y los pelánganos de Melenchon.
Éste es el populismo de extrema derecha que es un peligro para la democracia y hay que pararlo incendiando las calles por parte de grupos organizados. «La calle protesta contra la victoria de Marine Le Pen», titulan los medios podridos del sistema.
No, la calle, los franceses, el pueblo ha votado al Frente Nacional y son todos los enemigos de la nación (francesa en este caso), enemigos de la civilización occidental de la que quedan algunos restos más allá de nuestra conciencia los que amenazan con un conflicto civil incendiario en las calles y con una red de funcionarios politizados para no dejar gobernar a un partido que defiende casi lo mismo, pero dice algunas verdades.
Quizá ese cambio en las políticas de inmigración sea el punto de apoyo de palanca para que el pueblo no sea súbdito y no perdamos la civilización. El «populismo» patriótico es lo único que puede salvarlo.
(Irene González/VozPopuli/3/7/2024.)
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