Madrid votó libertad
Por Gabriel Le Senne
Ayuso ha demostrado que los españoles siguen vivos. Llegamos a pensar que Sánchez y sus aliados podían hacer lo que les diera la gana, que no tenía consecuencias porque dominan todas las teles y podían colocar cualquier mercancía averiada. Pero no, los españoles, los madrileños al menos, aún reaccionan.
Puestos a elegir entre las prohibiciones generalizadas y arbitrarias del sanchismo y el dejar hacer, dentro de un orden, de Ayuso, han respaldado generosamente este segundo modelo. El que no se limita a prohibir, sino que se esfuerza por hacer algo más, sea IFEMA, sea el Zendal, sea el testeo masivo y el confinamiento selectivo. El modelo que ante la necesidad, incrementa el número de camas y busca alternativas a las restricciones. Y eso en una región densamente poblada, y por tanto más difícil a priori, y con la oposición y el juego sucio del gobierno central.
Ha quedado en evidencia además la traición de Ciudadanos, severamente castigada, y el centrismo centrado de Casado, severamente castigado en las elecciones catalanas, que ahora contrastan con el éxito madrileño. Está bien claro: tanto Cs en su momento como después VOX, han recogido una gran masa de ex votantes del PP, descontentos con esa deriva centrista, esa traición a sus bases. Desde la subida fiscal de Mariano Rajoy tras prometer lo contrario en la campaña de 2011, hasta su reacción blandita frente a la sedición separatista catalana el 1-O, forzando al Rey a salir al rescate, pasando por su mangoneo del poder judicial en lugar del prometido retorno al respeto de la Constitución en cuanto al nombramiento del CGPJ, o por su aceptación de las leyes ideológicas que prometió derogar.
Ayuso ha sido capaz de absorber al mismo tiempo buena parte del voto tanto de Cs como de VOX con un programa de liberalismo moderado pero sin complejos y con una gestión eficaz, sobre todo comparada con la otra. Sólo espero que su magnífico resultado no le lleve a hacer caso omiso de las demandas razonables de VOX, porque ahí necesitamos una nueva muestra de audacia y claridad de ideas para defender la libertad de los padres a educar a sus hijos según sus valores morales, y para poner fin a los chiringuitos varios donde algunos instalan sus redes clientelares.
El ejemplo
de Ayuso ya cunde, y por ejemplo en Baleares el PP exige la apertura de
interiores de la hostelería, injustamente maltratados por Francina Armengol,
cuya estrategia prohibicionista a pesar de unos índices de contagio muy
controlados sólo se explica por un
afán de asegurar la temporada alta.
Pero si ése es el caso, única explicación razonable, estaríamos castigando innecesariamente a ciertos sectores (restaurantes urbanos sin terraza, por ejemplo) con el fin de beneficiar en el futuro a otros (hoteles, zonas turísticas). Es decir, estaríamos asumiendo un coste actual seguro, con el fin de intentar obtener un beneficio potencial futuro (se supone que mayor). El problema de esta estrategia es que el sacrificio actual podría no verse recompensado por el beneficio futuro, pues podría repetirse lo del verano pasado, cuando la temporada se vio abruptamente finiquitada antes de tiempo por el incremento de los contagios. Además, como hemos dicho, estamos sacrificando a unos agentes por otros.
Por ello parece una estrategia injusta y arriesgada: las restricciones deben ser las mínimas que garanticen el adecuado funcionamiento del sistema sanitario -cuya capacidad además deberían haber incrementado, como hizo Ayuso-, y ni una más. Y quien no se sienta cómodo, puede quedarse en casa y reducir su interacción social voluntariamente.
En fin, esperemos que cunda el ejemplo y se aprenda la lección de que un programa claro de defensa de la libertad puede triunfar con una gran participación. Entre comunismo o libertad, los madrileños han votado claramente libertad. Ahora toca llevar la libertad al resto de España y, por qué no, del mundo, que buena falta hace.
(MallorcaDiario/6/5/2021.)
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