lunes, 26 de noviembre de 2018

PORQUÉ ES TAN IMPORTANTE LA EDUCACIÓN







PORQUÉ ES TAN IMPORTANTE LA EDUCACIÓN.

Uno de los aspectos más trascendentales en la historia de la humanidad se produce cuando- en un largo y difícil proceso- se pasa de la tribu, de la sociedad cerrada, a la sociedad abierta, en la que el individuo se hace responsable de sus actos. Piensa por sí mismo. Deja de ser miembro de un rebaño, sometido al jefe. Todo esto, dentro de vaivenes y de límites más o menos imprecisos.

Tal vez, el lector advierta que hago referencia, aunque sea indirecta, a la obra de K. Popper, ‘La sociedad abierta y sus enemigos’. No para recensionar su obra, ni comentar- una vez más- sus críticas al historicismo, es decir, sus críticas a la inevitabilidad histórica, la sacralización de las raíces, la existencia de leyes históricas, o que la historia tiene una finalidad. O las críticas a Platón, dado que ‘La República’ sería lo contrario de una sociedad abierta. Sería más bien, una pesadilla totalitaria.

Dado que el paso de la tribu a la sociedad abierta no se ha dado nunca de manera absoluta e irreversible, siempre estamos en peligro de retroceder a las sociedades cerradas. No necesariamente en sentido primitivo. Es decir, convertidos en seres que luchan a diario para sobrevivir y rodeados de graves peligros, en forma de hambre, tribus enemigas o animales fieros.

Incluso en nuestras sociedades desarrolladas, con viajes a Marte, inteligencia artificial y robots sofisticados, podemos volver a la sociedad cerrada. Porque la sociedad cerrada, en sentido amplio, es aquella en la que se minimiza la libertad y la responsabilidad individual, y se maximiza el sometimiento- aunque no se dice así- al Estado benefactor que todo- o casi todo- lo controla. Esto es mejor que luchar a muerte con las fieras para conseguir el sustento diario, pero la consecuencia es la pérdida- o grave disminución- de la libertad y la responsabilidad individual.

 Cuando esto sucede, vamos entrando en una sociedad cerrada. Uno de sus múltiples efectos es la infantilización de la sociedad. Con un Papá-Estado, que controla y lo ve todo, o casi todo, y una sociedad civil que se empequeñece. Y el individuo, también. Y se convierte en un ser gregario.

Tenemos que volver al conocido libro de Erich Fromm, ‘El miedo a la libertad’. Su idea central es que el hombre moderno, en vez de asumir la responsabilidad propia de su libertad individual, se deja domesticar por las seductoras y sofisticadas redes del Estado cuasi-omnipotente. ¿Y por qué se entrega, con armas y bagajes, a la subvención estatal y a Papá-Estado? Porque tiene miedo a la libertad.

Le angustia la propia responsabilidad. Prefiere ser un niño perpetuo. Otros decidirán por él, y tendrá la sopa boba. Y será un niño, aunque lleve pantalones largos. Y ahora que está de moda, también una niña perpetua. Y ser ‘niños’ dará derecho a subvenciones. Otra de las consecuencias de la infantilización, es el aumento descontrolado del victimismo

  En tales circunstancias, los seres humanos se convierten- a diversas velocidades e intensidades- en súbditos del Estado benefactor. En seres incapaces de afrontar las dificultades de la vida. Necesitan el soma, la droga de ‘El mundo feliz’ de A. Huxley. Carne de cañón para demagogos, populistas y demás gentuza. Se tragarán lo que les digan, con la ayuda de las televisiones de progreso y redes sociales. Les han enseñado a ser niños consentidos. Mimados por una cultura del no esfuerzo, de la no disciplina, de la no responsabilidad. De este modo, pasan de los mimos de ‘mamá me mima’, a la escuela moderna.

O sea, experiencias, actividades, juegos eróticos, no al esfuerzo y el mérito, y buen rollito. No destaques, que supone esfuerzo y es de derechas.  

Son las ovejas ciudadanas prestas a repetir consignas más que a reflexionar. Reflexionar es trabajoso y, encima, si estudio y reflexiono podría no estar con la tribu. Yo quiero ser como Vicente. ‘¿Dónde va Vicente? Donde va la gente’.  No tengo personalidad para seguir mi propio camino. Es arriesgado. Me podrían criticar por no ser uno más del grupo. El siguiente paso es balar. Las consignas políticamente correctas.

¿Usted quiere esto para sus hijos? ¿Para qué educamos a nuestros hijos, en la familia y en la escuela? No solamente para que socialicen, sientan empatía hacia los demás, adquieran hábitos de buena educación y respeto, etcétera. Quiero pensar que esto es lo habitual. Pero no sólo esto, que es muy importante.  Además, hay que preparar a las jóvenes generaciones para adaptarse al mundo que les ha tocado vivir. No es lo mismo prepararlos para vivir en una sociedad de cazadores que prepararlos para vivir en una sociedad de inteligencia artificial, bioingeniería, automatización y robótica. Pero esto, siendo muy importante, tampoco basta. ¿Por qué?

Los maestros que merezcan tan honroso nombre, no adoctrinan a los estudiantes. Se preparan para poder formar ciudadanos libres, cultos, críticos y responsables. Es una labor de enorme responsabilidad e importancia. De ahí que no baste preparar a las jóvenes generaciones para adaptarse a su tiempo. Pues si esto bastara, también se adaptarían a cualquier ignominia, dictadura, o populismo.

De ahí que necesiten, también, tener sentido crítico y ético. Esto no se aprende en facebook, twitter, o enviando uasaps. Por eso hay que formarlos- y no sólo informarlos- evitando que se conviertan en ‘técnicos bárbaros’, como decía Ortega y Gasset. Se refería al peligro del ‘especialismo’. Alguien que sabe mucho de su especialidad, pero altivamente ignora el resto. Y se aplica a científicos, ingenieros, médicos, profesores, etcétera. Ya no hablemos de los que ni siquiera son especialistas en nada. ‘Ninis’ o analfabetos funcionales. Solamente son ‘bárbaros’ enchufados al móvil e internet y sumergidos en redes sociales.  

No permita que los maestros- que no merecen tal nombre- adoctrinen a sus hijos, para convertirlos en miembros de algún rebaño.

PD. La automatización (infotecnología, biotecnología y robótica) provocará cambios tan fundamentales que se necesitará mucha inteligencia para entenderlos y formular modelos sociales adecuados. Preservando la libertad y la dignidad. No se rinda, ni se deje engañar.


Sebastián Urbina.

 (Publicado en ElMundo/Baleares/23/11/2018.)


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