Enrique de Diego, es uno de esos hombres que tiene el don de decir lo que todos pensamos, pero ninguno decimos. El título de la obra es completamente expresivo de su contenido “Casta parasitaria. La transición como desastre nacional”. Evidentemente la casta parasitaria es la que todos pensamos: la clase política. Una clase política que en España ha tenido la capacidad de vivir de los fondos públicos, sin ningún tipo de rubor, y ha sabido perpetuarse en el poder.
Sin duda alguna, una de las mentiras más extendidas, y que Enrique de Diego se encarga de denunciar, es el famoso aserto “la Constitución que todos nos dimos”. Efectivamente, al pueblo español no se le ofrecieron varias constituciones para elegir, ni siquiera se le ofreció poder votar la constitución de forma fragmentaria, o elegir la forma de gobierno, ni la distribución territorial, ni tantas y tantas cosas. Al pueblo español sólo se le ofreció o la Constitución del 78 o nada.
Fruto de este vicio de origen, surge nuestro actual sistema político, donde la izquierda española se nos presenta como la izquierda heredera del sector más duro del franquismo; donde la derecha española se nos muestra como la perpetuación del sector más pacato del anterior régimen.
Las concesiones al nacionalismo más antiespañol hacen que la constitución perpetua en el poder a una casta política que sólo cree en la unidad de España cuando a la paga se refiere, que sólo ve el Congreso y el Senado, como un botín que hay que conquistar.
Sin duda alguna que Europa sufre la profesionalización de la política. Muy lejos han quedado los tiempos en que los mejores profesionales de cada sector se dedicaban después de exitosas carreras en la vida económica privada, a la política, entendida como vocación y servicio. El mal más común en Europa, es la concepción de la política como profesión; pero el caso español esta aún más enfermo, pues de la profesionalización hemos pasado a la patrimonialización. Dos ejemplos: Leire Pajín y Bibiana Aido, dos chicas progres sin trabajo previo a la política, sin expedientes académicos deslumbrantes, sin capacidad intelectual sobrada, pero con dos virtudes: el sectarismo, y ser hijas de un papá progre bien situados en el socialismo militante. Y de este espanto de futuro es difícil librarnos, pues las listas electorales son cerradas, se confeccionan por el bunker ideológico de los partidos, bunkers alejados de la realidad nacional, de la realidad social.
Pero si nuestra crisis nacional ya parecía grave en los 90, en el siglo presente la crisis es historia, pues España se ha convertido en un auténtico cadáver político. La subida al poder de Zapatero (otro hombre de partido sin virtudes conocidas, pero con sobrados vicios), aprovechando los atentados del 11-M supone el fin de una nación, que aunque nos parezca mentira fue grande, muy grande. La dignidad de los ciudadanos ya ha sido valorada por este nuevo régimen: 400 euros. El ideal igualitario socialista se ha cumplido: el desempleo afecta igual a ricos y pobre, a hombre y mujeres. La justicia social, ya es una realidad: todos somos iguales en la miseria.
No le recomendamos el libro de Enrique de Diego, sino que exigimos que lo lea, nada nuevo le dirá, pero todo lo que lea será la primera vez que lo haga, pues la sociedad guarda un silencio atávico sobre los males que todos constatamos.
Autor: Enrique de Diego
Editorial: Rambla, 2008
Páginas: 144
ISBN: 978-84-96130-3-7
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