jueves, 21 de julio de 2022

LA CULTURA ESPAÑOLA

La cultura española

Por Gabriel Le Senne

“No somos perfectos, pero nuestra cultura es superior a otras”. Una encuesta sondeó cuánta gente está de acuerdo con esta frase en cada país europeo.

Grecia se llevó la palma: el 89% está de acuerdo. Si es por los filósofos antiguos, eso es vivir de rentas, sí señor. Pero oiga, eso es un país sano, con cierta autoestima. Igual se pasan y todo.

Francia, contrariamente a su fama, tira a lo bajo: 36%. Algún bromista supone que probablemente sea por lo de “no somos perfectos”, que de ningún modo lo pueden admitir. Italia, Alemania, Reino Unido, ¡Portugal!, andan todas entre el pelotón, en torno al 45 o 47%. Rusia, Macedonia, Bulgaría, Rumanía, todas en cabeza: de 65 a 69%. ¿Quizás su cristianismo ortodoxo, que comparten con Grecia?

En cola, tristemente sola, lo habrán adivinado: España. 20%. Llama la atención, no digamos si se tienen ligeras nociones de historia o arte. Tanto, que el autor del post, un irlandés, comparte el mapa con una pregunta muy acertada: “España, querida, ¿quién te hizo daño?” Porque aquí se revela algún tipo de trauma. Tenemos materia para un artículo.

No me andaré por las ramas. Les adelanto mi respuesta. Somos el país europeo con menos autoestima porque una parte importante de la población odia a su país. Los separatistas quieren trocearlo. Por tanto, odian nuestra cultura simplemente por ser española. La izquierda piensa, perdón, considera que la cultura española anterior a su advenimiento -toda la anterior al XIX, desde luego- es odiosa por católica, patriarcal y racista.

A ellos se añade gran parte de las buenas gentes de orden, probablemente esos que siguen votando al PP creyendo que es lo mismo de antes —el azul es el nuevo naranja, pero eso lo trataremos otro día—, que han absorbido esa propaganda buenista y relativista de que no hay culturas superiores a otras, que son todas iguales. Adiós cultura española, bienvenido multiculturalismo. Y tan felices. Hasta que despierten, algún día, pero será demasiado tarde, porque ya lo es.

El caso es que España merecería estar en los primeros puestos. Ni siquiera haría falta ser políticamente incorrectos: bastaría citar algunos nombres propios en literatura. Cervantes, Lope, Calderón, Quevedo, y tantos y tantos. Pintura: Velázquez, Goya, Dalí, Picasso. Obras arquitectónicas: catedrales a punta pala, desde el románico a Gaudí, y un largo etcétera. Añadan lo que gusten.

Luego ya si nos ponemos incorrectos, que algunos lo están deseando, tenemos que reivindicar por ejemplo la Escuela de Salamanca, origen del derecho internacional, con aportaciones decisivas en moral y economía. Y teología, claro, pero qué van a decir ahí… Único imperio que detuvo su expansión para considerar si era legítima. Y la conclusión fue que sí. Ahora quieren enmendarles la plana gentes que no les llegan a la suela de las sandalias.

Y claro, el problema es que a la mayoría de los españoles les han insuflado un odio ignorante hacia sus propias raíces. Porque desconocen absolutamente su propia historia. Lo que creen conocer no son más que mentiras y tergiversaciones, porque la ‘educación’ y la ‘cultura’ —ya no son eso, sino lo contrario— están dominadas desde hace décadas por la propaganda yanqui y por la hispanofobia negrolegendaria. Porque no han leído a Elvira Roca ni a Marcelo Gullo ni han visto “España, la primera globalización”; porque no conocen ni la historia de la Guerra Civil, que es lo que ahora toca enterrar, convirtiéndola en una historieta de buenos y malos. Desconocen que todo el suroeste de Estados Unidos fue Nueva España; qué van a saber de 1917, 1931 y 1936. Como acostumbra a decir Elvira Roca: ¿por qué conocemos la Armada Invencible, pero desconocemos la derrota de las flotas inglesas en La Coruña o en Cartagena de Indias? La historia del mundo la escriben los anglosajones, y aquí estamos colonizados culturalmente y ni nos queremos enterar. Civilizamos un continente entero, y tanto nos queríamos, que cuando nos quisieron separar, los indígenas americanos lucharon en su mayor parte por seguir unidos. Pero como nos separaron, y aún nos siguen separando, tenemos un trauma, efectivamente. 

El trauma de haber pasado de potencia hegemónica mundial a país ‘compuesto’ de medio pelo. Y encima con Sánchez, el del péndulo (Hughes). Pero no debemos ser rencorosos: nosotros hicimos antes lo mismo apoyando la independencia de las Trece Colonias, y luego nos lo devolvieron multiplicado. Pero vamos, que lo mismo le está pasando a toda Europa: estamos todos compartiendo el fin de la era europea, y ya somos títeres para que jueguen y peleen las grandes potencias.

Así que no, no somos perfectos, y está feo compararse, pero la cultura española es superior a muchas otras. Casi todas.

 

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