HEZ INQUISITORIAL.
En Cataluña,
los CDR han vuelto a manifestarse como el brazo armado de heces del separatismo
al sabotear otra vez las sedes judiciales con la materia prima que tanto les
gusta.
Pero es
fuera de España donde el ataque separatista a la Justicia de nuestro país
despide la mayor fetidez. Cosa natural porque emplea el material más hediondo:
la mentira.
La mentira
de que el juicio contra los cabecillas del golpe separatista del 1-O es una
operación política para castigar ideas y expresiones democráticas. La mentira
de que los procesados no tienen garantías. La mentira de que el juicio
demuestra que en España hay presos políticos y han de exiliarse los que
disienten. La mentira de que España no es un Estado de derecho. La
mentira de que no respeta derechos fundamentales. Hay más, pero con esto ya tenemos una montaña de heces importante.
El separatismo catalán se encuentra, de nuevo, en su posición
narcisista favorita: "El mundo
nos mira". Favorita, incluso por encima del narcisismo de las pequeñas
diferencias que cultiva internamente. Convencido de su inmensa superioridad (racial,
moral y de todo tipo), así como de la abyecta inferioridad de España, cree que
el escenario internacional es el suyo por excelencia. Que es, en fin, suyo.
Que es ahí donde está con sus iguales,
mientras que en España sólo está o con sus eternos opresores o con sus criados
seculares. Será por eso que sus acciones de propaganda exterior destinadas
a sembrar la mentira sobre España y su sistema judicial despiden, junto a otros
hedores, el de la fatal arrogancia.
Cierto, hay quien les compra el
estiércol. Ahí estaba, el otro día, un editorial de The Times que
presentaba el juicio contra "the Catalan 12" bajo un título evocador: "Spanish Inquisition".
Evocador, esto es, de la Leyenda Negra. Deliberadamente elegido para que
cualquier lector relacione al instante el proceso a los golpistas con el
imaginario de tópicos sobre la Inquisición.
Para que ese lector, sólo con ver el título,
se forme la opinión de que los doce catalanes, apóstoles pacíficos e
intachables, están siendo sometidos por los Torquemadas del Supremo al potro de
tortura y van a ser
condenados a la hoguera por permitir que los catalanes expresaran su opinión
en las urnas. Lógicamente, el enlace al editorial fue difundido con entusiasmo
por la grey separatista, aunque es dudoso que fuera también leído: era de pago.
Desde la entrevista al etarra De Juana
Chaos durante aquella huelga de hambre suya no se veía una manipulación
tan burda sobre España en el periódico londinense.
La propaganda tiene sus éxitos, sus
hits. Pero la mentira separatista sobre el juicio a los golpistas es demasiado
escandalosa como para tener recorrido más allá del modo tabloide. O del equivalente al espacio de
publicidad comprado. La idea de que el proceso juzga a los exconsejeros por sus
ideas separatistas –y no por quebrar la ley y el orden constitucional–
contrasta peligrosamente con la realidad. ¿Acaso no
hay un Gobierno autonómico catalán que es separatista de arriba abajo y de
abajo arriba?
No sólo
lo hay, sino que se dedica, empleando dinero público, a volcar heces
sobre la democracia y la justicia españolas en distintos lugares de Europa. Una de las
grandes paradojas de los separatistas, que nunca se expondrá suficientemente en
el exterior, es la de presentarse como oprimidos cuando han estado en el poder
en Cataluña durante décadas.
Y cuando han tenido un papel decisivo en la formación
de no pocos Gobiernos de España, como el actual. Ahora mismo tienen la capacidad –y el poder– de chantajear a Sánchez
con su voto a los Presupuestos esos oprimiditos perseguidos, según el Times,
por una espantosa Inquisición.
(Cristina Losada/LD/5/2/2019.)
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