miércoles, 13 de julio de 2022

LA VIDA DE LOS OTROS. (1)

 

La vida de los otros (1)

Por Sebastián Urbina

No hablaré de la película 'La vida de los otros' más que a grandes rasgos. Prefiero que cada uno descubra por sí mismo las miserias y grandezas del ser humano y la inevitable maldad de los totalitarismos. Hablaré de las ideas que subyacen y envuelven a esta excelente película de 2006, que supuso el debut como guionista y director de Florian Henckel.

La película transcurre en el Berlin Oriental durante los últimos años de existencia de la RDA, y muestra el control ejercido por la policía secreta (Stasi) sobre los círculos intelectuales. Además del resto de la población. Está protagonizada por Ulrich Mühe, Sebastian Koch, Martina Gedeck y Ulrich Tukur.

'La vida de los otros' nos muestra una historia que transcurre en un paraíso comunista, la Alemania del Este, en 1984. Como es propio de los sistemas totalitarios, el Estado socialista quiere saberlo absolutamente todo, y a todos espía. Por su bien. Esta es una característica típica de los totalitarismos. Manejar tu vida desde la cuna a la tumba. Esto hacen siempre los comunistas. Aquí, en España, tenemos esta basura comunista, además de golpistas y filoetarras, en el gobierno, gracias al socialista Sánchez. Ahora ha pactado con Bildu la Memoria Democrática. Y con la Generalidad, un acuerdo para establecer relaciones bilaterales con el gobierno de España.

La penúltima infamia del presidente Sánchez. En el homenaje a los asesinados por ETA, dijo: "Euskadi y España son países libres". ¿Bastará con el ‘catalanismo cordial’ y otras memeces centro centradas, Alberto? ¿Es decente esta acobardada ceguera ante tanta vileza e indignidad?

El control de los súbditos (ya que sería un sarcasmo hablar de ciudadanos en estos paraísos totalitarios) se ejerce de manera total y absoluta. Así como el terror generalizado, a través de una policía secreta con amplísimas competencias para hacer lo que crea conveniente para defender de sus enemigos al Estado socialista. Y si no los hay, se inventan.

Lean estas palabras que producen escalofríos. Lo relata un superviviente de los kemeres rojos de Camboya, llamado Pin Yathay. Uno de los guardianes, le dice: "Donde quiera que vayas, la Angkar (es el aparato estatal) es siempre la dueña de tu destino. Es esencial que lo sepas".

Este aspecto diferencia el totalitarismo de otros sistemas, no democráticos, como una autocracia, que limitan gravemente o eliminan las libertades de los individuos, pero sin pretender un control total de la vida de las personas, ni un cambio radical de las estructuras socio-económicas. Por ejemplo, los progres gobernantes- e intelectuales orgánicos- que tenemos en España afirman dogmáticamente que Franco era mucho peor que Fidel Castro. No es cierto. Por eso, los progres gobernantes y los intelectuales ‘comprometidos’ masacraron a Aleksander Solzhenitsyn cuando dijo, en televisión española, que en la España de Franco había más libertad que en la comunista Unión Soviética.

También es muy ilustrativo lo que dice Vázquez Rial en su libro La izquierda reaccionaria: "Breznev y Kosiguin no empezaron a encerrar a los disidentes en clínicas psiquiátricas porque se sintieran en la necesidad de disimular que en la Unión soviética había presos políticos, cosa que se sabía en todas partes, sino porque realmente creían que la disidencia era una forma de enfermedad mental".

La de cosas que se pueden hacer con esta creencia interiorizada en la mente de las autoridades políticas y los burócratas a su servicio. ¡Nada menos que meter en clínicas psiquiátricas a los disidentes! Ignoro si Pedro Sánchez está pensando en ponerlo en práctica. ¡Pero la derecha es tan horrible! ¡Cálmate, Pedro!

Volviendo a la película, la policía (Stasi) incluso vigila a un famoso escritor que ‘cree’ en el socialismo. Se trata de un hombre del régimen, que vive con una famosa actriz, también del régimen. Aunque lean periódicos occidentales, beban güisqui de importación, organicen fiestas de intelectuales, y se permitan ciertas críticas al régimen, siguen siendo súbditos, aunque no lo sepan. Ellos, a pesar de que son personas inteligentes, no pueden creer que también les espíen. Se trata del típico autoengaño. Tan habitual en los humanos. No creo lo que no quiero creer, o lo que no me conviene creer, o lo que me disgusta creer…

A principios del siglo XX, Trotsky presentó a Lenin a un marxista alemán llamado Willi Münzenberg. Comentó este último que el triunfo revolucionario no podría dominar Europa a menos que se contara con la ayuda de lo que él llamaba, con cierto desdén, “el club de los inocentes”. Lo que en tiempos fue la Alianza de Intelectuales Antifascistas, que era una defensa de la Unión Soviética en el mundo progresista occidental. Recordemos que Antonio Gramsci (1891-1937) también habló de hegemonía cultural para poder dominar a la sociedad, dada la insuficiencia de los típicos aparatos represivos.

O sea, con el halago, o la subvención, de los intelectuales 'comprometidos' se consiguió la hegemonía cultural de la izquierda. Ahora es parecido. Generosas subvenciones a las criadas mediáticas para manipular la realidad, y el mayoritario profesorado progre, para adoctrinar, como Dios manda. Con perdón. Y Alberto, en babia.

Ellos (los intelectuales ‘comprometidos’) ayudaron a que el mundo progresista occidental (y compañeros de viaje) creyera que la Unión Soviética era el auténtico enemigo de los totalitarismos. En esta trampa cayeron miembros respetadísimos del ‘club de los inocentes’. Gentes de gran valía intelectual como Ernest Hemingway, André Gide, H. G.Wells, John Dos Passos, André Malraux, Albert Einstein, o Bertol Brecht, entre muchos otros.

En la película que estoy comentando, casi todos saben, aunque no se atrevan a decirlo públicamente, que absolutamente todo depende del régimen. La famosa actriz -la protagonista femenina- acepta acostarse con el ministro de Cultura porque irritar a los jerifaltes socialistas era muy peligroso. Su éxito artístico podría desvanecerse. Incluso ella misma podría desvanecerse, físicamente. Su doble vida, engañando al hombre que ama, la lleva a las drogas.

Llega a convertirse en una piltrafa humana, gracias al Estado socialista. La han forzado a actuar así los miembros de la Stasi. O sea, la policía secreta del Estado socialista. La protagonista llega incluso a delatar al hombre que ama para salvarse ella de las criminales garras de la policía. Más tarde, se suicida.

Son cosas del ‘paraíso comunista’. El que lo denuncie, es un peligroso ‘contrarrevolucionario’. Y ya se sabe lo que les pasaba a los ‘contrarrevolucionarios’. Ahora, a los que critican a la izquierda (incluye a comunistas, golpistas y filoetarras) los llaman ‘fachas’. De momento, sin clínicas psiquiátricas. Pero, al menos, se intenta ilegalizar a Bildu. ¡Noooo! ¡Qué imperdonable error! Es a Vox. ¡Qué alivio!

 

(MallorcaDiario.com)

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